<p>«¿Quieres una respuesta corta o larga?». <strong>Antonio Orozco contesta con una pregunta al cordial «¿cómo estás?»</strong>. Y no es para menos. Después de fundirse en un abrazo de exactamente ocho segundos con la entrevistadora, le han dicho que menos de eso no vale para nada, el cantautor barcelonés procede a explicar, ahora sí, cómo se encuentra después de un descenso a los infiernos que ha dado para un documental, un disco y un libro. Este último, <i><strong>Inevitablemente yo</strong></i> (Planeta), es el que nos trae aquí. </p>
El cantautor se abre en canal en ‘Inevitablemente yo’, un libro en el que relata, casi en directo, su descenso a los infiernos de la depresión y el método que lo trajo de vuelta sobre los escenarios con un nuevo disco. El mejor de su carrera, asegura él
«¿Quieres una respuesta corta o larga?». Antonio Orozco contesta con una pregunta al cordial «¿cómo estás?». Y no es para menos. Después de fundirse en un abrazo de exactamente ocho segundos con la entrevistadora, le han dicho que menos de eso no vale para nada, el cantautor barcelonés procede a explicar, ahora sí, cómo se encuentra después de un descenso a los infiernos que ha dado para un documental, un disco y un libro. Este último, Inevitablemente yo (Planeta), es el que nos trae aquí.
«Respuesta larga, claro», solicitamos.
«Estoy, con bastante diferencia, en el que seguro es el mejor momento, no solo en lo personal, sino también en lo profesional, de toda mi puta vida». Ahí queda eso. «¿Por qué sé que es el mejor?», continúa. «Porque he estado en el peor no hace demasiado».
Para comprender el tono de esta charla, más centrada en la psicología que en la música, aunque la segunda sobrevuele cada postulado, es importante ponerse en situación. El 13 de noviembre de 2023 la vida atropelló a Antonio Orozco. Literalmente. Después de varios días en la cama con fiebre y sin sentirse capaz de enfrentarse al mundo, entró en el despacho de su mánager y soltó la bomba: «Juli, no puedo. No voy a hacer la gira». Acababa de cancelar de un plumazo 111 conciertos y de empezar, sin saberlo todavía, su proceso de recuperación de un mal al que todavía no había conseguido poner nombre y que aún le cuesta verbalizar.
Maldita depresión.
- Celebra 25 años de carrera saliendo del peor bache de su vida. ¿Cómo ha cambiado su idea del éxito?
- Básicamente, ahora puedo elegir. Hasta hace poco no he tenido esa capacidad y creo que de ahí es de donde ha venido el desastre. Es una pescadilla que se muerde la cola. Entras en un laberinto de trabajo en el que, si paras, tienes la sensación de que vas a perder el sitio que tantos años te ha llevado conseguir. Dejas de controlar la situación. Te vas abandonando y un día tienes fiebre. Otro, te das cuenta de que te pones la misma ropa todos los días porque no te vale nada, porque no te gustas, y te preguntas: «¿Qué ha pasado?». Lo que ha pasado es el tiempo. Un tiempo que has dedicado a hacer cosas importantes para los demás, pero no para ti. Y en ese proceso, el abandonado has sido tú. Creo que este pasito atrás ha sido la decisión más inteligente de mi vida. Si alguien me hubiera dicho que se podía estar como estoy ahora le habría acusado de mentir.
- ¿Sentía que tenía una cierta responsabilidad, como personaje público, de contar lo que le pasó?
- Está claro que yo tengo la oportunidad de escribir un libro y que la gente lo lea, pero no me he sentido obligado en absoluto. Esta historia la he ido escribiendo a un episodio por día durante el año y medio largo que me ha llevado recuperarme, intentando que las piezas encajaran, que tuviese sentido y que, como en una buena canción, tú entendieses que no hablo de mi vida sino de la tuya.
- En general, pedimos ayuda cuando la situación ya es desesperada. En su caso, tuvo que llegarle un vídeo a su hijo en el que le acusaban de salir a cantar borracho. ¿Hay una cierta vergüenza en mostrar debilidad?
- Claro. No es fácil reconocer que las cosas no van bien. Si no te va bien, no interesas tanto porque cuando uno alienta el fracaso, el fracaso llega más rápido. Mira cómo nos mostramos en las redes sociales e imagina en un mundo como este, tan cerrado, donde no eres capaz de sacar la cabeza porque no quieres que te vean, que te fotografíen. Desde que alguien decidió ponerle cámara a los móviles hemos perdido una parte de libertad salvaje. También de nuestra memoria. Es triste.
«Estoy en el mejor momento de toda mi puta vida. Lo sé porque he estado en el peor no hace demasiado»
- Cuando Aitana contó su depresión en un documental le preocupaba que la pudieran acusar de utilizarlo como una operación de marketing. ¿Teme algo así?
- [Reflexiona durante largos segundos] Esto no es ninguna moda, y te doy un ejemplo. En 2002 escribí una canción que cambiaría mi futuro para siempre, Devuélveme la vida. En esencia, es la historia más horrible que se puede escribir, habla de la necesidad de que te perdonen, de reconocer que no has hecho las cosas bien. Hace muchos años que me dedico a contar, a cantar, la verdad. Sí, yo quiero hacer canciones que gusten a la gente porque tengo que pagar facturas, pero nunca he antepuesto el dinero a ninguna decisión artística. Ganar dinero nunca ha sido lo más difícil para mí, lo más complicado ha sido encontrar el camino para escribir canciones que gusten a la gente, porque las canciones tienen muy pocas oportunidades. Antes nacían y se hacían mayores. Hoy nacen muertas, no tienen tiempo. Cuando consigues que un directivo de una discográfica plante un segundo su culo y te escuche tienes que estar muy seguro de que le enseñas lo correcto. Hay que trabajar mucho más que antes para que tu música tenga oportunidades.
- ¿Es más difícil ser artista hoy que hace 25 años?
- Los chicos jóvenes lo tienen muchísimo más difícil porque viven en un mundo donde todo tiene que ver con el hype, y eso viene y se va muy rápido. La presión que tienen que soportar para seguir arriba es infinitamente mayor que antes. A mí lo del algoritmo me ha pillado mayor y no me obsesiona, pero sí reconozco que me preocupa porque me permite seguir adelante.
- ¿Cómo ha cambiado la relación con su público después de esta salida del armario?
- Hay una máxima que dice que cuanto más quieres ser el número uno, más te alejas. Las grandes canciones no las puedes construir. Forman parte de una gran inspiración, de un gran momento, de una historia impresionante. Si te pasas la vida intentando conquistar público nuevo te olvidas del que te trajo hasta aquí. Y ese es el importante. Son, de alguna manera, tus creadores. Aquí la historia era cómo escribir el mejor disco de mi vida estando en el peor momento de la misma. Y lo he conseguido.
- Menuda crisis de los 50, la suya…
- No, no. Si hubiera sido una crisis de edad me hubiera comprado un deportivo. Esto ha sido un socavón muy profundo, una leche importante pero totalmente necesaria. Sólo tengo 52 y me queda mucho por hacer. ¿Sabes? Yo antes de conocer a Raphael pensaba que me iba a jubilar en cuanto tuviera algo ahorrado. Desde que lo conocí sé que no me voy a retirar nunca.
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