Desmayos, sudor y lágrimas: la noche en la que Duki dejó sin aliento a Buenos Aires

<p>Dicen los argentinos que en este país hay dos cosas sagradas: el fútbol y el rock and roll. Pero ahora ha nacido una tercera: el trap. O como se quiera llamar a esa amalgama de música urbana con influencias de electrónica, <i>metal </i>y hasta tango que ha proliferando en Buenos Aires hasta expandirse por el mundo. Y, sobre todos ellos, Duki. <strong>El más argentino entre los argentinos. El que mejor encarna esa pasión desbordada hasta perder el aire</strong> y que tan bien define a una sociedad dada a la entrega excesiva. Hasta el más absoluto desfallecimiento.</p>

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 El argentino dejó un reguero de cuerpos extasiados y un ‘show’ de trap mezclado con ‘metal rock’ que le afianza como referente del urbano  

Dicen los argentinos que en este país hay dos cosas sagradas: el fútbol y el rock and roll. Pero ahora ha nacido una tercera: el trap. O como se quiera llamar a esa amalgama de música urbana con influencias de electrónica, metal y hasta tango que ha proliferando en Buenos Aires hasta expandirse por el mundo. Y, sobre todos ellos, Duki. El más argentino entre los argentinos. El que mejor encarna esa pasión desbordada hasta perder el aire y que tan bien define a una sociedad dada a la entrega excesiva. Hasta el más absoluto desfallecimiento.

Eso fue lo que se pudo ver anoche en el Movistar Arena de Buenos Aires -no confundir con el de Madrid- donde los cuerpos inertes, en la pura literalidad del término, se agolpaban en los laterales del recinto. Atendidos por los servicios de prevención, desfallecidos por el trap de intensidad máxima que el gran representante del género urbano en Argentina, fundador del movimiento al que se han adherido Bizarrap, Tini, Nickie Nicole, María Becerra…, imprimió durante casi dos horas de concierto. Subiendo la temperatura de un recinto que comenzó oliendo a tabaco y marihuana para acabar empapado en el sudor adolescente de unos chavales que iban renunciando a su camiseta con el paso de las canciones o sucumbiendo a la carga del ambiente hasta el desmayo, contado por decenas. Todo provocado por un Duki que en su octavo concierto en ese lugar -aún anunció un noveno en noviembre- jugó a ser Dios. Es decir, Maradona.

Aún faltaban minutos para que el cantante saltara al escenario, acompañado por una espectacular banda de metal y por su cuerpo de baile masculino, cuando ya resonaban en las paredes del recinto los olé, olé, olé, Duko, Duko que se repitieron durante el espectáculo. Los mismos que le cantaban en La Bombonera al Diego. Mientras tanto, Duki esperaba en el camerino tras una pequeña clase de técnica vocal. «No estaba nervioso hasta que he tenido esa clase. Algo se activó, pá», reconocía el artista, en una brevísima conversación con este diario a escasos minutos de iniciar su concierto en su camerino. «Ahora no puedo hablar más». Porque lo que iba que decir sería en el escenario.

Allí apareció el bonaerense con buena parte de los temas que conforman su último disco, Ameri. Arrancó como lo hacía ese álbum con el preludio de Leitmotiv y el trap fulgurante de Nueva Era, su colaboración con Myke Towers y la demostración palpable de sus inicios, Rapeando a un ritmo endiablado que ya le llevó en 2016 a ganar la extinta competición de free style. El quinto escalón y que fue encendiendo el ambiente. Como si de una escucha de ese proyecto se tratara fueron cayendo, en el mismo orden, todas sus canciones: Brindis, Buscarte lejos, Imperio, Hardaway, Cine, Vida de rock… Y así hasta llegar a Barro. Apenas pudo cantar Duki el verso más emblemático del tema, que gritaban los 13.000 espectadores del Movistar Arena a coro. Ese Mi gente cantando mi tema como una hinchada / Y mi mejor frase en la pared pintada. Porque las lágrimas chorreaban por su mejilla. «Los años pasan, pero gracias por elegirme todos los días», sollozaba antes de que Un día más y Wake up devolvieron el sonido incesante del bombo mientras la gente botaba como loca.

