España tiene 17 millones de euros para crear una sonda de la talla de una lavadora que se destruya en 12 horas

El problema de la basura espacial es un asunto sobre el que las agencias espaciales alzan la voz recurrentemente. Según los últimos datos disponibles de la ESA, actualmente hay en la órbita de la Tierra más de un millón de objetos que se consideran desechos espaciales.

La ESA —siglas en inglés de Agencia Espacial Europea—, define los desechos espaciales como “todos los objetos artificiales no funcionales, incluidos los fragmentos y elementos de los mismos, en órbita terrestre o que vuelven a entrar en la atmósfera terrestre”. Esta categoría comprende todo aquello que sea mayor de 1 centímetro de tamaño, que sería lo suficientemente grande como para causar “daños catastróficos”.

La basura espacial es el resultado de los aproximadamente 6.740 lanzamientos realizados desde el comienzo de la era espacial —excluidos los fallos—. Durante estos años hemos puesto en órbita terrestre unos 19.590, de los cuales alrededor de 13.230 todavía están en el espacio, pero solo unos 10.200 funcionan.

Pero la ESA y España tienen un plan para acabar con esto.

Así es como España participa en la misión DRACO de la ESA

La ESA está preparando la misión DRACO, siglas en inglés de ‘Destructive Reentry Assessment Container Object’. El objetivo principal de este proyecto es construir una cápsula que sea capaz de alcanzar la órbita terrestre solo para, horas después, volver a entrar a la atmósfera a ‘morir’. No sin antes, claro, enviar su valiosa telemetría del proceso.

“A lo largo de casi setenta años de vuelos espaciales, unos 10.000 satélites y cohetes intactos han reentrado en la atmósfera, y muchos más lo harán en el futuro. Sin embargo, para ser un acontecimiento tan frecuente, seguimos sin tener una visión clara de lo que realmente le sucede a un satélite durante sus últimos momentos mientras se quema”, explican desde la ESA.

Para lograr este hito en la investigación espacial, la agencia ha firmado un contrato de 17 millones de euros con Deimos Space, una empresa con sede en España que se encargará de desarrollar el satélite de la misión DRACO en Puertollano, en la provincia de Ciudad Real.

El acuerdo para la primera fase, con un presupuesto de tres millones de euros, se ha firmado este martes y marca el inicio de un proyecto pionero en el ámbito de la sostenibilidad espacial, que supondrá la primera demostración mundial de un proceso de desintegración controlada en la atmósfera terrestre.

El lanzamiento de la misión DRACO está previsto para 2027.

DRACO: una cápsula con la última tecnología espacial

El satélite DRACO, de unos 200 kilos de peso y del tamaño de una lavadora, no tendrá un sistema de propulsión ni sistemas de navegación y comunicación conectados, ya que no se controlará directamente: “La mayoría de las reentradas son incontroladas, los satélites permanecen pasivos mientras la atmósfera los engulle, y el objetivo de DRACO es imitar una reentrada típica en la medida de lo posible”, explica la ESA.

En cambio, DRACO aprovechará el empuje del cohete con el que se lance para alinearse para una reentrada rápida. Tras un vuelo de no más de 12 horas, durante el cual alcanzará una altitud máxima de 1.000 kilómetros, la sonda reentrará sobre una zona deshabitada del océano.

A diferencia de experimentos anteriores, los sensores de Draco medirán las temperaturas, evaluarán la tensión en las diversas partes del propio satélite y registrarán la presión circundante. Cuatro cámaras adicionales apuntarán a la nave espacial para observar la destrucción y recopilar información contextual.

En sus últimos momentos, sus 200 sensores y cuatro cámaras registrarán su abrasadora desaparición y almacenarán el resultado de forma segura.

El difícil proceso de recuperar los datos

Probablemente te estés preguntando cómo se podrán recuperar los datos que recopile la misión si el satélite se desintegra. La clave está en que esta sonda deberá integrar una pequeña cápsula, de aproximadamente 40 centímetros, que sobreviva a las condiciones extremas de la reentrada en la atmósfera.

La cápsula de 40 centímetros “podría girar y caer a gran velocidad”, pero tiene que ser capaz de “abrir un paracaídas independientemente de su orientación y velocidad inicial”, indican desde la ESA.

Una vez desplegado el paracaídas, la cápsula descenderá más suavemente, lo que le permitirá conectarse con un satélite geoestacionario situado por encima para transmitir los datos recogidos. La cápsula dispondrá de unos 20 minutos para enviar la telemetría antes de precipitarse al océano y dar por concluida la misión.

Impacto de la misión en España

El contrato de 17 millones de euros no solo impulsará la tecnología espacial en Europa, sino que también duplicará la plantilla de Deimos en Puertollano, alcanzando los 80 trabajadores, principalmente ingenieros. Además, se construirá una instalación de cámara limpia de 400 metros cuadrados en la ciudad para integrar el satélite.

El proyecto pondrá a España —y a un pequeño municipio como Puertollano— en el mapa del sector aeroespacial, demostrando, como ya lo están haciendo otras empresas en nuestro país, que en el New Space hay también lugar para otras compañías más allá de los gigantes que cada día cubren las portadas de la prensa.

