<p>Decía Foucault, el gran teórico del poder, que el poder y el placer no se anulan; «se persiguen y se reactivan». Y, dos pasos más allá, de forma más gráfica y contundente, también afirmaba que <strong>es «el fascismo en todos nosotros, en nuestras cabezas y en nuestro comportamiento cotidiano,</strong> el que nos hace amar el poder, desear lo mismo que nos domina y nos explota». <i>El aspirante, </i>de Juan Gautier, es a su modo una película <i>foucaultina</i>. No por francesa, que quizá un poco sí, sino por incómoda, lúcida y hasta violenta. Y por su claridad a la hora de registrar y describir los mecanismos no tan ocultos de, en efecto, el poder. Sobre el papel se trata de una película de novatadas entre estudiantes. Nada más. Nada más inocente. Los veteranos establecen las reglas del juego y los nuevos las cumplen. Nada que no hayamos visto ya en cualquier película universitaria entregada a celebrar el caos y el placer. Todo sea por socializar. Y así hasta que el monstruo asoma primero la pata y luego todo lo demás.</p>
Juan Gautier debuta en el largometraje de ficción con ‘El aspirante’, una disección de los mecanismos de poder y dominación en el escenario de las novatadas de los colegios mayores que ganó en el Atlántida Film Fest
<p>Decía Foucault, el gran teórico del poder, que el poder y el placer no se anulan; «se persiguen y se reactivan». Y, dos pasos más allá, de forma más gráfica y contundente, también afirmaba que <strong>es «el fascismo en todos nosotros, en nuestras cabezas y en nuestro comportamiento cotidiano,</strong> el que nos hace amar el poder, desear lo mismo que nos domina y nos explota». <i>El aspirante, </i>de Juan Gautier, es a su modo una película <i>foucaultina</i>. No por francesa, que quizá un poco sí, sino por incómoda, lúcida y hasta violenta. Y por su claridad a la hora de registrar y describir los mecanismos no tan ocultos de, en efecto, el poder. Sobre el papel se trata de una película de novatadas entre estudiantes. Nada más. Nada más inocente. Los veteranos establecen las reglas del juego y los nuevos las cumplen. Nada que no hayamos visto ya en cualquier película universitaria entregada a celebrar el caos y el placer. Todo sea por socializar. Y así hasta que el monstruo asoma primero la pata y luego todo lo demás.</p>
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