Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela: el cine que cura con sopapos (***)

<p>Las abuelas son encantadoras. Y lo son aún más cuando se les escapa un sopapo. Un pescozón de una abuela es mucho más gráfico que una señal de alarma. Avisa no de lo que has hecho mal sino de lo que vas hacer mal. No es tanto una muestra de cariño por lo que fue sino por lo que será. Y, por ello, es prueba irrefutable de amor incondicional que no necesita pruebas ni demostraciones de ningún tipo. Es amor porque sí. Antes que doler, cura.<strong> Más que hacer daño, un sopapo de abuela pone las cosas en su sitio.</strong> Ordena el mundo.</p>

Seguir leyendo

 El debutante Pat Boonnitipat compone un melodrama tan exquisitamente obvio como irrenunciable. Y con sus gramos de mala leche  

Las abuelas son encantadoras. Y lo son aún más cuando se les escapa un sopapo. Un pescozón de una abuela es mucho más gráfico que una señal de alarma. Avisa no de lo que has hecho mal sino de lo que vas hacer mal. No es tanto una muestra de cariño por lo que fue sino por lo que será. Y, por ello, es prueba irrefutable de amor incondicional que no necesita pruebas ni demostraciones de ningún tipo. Es amor porque sí. Antes que doler, cura. Más que hacer daño, un sopapo de abuela pone las cosas en su sitio. Ordena el mundo.

A la abuela de Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela se le escapan varias hostias. No exactamente como las que repartía Amparo Baró en Siete vidas, pero casi. El suyo es un desdén con forma de bofetada virtual a unos hijos y un nieto que, la verdad, dan mucho trabajo. Digamos que es desde aquí, desde la certeza del sopapo geriátrico, lamámosle así, desde donde el director tailandés debutante Pat Boonnitipat compone un melodrama en el sentido más estricto, familiar y, si se quiere, obvio de la palabra. Sin exhibicionismos, simplemente consciente de que una abuela libre de marca es ya un concepto en sí mismo.

Se cuenta la historia de un nieto gandul dispuesto a aprovecharse de la enfermedad terminal de su abuela. Su plan es sencillo: convertirse primero en nieto ideal y luego, que será pronto, heredar. Para lograrlo deberá hacer cosas que nunca imaginó como dedicar tiempo a su hasta entonces ignorada yaya. Lo que sigue es fácilmente imaginable. Digamos que Boonnitipat ni quiere ni desea pasar por el director más original del mundo. Sus referencias no son el alto melodrama clásico de Kirk Douglas ni el melodrama sofisticado y posmoderno de Almodóvar ni el melodrama geométrico de Wes Anderson. No, sus referencias van más por el melodrama de sobremesa de toda la vida. Pero, y esto es lo que cuenta, funciona. Y lo hace porque cada actor, cada gesto, cada línea de guion trabaja en el mismo sentido: la emoción limpia y libre de cinismos.

Pero sobre todo, Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela convence sin el menor amago de duda porque cuando uno se despista, la abuela, da lo mismo cual, nos da un sopapo. Y pocos argumentos tan convincentes. Se diría que perfectos.

Dirección: Pat Boonnitipat. Intérpretes: Putthipong Assaratanakul, Usha Seamkhum, Sanya Kunakorn, Sarinrat Thomas, Pongsatorn Jongwilak. Duración: 126 minutos. Nacionalidad: Tailandia.

 Cultura

Recomendación