<p><strong>Fatma Hassona</strong> se ha convertido sin querer en la única protagonista posible del presente <strong>Festival de Cannes</strong>. De Fatma Hassona apenas hemos visto solo su cara. Siempre (o casi) con un hiyab diferente, Fatma Hassona habla desde Gaza. Lo hace en un inglés sonriente y claro. Cuenta su vida, la de su hermano pequeño, la de sus padres, la de su familia que no acaba, cuenta su deseo de viajar a Roma y enseña sus fotografías.</p>
La fotógrafa murió junto a seis miembros de su familia el 16 de abril, días después de que se anunciara que la película de Sepideh Farsi de la que ella es protagonista estaría en el Festival
Fatma Hassona se ha convertido sin querer en la única protagonista posible del presente Festival de Cannes. De Fatma Hassona apenas hemos visto solo su cara. Siempre (o casi) con un hiyab diferente, Fatma Hassona habla desde Gaza. Lo hace en un inglés sonriente y claro. Cuenta su vida, la de su hermano pequeño, la de sus padres, la de su familia que no acaba, cuenta su deseo de viajar a Roma y enseña sus fotografías.
Fatma Hassona es fotógrafa y las imágenes que deja ver de su barrio en Gaza son retratos de una desolación lejana y, sin embargo, tan nuestra. El fracaso que la rodea y que ella fotografía es, sin duda, nuestro fracaso.
A Fatma Hassona la conocimos el jueves que se proyectó la película de la que ella es protagonista en la sección Acid del Festival de Cannes. Pero si atendemos a la cronología que ordena el documental, la primera vez de verdad que la vimos fue el 1 de mayo de 2024.
Ese fue el día que Sepideh Farsi, la directora, y ella, Fatma Hassona, se conocieron por Zoom. Y la última, el 15 de abril de este año. En esta conversación, la realizadora le contaba a Fatma Hassona que la película que llevaban haciendo juntas un año entero había sido seleccionada en el Cannes. Y Fatma Hassona se alegraba. Y hacía planes para ir a la ciudad francesa.
Un día después, el 16 de abril, Fatma Hassona era asesinada junto a seis miembros de su familia por el ejército israelí. Fatma Hassona es la única mujer del Festival de Cannes.
Put Your Soul on Your Hand and Walk(Pon el alma en tu mano y camina) es el título de la película. La frase la pronuncia Fatma Hassona en un momento para describir no tanto su estado de ánimo, que también, como su estado de vida, siempre condenada a, pese a todo, mirar y tirar hacia adelante. Sin nada más que, en efecto, el alma, el alma sobre la palma de la mano.
La película que proponePut Your Soul on Your Hand and Walk, en verdad, no la vemos. Toda ella no es más que una sucesión ininterrumpida de conversaciones, cerca de 20, vía Zoom. Fatma Hassona dialoga con Farsi, pero su tema de conversación no es en sentido estricto la Guerra de Gaza. El genocidio, antes que guerra, discurre en segundo plano. O mejor, el genocidio lo ocupa todo pero desde dentro, o desde fuera del encuadre, como se quiera. Fatma Hassona se muestra orgullosa de vivir donde vive. Confiesa que ella, al contrario de Farsi, que se fue de Irán con 18 años, no piensa irse. «Me gustaría viajar por todo el mundo, pero siempre volvería», dice.
Habla de sus miedos, de sus preocupaciones y de sus anhelos, que, pese a todo, son lo que más le pesa. Y mientras tanto, en la conversación se cuelan francotiradores, bombas de fósforo, edificios derrumbados por los bombardeos y el sonido ensordecedor de un avión. «Son Apaches», dice. «¿Y qué quieren conseguir?», pregunta la directora. «¿Que qué quieren? Muy sencillo, matarnos», contesta y no puede ocultar una carcajada. Fatma Cassona ríe. Y lo hace constantemente para darse ánimos, para no dejarse arrebatar la sonrisa.
«¿Quieres escuchar una canción?», dice, y acto seguido hace sonar la música compuesta por ella en su laptop. Pero Fatma Hassona sabe llorar. Y cuando lo hace se diría que inventa el llanto. Por su profundidad, por su angustia, por la certeza de un vacío que todo lo arrasa. «Esta es mi amiga Mahasen», enseña su foto. «Tenía 31 años cuando murió en Tal Al-Zaatar. Era una artista muy talentosa». Y enseña sus bordados con formas de animales, de animales vivos.
En un momento dado, Fatma Hassona recuerda una frase de la película Cadena perpetua: «La esperanza es algo muy peligroso». Farsi le habla del libro de Virginia Woolf Una habitaciónpropia cuando Fatma Hassona le describe su vivienda y le dice que le gusta estar sola. Fatma Hassona se muestra deprimida. Y llora. Y se recupera. Y ríe.
Fatma Hassona murió, ya se ha dicho, sin poder enseñar su película. Un retrato de ella preside la sala de prensa y cineastas de todo el mundo, desde Juliette Binoche a Pedro Almodóvar pasando por Joaquin Phoenix y Pedro Pascal, han firmado una carta condenando el silencio sobre el genocidio de Gaza. Binoche, presidenta del Jurado, lo ha hecho justo después de ver su película, la película de Fatma Hassona. Fatma Hassona tenía 24 años cuando la asesinaron.
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