«Estaríamos tristes y enfadados si llenáramos un estadio con un disco que fuera un puto truño»

<p>Uno, dos, tres, cuatro. <strong>Carolina Durante</strong> ha cambiado.</p>

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 La banda madrileña ha sofisticado su sonido con su tercer álbum, ‘Elige tu propia aventura’, que se publica este viernes  

Uno, dos, tres, cuatro. Carolina Durante ha cambiado.

«Tampoco es que estemos haciendo electrocumbia, eh. Pero es una condena estar el resto de nuestra vida haciendo la misma música».

Siguen siendo los mismos cuatro chavales que hace ocho años montaron un grupo, sí. Siguen cantando a sus colegas, a sus ligues y sobre sus juergas, también. Y, sobre todo, siguen haciéndolo por el más simple y puro disfrute. Pero su tercer disco, Elige tu propia aventura, que saldrá este viernes, ya no escupe las letras a la cara de sus fans: la melodía ha ganado terreno, el sonido es más depurado y a la fórmula bajo-guitarra-batería-voz se le han añadido elementos como el piano. «Como suena este disco es como le hubiese gustado sonar al primero, pero cuando hicimos nuestro primer disco fue como lanzar un bebé a una piscina y ver si flotaba. Y no solo flotó sino que salió ganador. Era un poco ir a la guerra porque no teníamos ni puta idea. Y ahora tenemos muchos más recursos y mucha más confianza», apunta el bajista, Martín Vallhonrat.

¿Eso implica que Carolina Durante ha madurado? ¿Que la etapa de Cayetano, el himno generacional que alumbraron en 2018 y que acumula más de 10 millones de escuchas en Spotify, ha muerto? «No creo que sea una cosa de crecer, ha sido el paso del tiempo. Es una manera de no aburrirnos, vamos para ocho años y hay que buscar nuevas maneras de hacer música. Se me han hecho cortísimos estos ocho años, tío. Da vértigo la velocidad a la que nos va todo», argumenta el vocalista, Diego Ibáñez. «No es que tengamos que hacer otra cosa, es que nos apetece porque ya nos aburríamos. Lo olimos en cuanto hicimos tres canciones. ¿Estaban bien? Sí, podríamos sacarlas perfectamente, pero no nos aportaban. En la música que hemos hecho hasta ahora se puede ver un estilo muy claro, podemos hacer 4.500 canciones más así, pero no queríamos quedarnos apresados en ese molde», aporta el guitarrista, Mario del Valle.

Para ello, los cuatro [el cuarto es el batería Juan Pedrayes, que durante la entrevista ejerce de mero oyente y cuya única frase es, entre risas y ya apagada la grabadora: «Yo cuando se ponen intensos paso, tío»] decidieron dejar su estudio en Madrid y en los días libres de su gira en México, Colombia y Argentina encerrarse a tocar y a escribir en otros de esos países. Cuando les pareció que las canciones estaban en su punto, se fueron a Bristol. Las grabaron con la producción de Ali Chant, que ha colaborado con PJ Harvey, Yard Act o Lime Garden. «Este disco está siendo bastante buena aventura desde el proceso de composición, pero todavía nos queda lo mejor que es girar», reconoce Martín jugando con el título del álbum, un trabajo con «mucha más cabeza» en lo gráfico o en los vídeos de promo, pero donde lo que sigue importando son «las putas canciones».

Una sobre el hastío juvenil (Joderse la vida), otra con la nostalgia inherente de una ruptura (Verdes césped), otra simplemente sobre la necesidad de un café (Tomé café)… No busquen más allá, no hay bajo sus letras ninguna intención más. «Todavía no hemos hecho ningún disco en el que deliberadamente buscásemos nada a nivel lírico. Lo que sale es lo que sale, lo siento mucho. Hablo de mi vida y no voy a contarte que es Fantasía 3000. Claro que nuestra vida es una puta mega aventura, si mis amigos vivieran esa vida lo fliparían en colores. No sé, tronco, solo sale lo que le importa a todo el mundo», reconoce Diego. Y agrega Mario: «La verdad es que no nos paramos a analizar sobre lo que escribimos hasta que no venís los periodistas a preguntarnos. Pero es que el pop siempre ha sido lo llano, lo cotidiano…. ¿Qué pinta Antonio López? Un lavabo o una ventana que se refleja. Pues nosotros cantamos del café que te tomas de más».

