<p><strong>Lena Dunham</strong> ha vuelto como necesitábamos que volviese: con serie propia y buena. En <i>Sin medida </i>vuelve la <strong>Lena Dunham</strong> de <i><strong>Girls</strong></i>, creadora completa, no la de <i><strong>Camping</strong></i> (creadora a medias), <i><strong>Genera+ion</strong></i> (mentora de otros) o<i><strong> Industry</strong></i> (directora estrella). <strong>Sin medida</strong> tiene a Dunham como directora, guionista, productora y actriz. La serie está cocreada junto a <strong>Luis Felber</strong>, aunque no deberíamos ocultar un detalle que, si Lena fuese un hombre y Luis una mujer, sin duda aparecería en el primer párrafo de cualquier texto sobre<i><strong> Sin medida</strong></i>: Luis es el marido de Lena. Y éste es su primer crédito como guionista.</p>
Es inevitable comparar ‘Girls’ con ‘Sin medida’. Podría intentar no hacerlo, pero tampoco quiero. Porque además ‘Sin medida’ aguanta la comparación. Entre otras cosas, porque huye de ella conscientemente
Lena Dunham ha vuelto como necesitábamos que volviese: con serie propia y buena. En Sin medida vuelve la Lena Dunham de Girls, creadora completa, no la de Camping (creadora a medias), Genera+ion (mentora de otros) o Industry (directora estrella). Sin medida tiene a Dunham como directora, guionista, productora y actriz. La serie está cocreada junto a Luis Felber, aunque no deberíamos ocultar un detalle que, si Lena fuese un hombre y Luis una mujer, sin duda aparecería en el primer párrafo de cualquier texto sobre Sin medida: Luis es el marido de Lena. Y éste es su primer crédito como guionista.
Lena Dunham cumplirá 40 años el año que viene. Ese detalle no es importante. Sí lo es que antes de los 30 se convirtió en una de las creadoras audiovisuales más importantes: Girls era buenísima cuando se estrenó, allá por 2012, y lo sigue siendo ahora.
Es inevitable comparar Girls con Sin medida. Podría intentar no hacerlo, pero tampoco quiero. Porque además Sin medida aguanta la comparación. Entre otras cosas porque huye de ella conscientemente. Girls era una serie sobre tener 20 años; Sin medida es una serie sobre tener 30. Girls iba sobre una pandilla de chicas en Nueva York; Sin medida orbita en torno a una mujer sola en Londres. La conexión más obvia entre ambas ficciones es que la Jessica (Megan Stalter) de Sin medida bien podría ser un personaje secundario de Girls que, tras un fracaso sentimental traumático en Estados Unidos, decide poner tierra de por medio y empezar de nuevo (ay, esa idea loca, esa cosa imposible, esa quimera) en Londres. Allí, por supuesto, conoce a un chico, Felix (Will Sharpe). Y ese chico es maravilloso. Demasiado bueno para ser verdad. Pero Felix es complicado. Demasiado, nuevamente. Claro que ella también lo es. Jessica es, como le dice Felix, «todo y un poco más». En ese momento da mucha rabia que el Too much del título original se haya transformado en el nada sugerente título español. Aunque por Demasiado el buscador de Netflix la encuentra igual. No entiendo nada. Jessica tampoco.
Lena Dunham sí entiende. De escribir series y de expandir sus límites haciéndolo. Ya dejó claro en Girls que no tiene ninguna afición a los personajes aspiracionales, que ella es una tía equivocada y que son las historias de tías equivocadas las que quiere contar. En Sin medida se reserva uno de los personajes más desagradecidos de los últimos tiempos. Una mujer tan despreciable como comprensible. Un cuadro.
Sin medida no es un cuadro. Si acaso, uno de esos que retratan a familias reales extensísimas. El reparto de esta serie es sencillamente vertiginoso. Lena Dunham consigue que estrellazas de lo más variado se presten a interpretar personajes diminutos. A cambio ella se los escribe preciosos y completos, memorables. La lista es potente: Stephen Fry, Rita Wilson, Naomi Watts, David Johnsson, Adwoa Aboah, Adèle Exarchopoulos, Kit Harington, Andrew Rannells, Emily Ratajkowski, Andrew Scott…
Más Megan Stalter y Will Sharpe. Su encantadora but tóxica relación, norteamericana y británico, gorda y delgado, charlatana e intenso, no es solo la de dos personas de culturas distintas, sino la de dos seres rotos que quizá crean (porque por qué no creer en eso) que juntos podrán repararse mutuamente. Sus heridas son profundas; su energía, como la de cualquier treintañero sin responsabilidades, elevada e imprudente. Ellos «viven el presente». Las comillas son irónicas. En Sin medida, Lena Dunham no necesita usarlas. Ella escribe mucho mejor.
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