Iggy Pop: «Sigo vivo por mi madre. Ella me protege»

<p>Un recuerdo: «En los conciertos de los Stooges, cualquier cosa podía pasar: experimentaba, me cortaba, había sangre por todas partes y a menudo acababa en comisaría. Luego me calmaba», dice Iggy Pop, la iguana del rock, el inventor del punk cuando los Sex Pistols usaban pantalones cortos, además de amigo y rival de David Bowie. «Mis padres <strong>vivían en una caravana y sacaron su cama para que cupiera mi batería</strong>. Siempre alentaron mis sueños. Mamá y papá. En mi clase del instituto estaba el hijo del presidente de General Motors pero yo era el más rico».</p>

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 Música. El cantante y pionero del punk participó en una exposición de la Tate Modern de Londres sobre la vivencia de la creatividad. «Es el amor por lo que dices de ti mismo, el amor que recibes de quienes te escuchan», sostiene  

Un recuerdo: «En los conciertos de los Stooges, cualquier cosa podía pasar: experimentaba, me cortaba, había sangre por todas partes y a menudo acababa en comisaría. Luego me calmaba», dice Iggy Pop, la iguana del rock, el inventor del punk cuando los Sex Pistols usaban pantalones cortos, además de amigo y rival de David Bowie. «Mis padres vivían en una caravana y sacaron su cama para que cupiera mi batería. Siempre alentaron mis sueños. Mamá y papá. En mi clase del instituto estaba el hijo del presidente de General Motors pero yo era el más rico».

Y, entonces, Iggy Pop (Michigan, 78 años) sonríe con infinita dulzura mientras repite la canción infantil con la que su madre solía arrullarlo, mucho tiempo atrás, cuando se llamaba James Newell Osterberg. «Estrella brillante, estrella brillante, primera estrella en el cielo esta noche, de verdad, de verdad desearía que me concedas mi deseo».

Dom Pérignon, la marca francesa de champagne, pidió a Iggy Pop (y a otros seis artistas: Zoë Kravitz, actriz, escritora y directora; Clare Smyth, chef con estrella Michelin; Tilda Swinton, actriz; Alexander Ekman, bailarín y coreógrafo; Takashi Murakami, artista; y Anderson Paak, productor y director) que compartieran lo que significa la creatividad para ellos en una serie de luminosas fotografías en blanco y negro tomadas por Collier Schorr y vídeos dirigidos por Camille Summers-Valli. Las respuestas fueron diversas pero igualmente fascinantes. En la inauguración de la exposición en la Tate Modern de Londres, Swinton leyó uno de sus poemas mientras Iggy Pop escuchaba fascinado desde un sofá. Fue el primero en aplaudir y maravillarse con las palabras de Murakami (el artista japonés no estaba en Londres y apareció por vídeo) cuando explicó que la creatividad solo le llega en un espacio vacío, cuando la vida es como un lienzo en blanco.«Para mí, en cambio, la creatividad es amor. Un gran amor. El amor por lo que dices de ti mismo, el amor que recibes de quienes te escuchan. Tanto amor», sostiene.

El camino entre Muskegon, Michigan, su ciudad natal de 37.000 habitantes, hasta la Tate Modern es menos tortuoso de lo que parece y pasa por Francia, el país de la marca que patrocina la presentación en Londres. La afinidad cultural de Iggy y Francia no sorprende a quienes conocen su obra. El músico estadounidense ha colaborado con artistas franceses, es comendador de la Orden de las Artes y las Letras y es conocida su amistad con el escritor Michel Houellebecq

En realidad, no sólo es la amistad la que lo une a Houellebecq. Iggy conoce bien sus obras y las cita con una precisión impresionante. Uno de sus discos, Préliminaires (2009), se inspiró en Houellebecq. «Pero cuando lo conocí no me cayó muy bien», recuerda. «Nos encontramos en un sitio de mala muerte porque la discográfica que publicó el disco sospechaba que nadie lo compraría. Así que nos alojaron en un sitio barato, en un hotel de tercera categoría. Cuando por fin llegaron los periodistas, todos se dirigían a él, ninguno a mí: ‘Monsieur Houllebecq di là, Monsuieur Houllebecq di qua‘.Y, entonces, Michel me miró y me dijo: ‘¿Has visto? Aquí soy mucho más famoso que tú‘».

Iggy cita entonces un pasaje de la primera novela de Houellebecq, Ampliación del campo de batalla, casi perfectamente reproducida de memoria. Es la escena del sexo en las dunas.«Es una narración grave, triste, embarazosa, emocionante. Nos turba.Nos habla de las cosas serias de la vida que de verdad importan. Ocurre en todos los otros libros de Houellebecq». Iggy, en ese punto, vuelve a recitar pasajes de su amigo francés, de La posibilidad de una isla, de Aniquilación y de Serotonina, su libro más amado.

