‘La Lectura’, ante la Barcelona literaria, de Cervantes en La Barceloneta al Twin Peaks de Montcada

<p>Desde que, en su aventura final, Don Quijote se enfrentara en la playa de la Barceloneta al Caballero de la Blanca Luna, Barcelona se ha erigido en escenario literario. Cervantes la describió como «archivo de la cortesía» y «en sitio y en belleza, única», mientras los escritores del siglo XX la convirtieron en <i>Ciudad de los prodigios</i>, título que le diera Eduardo Mendoza en su magna novela. Siguiendo esa tradición y bajo el leitmotiv <i>Tres escrituras. Tres Barcelonas</i>, los escritores <strong>Ignacio Martínez de Pisón, Laura Ferrero y Alba Muñoz </strong>compartieron tres visiones diferentes, tres literaturas de la ciudad, en el foro de <i>La Lectura</i>, el suplemento cultural de EL MUNDO, celebrado el pasado martes en la Antigua Fábrica Damm con la colaboración de Estrella Damm y el Banco Santander.</p>

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 Los escritores Ignacio Martínez de Pisón, Laura Ferrero y Alba Muñoz protagonizan el foro de EL MUNDO dedicado a Barcelona como símbolo literario y conducido por Antonio Lucas  

Desde que, en su aventura final, Don Quijote se enfrentara en la playa de la Barceloneta al Caballero de la Blanca Luna, Barcelona se ha erigido en escenario literario. Cervantes la describió como «archivo de la cortesía» y «en sitio y en belleza, única», mientras los escritores del siglo XX la convirtieron en Ciudad de los prodigios, título que le diera Eduardo Mendoza en su magna novela. Siguiendo esa tradición y bajo el leitmotiv Tres escrituras. Tres Barcelonas, los escritores Ignacio Martínez de Pisón, Laura Ferrero y Alba Muñoz compartieron tres visiones diferentes, tres literaturas de la ciudad, en el foro de La Lectura, el suplemento cultural de EL MUNDO, celebrado el pasado martes en la Antigua Fábrica Damm con la colaboración de Estrella Damm y el Banco Santander.

El director del diario, Joaquín Manso, dio la bienvenida al acto enfatizando «la cultura como idioma compartido»: «Creemos en Cataluña como motor del proyecto común de España, abiertas y solidarias cada una, que se reconocen en su pluralidad lingüística y cultural, sin levantar una frontera». Y recordó que EL MUNDO es el segundo periódico digital con más páginas vistas en Cataluña: «Más de cinco millones de personas que viven en Cataluña entran cada mes en nuestra página web. El 27% de nuestros suscriptores es de aquí«.

Ese «puente y punto de encuentro» que quiere ser La Lectura se materializó en la mesa literaria conducida por el poeta y periodista Antonio Lucas: «Hubo un momento en que Barcelona llevó el estandarte de la modernidad literaria: Carmen Laforet, Gil de Biedma y toda la generación de la Gauche Divine, Juan Marsé, Mercè Rodoreda…». Continuó con un recital de nombres (Goytisolo, Foix, Sagarra, Fonollosa…) y Martínez de Pisón terció: «Sí, y en los últimos años del franquismo te podías encontrar a los escritores del Boom latinoamericano, como Gabo o Vargas Llosa, cenando tortillas en el Flash Flash«. Aunque nació en Zaragoza, Martínez de Pisón ya es uno de los más insignes barceloneses: en 1982 se instaló en la ciudad y en 1984 publicó su ópera prima, La ternura del dragón (Anagrama), una novela iniciática ambientada en la Barcelona de los años 60. «La mía es una ciudad de barrio, el Eixample Esquerra, aunque ha cambiado muchísimo. Cuando llegué esta era una de las partes más baratas, en la que en el pasado vivían las amantes de los señores de Barelona», recordó. Casi como ironía del destino el aragonés ha acabado viviendo en la calle Aragón y la ciudad ha sido escenario recurrente en su literatura, sobre todo en su último libro de memorias, Ropa de casa (Seix Barral), en las que describe cómo se forjó como joven escritor.

Elisenda Rius, gerente del Área de Cultura de la Generalitat, conversa con el director de EL MUNDO, Joaquín Manso, junto a Vicente Ruiz e Iñaki Ellakuria.
Elisenda Rius, gerente del Área de Cultura de la Generalitat, conversa con el director de EL MUNDO, Joaquín Manso, junto a Vicente Ruiz e Iñaki Ellakuria.Victòria Rovira

«De esa Barcelona un tanto sucia pero feliz, que tenía un antiguo esplendor un poco desmoronado, recuerdo ir al metro y ver ratoncitos, que las fachadas se caían… Fue antes del ‘posa’t guapa‘ olímpico. Era una ciduad perfecta con todas las imperfecciones que eso conlleva», contó.

