Halfdan Ullmann, el nieto de Ingmar Bergman y Liv Ullmann premiado en Cannes: «Soy más privilegiado por ser noruego y blanco que por mis abuelos»

<p>Es alto como su abuelo y noruego como su abuela. Es más, se diría que su altura puede a su ‘<i>norueguidad</i>’ (si es que algo así existe). <strong>Halfdan Ullmann Tøndel </strong>es el director de <i>’La tutoría</i>’ recién presentada en la Seminci de Valladolid, es también el ganador de la última Caméra d’or que el Festival de Cannes otorga al mejor director debutante y, ya se ha dicho, es, por encima de cualquiera a su alrededor, altísimo. Pero, sobre todo, en lo que se detiene cualquier nota biográfica por breve que sea es que es nieto de quien es nieto. No hay constancia de lo que le sucedía a los descendientes de Mozart cada vez que se acercaban a un piano, pero, casi seguro, les daba calambre. En cambio, a Halfdan Ullmann Tøndel, directo sucesor del director de <i>’Persona’, ‘Gritos y susurros’ </i>y<i> ‘Secretos de un matrimonio'</i>, y de la actriz de ‘<i>Persona’, ‘Gritos y susurros’ </i>y <i>’Secretos de un matrimonio’, </i>el cine, antes que provocarle espasmos, le divierte y hasta relaja y no se cansa de repetir que no, que no le intimida ser quien finalmente no le queda más remedio que ser. «Tengo que reconocer que cuando presenté mi película en Cannes, por un momento sopesé seriamente cambiarme el nombre y hacerme tarjetas de visita con mi nuevo nombre: <strong>Nieto de Liv Ullmann e Ingmar Bergman»</strong>, dice, se toma un segundo y suelta una carcajada.</p>

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 El director presenta en la Seminci ‘La tutoría’, una tan angustiosa como absorbente aproximación a la paternidad protagonizada por una descomunal Renate Reinsve  

Es alto como su abuelo y noruego como su abuela. Es más, se diría que su altura puede a su ‘norueguidad’ (si es que algo así existe). Halfdan Ullmann Tøndel es el director de ‘La tutoría’ recién presentada en la Seminci de Valladolid, es también el ganador de la última Caméra d’or que el Festival de Cannes otorga al mejor director debutante y, ya se ha dicho, es, por encima de cualquiera a su alrededor, altísimo. Pero, sobre todo, en lo que se detiene cualquier nota biográfica por breve que sea es que es nieto de quien es nieto. No hay constancia de lo que le sucedía a los descendientes de Mozart cada vez que se acercaban a un piano, pero, casi seguro, les daba calambre. En cambio, a Halfdan Ullmann Tøndel, directo sucesor del director de ‘Persona’, ‘Gritos y susurros’ y ‘Secretos de un matrimonio’, y de la actriz de ‘Persona’, ‘Gritos y susurros’ y ‘Secretos de un matrimonio’, el cine, antes que provocarle espasmos, le divierte y hasta relaja y no se cansa de repetir que no, que no le intimida ser quien finalmente no le queda más remedio que ser. «Tengo que reconocer que cuando presenté mi película en Cannes, por un momento sopesé seriamente cambiarme el nombre y hacerme tarjetas de visita con mi nuevo nombre: Nieto de Liv Ullmann e Ingmar Bergman», dice, se toma un segundo y suelta una carcajada.

En el Festival de Valladolid presenta el que es su primer trabajo, el del premio de marras, y, por encima de cualquier otra consideración genealógica no queda más remedio que admitir que algo tienen los genes cuando dan pie a tantas herencias. ‘La tutoría’ es un drama no solo libre, sino libérrimo, que se mueve por la pantalla sin atender a más límites ni reglas que sus irrefrenables ganas de conmover, angustiar, provocar y finalmente desconcertar. Planteada como una pieza a puerta cerrada cuenta la historia de un grupo de padres y profesores encerrados en un colegio. Todos juntos intentan dilucidar qué pasó cuando uno de los niños le hizo algo a otro. Algo raro. Quizá un abuso, tal vez una agresión, a lo mejor nada. Y sobre este planteamiento, el director (además de nieto) acierta a componer una suerte de pesadilla tan ácida como bufa, divertida y cruel a la vez, de la que nadie puede escapar sin hacerse mucho daño. Tan brillante como inclasificable. Y en medio, una Renate Reinsve descomunal que llega hasta bailar. La escena entre la risa y el llanto de casi siete minutos de duración es ya uno de los momentos cinematográficos del año. «Pensamos que, fuera del escenario de una comedia, es mucho más complicado reír que llorar», puntualiza el director.

«Si tengo que citar referencias para esta película, prefiero a Buñuel antes que a mi abuelo. Me fascina esa capacidad del español para crear situaciones absurdas y muy angustiosas, pero muy reales. Pienso en ‘El discreto encanto de la burguesía’ o en ‘El ángel exterminador’ con ese grupo de gente incapaz de cenar en el primer caso o de salir de una habitación en el segundo; todos encerrados en espacios invisibles», comenta justo después de dejar claro que, en verdad, su fuente de inspiración no es en absoluto cinematográfica. «Trabajé durante años en una escuela de primaria haciendo un poco de todo. Fui profesor sustituto, profesor asistente, profesor de horas extraescolares… De todo. Y eso me permitió ver lo difícil que es manejar los conflictos y más si se trata de niños. En mi país, tenemos pánico a ser director y los directores temen asumir su responsabilidad. Digamos que lo único que he hecho es exagerar ese tipo de comportamientos hasta convertirlos un poco en metáfora de todos nosotros», explica por aquello de trazar la genealogía de, ya sí, su primer logro.

Una escena de ‘La tutoría’, de Halfdan Ullmann Tøndel.MUNDO

Cuenta que, en realidad, llegó al cine, contra cualquier suposición del que pregunta, por pura casualidad. «Estudié psicología, economía y muchas otras cosas. Luego inicié estudios de periodismo y allí una de la asignaturas era la de realización cinematográfica. Me resultó lo más divertido que había hecho en mucho tiempo. Lo siguiente que hice fue matricularme en la escuela de cine», rememora. ¿Y su abuelo en qué parte de la ecuación queda? «En ninguna. Recuerdo los veranos en Suecia con él y sí, recuerdo que era muy estimulante. Se pasaba el todo el tiempo inventando historias de fantasmas y brujas. Pero no nos sentamos a hablar de Tarkovski o a repasar su filmografía. Me temo que fue una relación muy normal que puede haber tenido cualquiera con su abuelo», afirma para desconsuelo de curiosos.

Para situarnos, Halfdan Ullmann Tøndel, nacido en 1990, es hijo de Linn Ullmann, escritora, periodista e hija de la pareja más célebre que ha dado el cine escandinavo. Ella nació en 1966 justo el año en que Ingmar y Liv se conocieron en el rodaje de ‘Persona’. Acto seguido abandonaron a sus respectivos cónyuges y vivieron una muy nórdica historia de amor que duró cinco años. Con el tiempo, transformaron toda la pasión y buena parte de sus recriminaciones en amistad a lo largo de 42 años. Juntos rodaron nueve películas y un telefilme (Saraband). «Sí, soy consciente de mi privilegio. Pero, la verdad, me siento mucho más privilegiado por ser noruego y blanco que por mis abuelos», afirma contundente el más alto nieto de sus abuelos.

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