 La Agencia Espacial Europea ha concedido a la empresa Deimos Space un contrato millonario para desarrollar en Puertollano la misión DRACO, cuyo objetivo es luchar contra la basura espacial.  

El problema de la basura espacial es un asunto sobre el que las agencias espaciales alzan la voz recurrentemente. Según los últimos datos disponibles de la ESA, actualmente hay en la órbita de la Tierra más de un millón de objetos que se consideran desechos espaciales.

La ESA —siglas en inglés de Agencia Espacial Europea—, define los desechos espaciales como “todos los objetos artificiales no funcionales, incluidos los fragmentos y elementos de los mismos, en órbita terrestre o que vuelven a entrar en la atmósfera terrestre”. Esta categoría comprende todo aquello que sea mayor de 1 centímetro de tamaño, que sería lo suficientemente grande como para causar “daños catastróficos”.

La basura espacial es el resultado de los aproximadamente 6.740 lanzamientos realizados desde el comienzo de la era espacial —excluidos los fallos—. Durante estos años hemos puesto en órbita terrestre unos 19.590, de los cuales alrededor de 13.230 todavía están en el espacio, pero solo unos 10.200 funcionan.

Pero la ESA y España tienen un plan para acabar con esto.

Así es como España participa en la misión DRACO de la ESA

La ESA está preparando la misión DRACO, siglas en inglés de ‘Destructive Reentry Assessment Container Object’. El objetivo principal de este proyecto es construir una cápsula que sea capaz de alcanzar la órbita terrestre solo para, horas después, volver a entrar a la atmósfera a ‘morir’. No sin antes, claro, enviar su valiosa telemetría del proceso.

“A lo largo de casi setenta años de vuelos espaciales, unos 10.000 satélites y cohetes intactos han reentrado en la atmósfera, y muchos más lo harán en el futuro. Sin embargo, para ser un acontecimiento tan frecuente, seguimos sin tener una visión clara de lo que realmente le sucede a un satélite durante sus últimos momentos mientras se quema”, explican desde la ESA.

Para lograr este hito en la investigación espacial, la agencia ha firmado un contrato de 17 millones de euros con Deimos Space, una empresa con sede en España que se encargará de desarrollar el satélite de la misión DRACO en Puertollano, en la provincia de Ciudad Real.

El acuerdo para la primera fase, con un presupuesto de tres millones de euros, se ha firmado este martes y marca el inicio de un proyecto pionero en el ámbito de la sostenibilidad espacial, que supondrá la primera demostración mundial de un proceso de desintegración controlada en la atmósfera terrestre.

El lanzamiento de la misión DRACO está previsto para 2027.

DRACO: una cápsula con la última tecnología espacial

El satélite DRACO, de unos 200 kilos de peso y del tamaño de una lavadora, no tendrá un sistema de propulsión ni sistemas de navegación y comunicación conectados, ya que no se controlará directamente: “La mayoría de las reentradas son incontroladas, los satélites permanecen pasivos mientras la atmósfera los engulle, y el objetivo de DRACO es imitar una reentrada típica en la medida de lo posible”, explica la ESA.

En cambio, DRACO aprovechará el empuje del cohete con el que se lance para alinearse para una reentrada rápida. Tras un vuelo de no más de 12 horas, durante el cual alcanzará una altitud máxima de 1.000 kilómetros, la sonda reentrará sobre una zona deshabitada del océano.

A diferencia de experimentos anteriores, los sensores de Draco medirán las temperaturas, evaluarán la tensión en las diversas partes del propio satélite y registrarán la presión circundante. Cuatro cámaras adicionales apuntarán a la nave espacial para observar la destrucción y recopilar información contextual.

En sus últimos momentos, sus 200 sensores y cuatro cámaras registrarán su abrasadora desaparición y almacenarán el resultado de forma segura.

El difícil proceso de recuperar los datos

Probablemente te estés preguntando cómo se podrán recuperar los datos que recopile la misión si el satélite se desintegra. La clave está en que esta sonda deberá integrar una pequeña cápsula, de aproximadamente 40 centímetros, que sobreviva a las condiciones extremas de la reentrada en la atmósfera.

La cápsula de 40 centímetros “podría girar y caer a gran velocidad”, pero tiene que ser capaz de “abrir un paracaídas independientemente de su orientación y velocidad inicial”, indican desde la ESA.

Una vez desplegado el paracaídas, la cápsula descenderá más suavemente, lo que le permitirá conectarse con un satélite geoestacionario situado por encima para transmitir los datos recogidos. La cápsula dispondrá de unos 20 minutos para enviar la telemetría antes de precipitarse al océano y dar por concluida la misión.

Impacto de la misión en España

El contrato de 17 millones de euros no solo impulsará la tecnología espacial en Europa, sino que también duplicará la plantilla de Deimos en Puertollano, alcanzando los 80 trabajadores, principalmente ingenieros. Además, se construirá una instalación de cámara limpia de 400 metros cuadrados en la ciudad para integrar el satélite.

El proyecto pondrá a España —y a un pequeño municipio como Puertollano— en el mapa del sector aeroespacial, demostrando, como ya lo están haciendo otras empresas en nuestro país, que en el New Space hay también lugar para otras compañías más allá de los gigantes que cada día cubren las portadas de la prensa.

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