Nacida en 1984, cuando el joven Pisón sacaba su primera novela, Laura Ferrero era una niña cuando llevaba en su carpeta del colegio la pegatina del Posa’t guapa, la campaña institucional que imprimió un orgullo de ciudad, una ilusión olímpica sintetizada en el inmortal dúo de Montserrat Caballé y Freddie Mercury. La suya es una trayectoria casi inversa a la de Pisón: ella se marchó a los 18 años para estudiar en Pamplona. «Cuando volví después de más de 10 años fuera sentí que me habían cambiado la ciudad, no la reconocía. La escritura es lo que me ha permitido reconciliarme con Barcelona. He ido escribiendo la ciudad a medida que volvía a vivir en ella», confesó la autora de Los astronautas (Alfaguara), una novela familiar, ambientada en el mismo barrio de la Antigua Fábrica Damm, con el que Ferrero debutó hace casi 10 años con la colección de relatos Piscinas vacías (2016). Allí aparecían cafeterías de Gràcia y lugares que la han «conformado como escritora».

Si Juan Marsé escribió las afueras literarias -el Carmelo, el Guinardó-, la de Alba Muñoz es la Barcelona metropolitana, la del extrarradio: una Montcada i Reixach fracturada por las vías del tren, los nodos de autopistas y un río Besòs que hasta no hace tantos lustros era el más contaminado de Europa. «De adolescente Montcada era un desierto cultural. Me escapaba siempre que podía a Barcelona, a la calle Tallers, donde había las tiendas de discos y piercings, un lugar en el que todo el rato pasaban cosas en las plazas… Sin embargo, hoy veo Montcada como un lugar mítico, una especie de Twin Peaks«, admite. Y dibuja un paisaje dominado por la cementera Lafarge, casi «un castillo industrial»; los pasos a nivel y las vías en las que han fallecido más de 200 personas, las tardes en un descampado con los colegas comiendo pipas… «Son elementos que podrían construir un pequeño cuento de ficción. Tienen literatura dentro», considera Muñoz, columnista de La Lectura.

Alejandro Fernández, presidente del PP en Cataluña, charla con el director de EL MUNDO, Joaquín Manso, y con Iñaki Ellakuria.
Alejandro Fernández, presidente del PP en Cataluña, charla con el director de EL MUNDO, Joaquín Manso, y con Iñaki Ellakuria.Victòria Rovira

En su novela revelación Polilla (Alfaguara), publicada en 2024, ya aparecen algunos de esos elementos, esa otra Barcelona, aunque la protagonista sea Sarajevo, capital a la que viajó tras terminar sus estudios de periodismo para investigar la trata de mujeres tras la guerra de los Balcanes. «A veces me pregunto por qué me siento tan a gusto en Sarajevo. Evidentmente, no hay ningún tipo de comparación entre Montcada y Sarajevo. Pero son lugares que a nadie le interesan, o interesaban, donde se mezclan muchas lenguas y culturas», añadió.

Al acto de La Lectura acudieron profesionales del mundo literario como Miguel Aguilar, director de Debate, Taurus y Literatura Random House, o la editora Anik Lapointe, directora literaria de Salamandra; además de la gerente del Área de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Elisenda Rius, o políticos como el diputado Alejandro Fernández, Daniel Sirera, portavoz del PP en el Ayuntamiento, el concejal Juan Milián y Pepe Domingo de Impulso Ciudadano. También asistieron el abogado y colaborador de El Mundo Mundo Oriol Trillas, el secretario general de ESADE, Antonio Delgado, el poeta y traductor Ernesto Hernández Busto, la publicista María Urbina, el escritor y pedagogo Gregorio Luri.

La charla sobre cómo se escriben las Barcelonas de hoy terminó con el debate, más político que literario. «Siempre había habido cierta indefinición sobre qué es la literatura catalana. Pero se rompió con la Feria Frácfort de 2007, cuando Cataluña fue la invitada y se excluyó a Enrique Vila-Matas, Eduardo Mendoza ý Javier Cercas como autores«, señaló Martínez de Pisón. Él mismo fue uno de los excluidos, algo que Albert Sánchez Pinyol y Carme Riera criticaron, reivindicando a Pisón y compañía como escritores catalanes, como ellos mismos. «Se levantó un muro para excluir a los catalanes que escriben en castellano. Roberto Bolaño nunca será un escritor catalán. Ni yo«, suspiró Martínez de Pisón. A su lado, Laura Ferrero defendió el bilingüismo como «una de las riquezas más grandes que tenemos»: «Escribo en castellano, pero hablo en catalán con mi familia y la gente a la que más quiero». El escritor iba asintiendo y concluyó: «Hay que rescatar la cultura del debate político. Es como la franja entre las dos Coreas. La cultura nos une siempre por encima de las lenguas que se usen». Existen muchas Barcelonas: la del Eixample, la de la calle Tallers (aunque hoy las tiendas de música prácticamente han desaparecido), la de las vías del tren, la de Mercè Rodoreda… Y todas están en la literatura.

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