Duki, en el inicio de su concierto en Buenos Aires
Duki, en el inicio de su concierto en Buenos AiresJuli García

«Se acabó la parte sentimental, vayan buscando las salidas de emergencia», advertía el cantante en el cierre de ese primer tramo. Y de la oscuridad surgió la banda para transportar el concierto hacia Rockstar, puro trap del que cantar y bailar hasta perder la respiración, convertido en este directo en una canción de metal rock. Al igual que 01 dE ENEro con la batería de Andi Vilanoba, el bajo de Julián Emmanuel Montes y el teclado de Yesan convirtiendo la noche más en un espectáculo de Rage Against the Machine o de Metallica que en algo del género urbano. «Ruido fuerte para la banda. Estoy enamorado de la música, mi sueño siempre fue tener una banda de rock», remarcaba Duki. Que, al menos por una noche, lo consiguió.

Hubo tiempo aún para que el ritmo bajara con Vuelta a la luna -de sus inicios en 2018 con YSY A y Neo Pistea- y No me llores, que dejó el Movistar Arena en silencio hasta que todo el público coreó Ella me dice: No llores / Que aprenda de los errores / En mi vaso, hay colores / Pa’ matar el mal de amores. Pero la temperatura volvió a dispararse cuando Duki rapeó a dúo con un niño que apenas llegaría a los 10 años Goteo y sacó el reguetón más clásico con Antes de perderte. Fue ese el momento en que el sudor comenzó a correr a ritmo de perreo por los chavales que se repartían por la pista del recinto. Y también el momento en el que empezaron a actuar los servicios de emergencia, entregando vasos de agua a los presentes y sacando a las esquinas a los que no podían resistir aquella atmósfera. Hasta el propio cantante tuvo que frenar en un momento el show porque sus auriculares habían colapsado.

Y eso que, como último bloque, aún tenía Duki preparada una batería de hits. «Estamos acabando ya, no quiero que se les quede nada dentro y que se vayan relajados a sus casas», espetaba el artista mientras de fondo se filtraban los primeros acordes de Hello Cotto, que interpretó en su gran mayoría con una toalla negra cubriéndole por completo la cabeza, sin mostrar su rostro. Ese ritmo pegajoso para dejar claro que él sigue siendo auténtico, real, el chaval que salió de las calles y que ahora en la cima de la industria no ha renunciado. Lo mismo que en Hitboys, que sirvió como paso para el gran himno argentino en el que se ha convertido Malbec, símbolo del último Mundial que ganó Argentina y la enésima colaboración entre Duki y Bizarrap.

Aún faltaban por detonar She Don’t Give a Fo -seguramente el estribillo y el ritmo más pegadizos del argentino- y Givenchy, el canto al éxito que ha levantado en apenas unos años Duki. Reflejado ayer en las filas de personas tumbadas en los extremos de la sala por el calor y la entrega excesiva. Pura Argentina.

12/6 – Galicia, Festival O Son do Camiño

14/6 – Marbella, Festival Starlite

20/6 – Gran Canaria, Festival Boombastic

27/6 – La Rioja, Festival Holika

4/7 – Cádiz, Concert Music Festival

5/7 – Sevilla, Puro Latino

11/7 – Almería, Puro Latino

18/7 – Valencia, Festival Zevra

8/10 – Zaragoza, Fiestas del Pilar Festival

10/10 – Sevilla, Live Sur Stadium Cartuja

12/10 – A Coruña, Coliseum

24/10 – Barcelona, Palau Sant Jordi

27/10 al 29/10 – Madrid, WiZink Center

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