<p>El 22 de julio de 2005, <strong>Jean Charles de Menezes</strong>, un hombre brasileño de 27 años, fue abatido a tiros en un vagón del metro de Londres. <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2015/07/22/55afa7bf22601dd0438b459a.html» target=»_blank»>Fue la Policía Metropolitana londinense quien lo mató</a>. Menezes había sido <strong>confundido con Husein Osman, uno de los sospechosos de haber intentado detonar una bomba</strong>, también en el metro de Londres, un día antes. Aquel atentado fallido ocurría poco después de las desgraciadamente nada fallidas bombas del 7 de julio de 2005, que dejaron 52 muertos y 800 heridos.</p>
La miniserie de Disney+ comienza advirtiendo de la dureza de sus imágenes, pero no avisa de lo complejo de los dilemas morales que plantea
El 22 de julio de 2005, Jean Charles de Menezes, un hombre brasileño de 27 años, fue abatido a tiros en un vagón del metro de Londres. Fue la Policía Metropolitana londinense quien lo mató. Menezes había sido confundido con Husein Osman, uno de los sospechosos de haber intentado detonar una bomba, también en el metro de Londres, un día antes. Aquel atentado fallido ocurría poco después de las desgraciadamente nada fallidas bombas del 7 de julio de 2005, que dejaron 52 muertos y 800 heridos.
El cuerpo de policía estaba nervioso y superado. Y la operación que terminó con la muerte de Jean Charles de Menezes fue una chapuza. Porque ambas cosas son compatibles. Sospechoso: el asesinato de Jean Charles de Menezes nos lo cuenta. Desde los atentados del 7 de julio al final del juicio que sentó en el banquillo a los responsables del, quizá judicialmente también, asesinato de De Menezes.
Esta serie de cuatro episodios, creada por Kwadjo Dajan y Jeff Pope, toma decisiones muy interesantes para estructurar su relato. La primera es respetar el orden cronológico de los acontecimientos. Eso la maniata artísticamente, pues obliga a ceñirse a un guion necesariamente lineal y fuerza que los personajes entren y salgan de la historia de maneras poco vistosas. Sospechoso sabe que la realidad tiene ese funcionamiento y, en parte como decisión artística y en parte por respeto a quienes vivieron los hechos reales que rememora, respeta esa forma.
Así, Emily Mortimer, el rostro más conocido de Sospechoso, solo existe en los momentos en los que su personaje, Cressida Dick, la oficial de policía encargada de coordinar la operación chapucera, tiene algo que hacer o que decir. Es poco peliculero, eso. Y arriesgado. Y efectivo. Las tres cosas son, nuevamente, compatibles, igual que lo es tomar partido claro (recordemos que el título de la serie contiene la palabra «asesinato») y al tiempo proponer una reflexión adulta sobre la idea misma de la responsabilidad, un concepto que, para lo mucho que debería importar en la sociedad contemporánea, a veces parece molestarnos.
Mientras dirigía a sus hombres hacia Jean Charles de Menezes, Cressida Dick no era consciente de que estaba supliendo su falta de medios y de organización con un temerario exceso de confianza que la llevaría a juicio. Ni ella ni sus subordinados querían matar a un inocente, sólo faltaría, pero el caso es que sí lo hicieron. Y los familiares de ese inocente no estaban dispuestos a aceptar la excepcionalidad del momento y los nervios a flor de piel como eximentes. O como excusas. Que paguen los responsables, pedían. Que la responsabilidad enseñe su cara más desagradable, que también es la que debería hacer nuestras sociedades más fuertes.
Como tantas series ahora, Sospechoso: el asesinato de Jean Charles de Menezes, disponible en Disney+, comienza advirtiendo a los espectadores de la dureza de sus imágenes. Pero no advierte de la de sus dilemas morales. Kwadjo Dajan y Jeff Pope consideran que quien vea su serie es suficientemente inteligente como para encontrarlos por su cuenta. Incluso resolverlos.
Queriendo hacer el bien, uno puede terminar haciendo el mal. Las dos cosas son viables, simultáneas y no excluyentes. También lo es reconstruir con sobriedad una chapuza policial nada espectacular y convertirla en uno de los episodios más tensos de la televisión de los últimos tiempos, el segundo de Sospechoso. Advertencia: no son fáciles.
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