‘Las cintas del Hijo de Sam’: el asesino en serie que obedecía al perro del vecino

<p><i>Conversaciones con asesinos: Las cintas del Hijo de Sam</i> es la nueva serie documental dirigida por el aclamado especialista en<i> true crime</i><strong>Joe Berlinger </strong>y, como en sus anteriores especiales, dedicados a <strong>Ted Bundy, Jeffrey Dahmer y John Wayne Gacy</strong>, examina el perfil de un asesino a través de registros de voz y entrevistas conservadas de sus estancias en prisión. En este caso, el director revisita los crímenes que paralizaron Nueva York a finales de los 70 a través de grabaciones nunca antes reveladas al público.</p>

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 La nueva serie documental de Netflix revela las grabaciones inéditas del psicópata David Berkowitz, que sembró el terror en Nueva York en la década de los 70  

Conversaciones con asesinos: Las cintas del Hijo de Sam es la nueva serie documental dirigida por el aclamado especialista en true crimeJoe Berlinger y, como en sus anteriores especiales, dedicados a Ted Bundy, Jeffrey Dahmer y John Wayne Gacy, examina el perfil de un asesino a través de registros de voz y entrevistas conservadas de sus estancias en prisión. En este caso, el director revisita los crímenes que paralizaron Nueva York a finales de los 70 a través de grabaciones nunca antes reveladas al público.

Entre julio de 1976 y agosto de 1977, David Berkowitz dejó seis muertos y siete heridos tras un frenesí homicida que le llevó a atacar principalmente a parejas jóvenes en coches aparcados, armado con un revólver del calibre 44. Los tiroteos crearon una atmósfera de miedo en el que se llamó el verano de Sam, que Spike Lee retrató en su película homónima. Cartas crípticas a la policía, firmadas por el «Hijo de Sam», afirmaban que las ejecuciones se realizaron bajo las órdenes de un perro poseído por un demonio, propiedad de su vecino Sam Carr.

Un caso que llegó a tener una gran cobertura nacional, y llevó a una de las mayores persecuciones de la historia de Nueva York, hasta que Berkowitz fue finalmente detenido el 10 de agosto de 1977, gracias a una multa de aparcamiento que llevó a los investigadores a su apartamento. Se declaró culpable y fue sentenciado a seis cadenas perpetuas consecutivas.

Berlinger, que tiene experiencia en rascar más allá del sensacionalismo, tanto en su trilogía de Paradise Lost y unos cuantos documentales para Netflix, afronta ahora una nueva perspectiva sobre la investigación.

Hay nuevos relatos de primera mano de periodistas, policías y supervivientes de la ola de crímenes que analizan cómo el miedo se extendió por las calles durante el apogeo del pánico, un enfoque multiperspectiva que contextualiza con más precisión el impacto social y cultural del caso, que encaja en un período particularmente turbulento de la ciudad, con una crisis económica, malestar social y tasas de criminalidad al alza, un paisaje urbano borboteante que se conecta con los tiroteos de una forma simbiótica.

El elemento central del documental son las cintas inéditas con las entrevistas en prisión a Berkowitz, una visión sin ornamentos a su retorcida psique que cuestiona algunas suposiciones sostenidas a través de las décadas sobre las motivaciones y el estado mental del homicida durante sus estragos. Ya lo apuntaba la serie Mindhunter, también de Netflix, en su episodio donde aparecía el Hijo de Sam, restando crédito a la investigación original y a la cobertura mediática.

Anotando que el éxito de El Exorcista llevó a normalizar ese tipo de confesiones, como la de Arne Cheyenne Johnson, Las cintas del Hijo de Sam sugiere un perfil psicológico más complejo, aunque la importancia de sus confesiones no radica tanto en sus motivaciones, sino en cómo éstas iluminan aspectos de la investigación que fueron pasados por alto o malinterpretados, especialmente bajo una presión pública y mediática intensa. Crearon una leyenda que es difícil de refutar y ahora hay una oportunidad para reconsiderarla casi medio siglo después, legitimando esta fiebre por el true crime que ya se tornaba útil en series como The Confession Killer, que ofrecía una mirada diferente de los crímenes de Henry Lee Lucas, destapando malas prácticas policiales y cambiando su imagen en el imaginario colectivo.

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