Todas las flores para Antonio

<p>Contaba <a href=»https://www.elmundo.es/television/momentvs/2025/11/27/69280701fc6c8389718b45bf.html»><strong>Alba Flores</strong> en <i>La Revuelta</i></a>, a propósito del documental <i>Flores para Antonio</i>, dirigido por <strong>Elena Molina</strong> e <strong>Isaki Lacuesta</strong>, que tuvo que pedir permiso a su familia cuando cumplió los 33 años para que le permitieran vivir más que su padre. Lo hizo haciendo una tarta de cumpleaños Sacher y pidiéndoles a todos que soplaran las velas con ella.</p>

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 El documental de Alba Flores a su padre es un ejercicio de catarsis personal que se convierte en un ejercicio de reparación pública y de justicia poética  

Contaba Alba Flores en La Revuelta, a propósito del documental Flores para Antonio, dirigido por Elena Molina e Isaki Lacuesta, que tuvo que pedir permiso a su familia cuando cumplió los 33 años para que le permitieran vivir más que su padre. Lo hizo haciendo una tarta de cumpleaños Sacher y pidiéndoles a todos que soplaran las velas con ella.

«Lo que tú no sabes», le dice en un momento del documental la actriz Elena Furiase a su prima Alba, «es que nosotras necesitábamos pedirte permiso a ti para poder hablar de tu padre«.

Todo el mundo contó la historia de la muerte de Antonio Flores sin pedirle permiso a esa niña. La contaron los periódicos, la contaron los programas de televisión. Un día, cuando yo todavía era pequeña, mis padres me la contaron a mí. Y, cuando una muerte es tan pública, está tan expuesta, no hay manera de que no se le arrebate la memoria a una familia.

Flores para Antonio es un ejercicio de catarsis personal que se convierte en un ejercicio de reparación pública y de justicia poética. La reivindicación del yo en una historia propia, la reivindicación también del nosotros en una historia familiar. Es la toma de un relato, que durante treinta años ha sido del mundo, para volverlo a entregar llorado y comprendido por fin.

Hay muchas cosas que me han maravillado del documental: cómo Alba, hasta cuando está a un lado de la cámara solo preguntando, brilla. Cómo recupera la figura de su padre, la traslada al lugar íntimo y cotidiano de su familia y sus amigos, cómo entre todos le vuelven a insuflar vida (es alucinante lo vivo que está Antonio en cada vídeo y cada canción que ha sido la banda sonora de un país). Y, sobre todo, cómo Alba recupera su propia voz perdida.

El documental se vende como una película de conversaciones pendientes, pero es mucho más que eso. Es una larga canción que no se acaba. Flores para Antonio no solo revive a Antonio, revive también a esa niña, llena de curiosidad e inocencia, que de repente pregunta: «¿tú crees que a mi padre le dolía el mundo?». Y revive el lenguaje de una familia (Rosario, Lolita, Ana Villa) para contestar aliviadas al fin.

Hay historias que al reparase, reparan también al mundo. También hay otra manera de llevar flores al cementerio ahora y es entrando a un cine. Cómo ha tenido que ser la experiencia que, cuando hemos salido todos los espectadores de la sala, nos hemos mirado emocionados, cada uno con su propio duelo encima, con ganas de salir corriendo a abrazar a los nuestros.

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