Porque si algo brota en su música -y en ellos- es lo espontáneo en tiempos de sobreanálisis y eso que ha venido en llamarse overthinking. Igual que cantan al café, Diego te cuenta que trabajando en un torneo de tenis se inventó la muerte de su tía para poder irse a un bolo de la banda. Lo mismo que en una canción se les cuela el Tempo 2, un antro inclasificable en Malasaña, te dicen que un día a punto estuvieron de entrar en un puti pensando que era una cafetería. «Creo que esta generación piensa bastante más en cómo se siente emocional y psicológicamente que las anteriores. Y la realidad es que vamos a toda polla y estamos en una huida hacia adelante todo el rato. Todos los que vivimos en la ciudad vamos a rebufo de lo que se espera de nosotros. Yo ya sé que el mundo es una puta locura y una basura, pero necesito dejarme un poco en paz. Claro que hay cosas de las que hay que ser consciente y revisarse, pero cada mínimo detalle de tu vida cotidiana no tiene que estar bajo sospecha», expone Martín.

«Es un coñazo hablar de tus propias canciones, tío. Hacemos lo que podemos, ¿sabes? Hay un bum del ‘por qué has dicho esto’. Y yo qué coño sé. Solo soy un tarao con otros tres haciendo canciones y la gracia es que las escuches y sientas algo. No que venga yo a decirte lo que quiero transmitir», asegura Diego. Y lo cierra Mario: «Vivimos en la paranoia y en el sobreanálisis, que nos llevan a no sentir y a la ansiedad. Eso acaba en un sentimiento de culpa y en un bajón heavy». Y si a ese sobreanálisis se le añaden unas desmedidas expectativas de éxito, el cóctel es similar al de mezclar una botella de Jim Bean con una tableta de benzodiacepinas. «Pensar que llenar el Bernabéu es un éxito es caer en la filosofía de Llados, tío, y el arte no es eso. Eso es una putada porque si te pones en esa tesitura, tienes que dejar de escribir canciones. Lo normal es que te la pegues», señala Diego.

La contraposición que se establece desde el grupo es que «solo hacer un concierto ya es la hostia» frente al «prisma creciente del capital, de las ventas, de generar dinero y números». «Yo tengo muy claro que empecé a hacer música por pasármelo bien con mis colegas. Evidentemente vas cumpliendo hitos y quieres más y más. Sería una gran mentira decir que no nos importa que a la gente se la sude nuestro disco. Ojalá guste más que el anterior, pero si no es así, chico, qué le vamos a hacer», arranca Diego. Y, tras un parón, sigue: «Si me dicen que vamos a llenar un estadio con un disco que nos parece un puto truño, hecho por otra personas con canciones de mierda, estaría triste y enfadado. Aunque fuese una garantía de éxito comercial y de pasta, te lo juro por mi madre, me daría vergüenza».

¿Qué es entonces el éxito para Carolina Durante? «Nuestras bases son tener una vida digna y pagar nuestras mierdas, pasar tiempo con nuestra familia y tener buena salud. Y todo lo que venga después, de puta madre», responde Martín. «Mira, tío, Juan y yo tocamos también en Axolotes Mexicanos y estamos en otro nivel. Pero, joder, vienen chavales que son muy fans, te saludan y se van felices a casa. Para mí eso es un éxito rotundo», culmina Mario.

Uno, dos, tres, cuatro. Hasta aquí han llegado.

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