El hilo de Houellebecq lleva hasta Artaud. En realidad, la figura de Iggy Pop deja de parecer tan atípica si, en lugar de considerarlo simplemente como un rockero extravagante, pensamos en él, en sus marcas en el cuerpo, en sus autolesiones y en el sentido chamánico de la performance que luego se convirtió en el lenguaje del punk como formas de ampliar el significado de la palabra arte. Como hizo Artaud.

Al mencionar al autor de El teatro y su doble (1938), Iggy se ilumina: «¡Antonin Artaud! ¡Cuando lo vi de niño en Liliom de Fritz Lang (1934), no podía entender nada! ¡Esa fuerza oscura que emanaba de su mirada! Empecé a leerlo para comprender a qué se refería con ‘teatro de la crueldad’, y sentí su presencia impulsándome, acompañándome para hacer actuaciones más extremas… En ese momento vivía con Nico en Michigan. La idea era cantar más fuerte, tocar más fuerte, dejarlo todo en el escenario e irme a casa con las manos vacías. Honrar la música, el teatro… Con los Stooges, experimenté, rompí botellas en el escenario, me corté… Había sangre por todas partes. En nuestros conciertos cualquier cosa podía pasar y a menudo terminaba esposado en la comisaría. Cosas locas. Épocas locas. Pero luego, con los años, me tranquilicé». Y se ríe.

Además de Artaud, la otra deidad que actuó como su tutor fue Jim Morrison: «Jim tenía la ventaja de haber tenido una educación regular y estudios de arte. Estuvo en una escuela de cine en UCLA, en Los Ángeles. Jim era hijo de un almirante. Yo ni siquiera había ido a la universidad, acababa de terminar el instituto. Leía por mi cuenta, siguiendo mis impulsos. Iba al cine a ver películas europeas que me encantaban sin entender bien por qué. Mi canción The Passenger lleva el nombre de una película de Antonioni . Las películas de Antonioni lo tienen todo, el universo entero. Pero yo era baterista en una banda de blues, y en cuanto a cultura, tenía que improvisar. Jim no era así. Él nos enseñó a aborrecer todo lo relacionado con la burguesía, a pensar solo en el arte, en la inspiración… Jim escribió un librito de poemas, Los Señores y las Nuevas Criaturas. Me impactó. Comparaba la vida con un viaje en coche por el desierto. Sus referentes eran los simbolistas franceses. Los leí y me causaron una gran impresión. Luego vinieron los filósofos franceses. Todos estaban obsesionados con la muerte. La filosofía no aparecía como el arte de vivir, sino como el arte de morir».

Iggy Pop ha estado a punto de morir varias veces, pero sigue vivo. Responde con mucha seriedad a ese asunto: «Es por mi madre. Me protege», y levanta la vista. «Es cierto, tomé la decisión de usar mi cuerpo como una granada de mano, como una granada lanzada no al público, sino a mí mismo. ¿Conoce esa cita de Thoreau? ‘La mayoría de los hombres viven vidas de desesperación silenciosa’. Tenía razón, así es exactamente. Y la música, el rock, fue para mí una salida posible. Quería demostrar que había una salida a través de algo físico. La música. ¿Has visto una película que se llama, Living, con Bill Nighy? Preciosa, ¿verdad? Estaba basada en La muerte de Iván Ilich de Tolstói, y fue adaptada como guion por Kazuo Ishiguro. Qué hermosa película. Me conmovió profundamente. El intento de redimir una vida en un momento crítico…».

Y cambia de tema: «Me di cuenta hace mucho tiempo de que yo era uno de esos niños fracasados en el baile del instituto, uno de esos que no sabía bailar, así que se emborrachaban. Me armaba de valor, lograba bailar con una chica y, por el alcohol y la incompetencia, la hacía caer al suelo, cuan larga era. ¿Cómo salir de esa fatalidad? Estudié danzas tradicionales balinesas después de escuchar música balinesa en la tienda de discos donde trabajaba. En resumen, hice cualquier cosa para escapar de la tristeza, de la monotonía de la vida. ¿Tenía que convertirme en un desastre para triunfar? Bien. Lo logré».

Iggy Pop empezó como baterista, lo cual no es el camino típico de las estrellas del rock. Hay pocos ejemplos: Chris Cornell, Dave Grohl… «Es cierto, pero no entiendo por qué. Ser baterista te enseña muchísimo sobre cómo dirigir una banda. Estás ahí atrás, viendo la espalda del cantante y a los lados tienes los demás, como caballos y alfiles en una partida de ajedrez. Estás ahí, observándolos. Si mantienes los ojos abiertos, te preparas para convertirte en cantante. Las bandas también tienen un gobierno. El baterista lo sabe todo sobre cómo funcionan. Tienes que aprender sobre la marcha o no sobrevives».

Ya que hablamos de dirigir una banda: «Vi a los Stones en el instituto cuando Brian Jones aún estaba. Jagger no era el Jagger que conocemos. Mientras Jones estuvo, Jagger fue un desastre». ¿Hubo un Jagger antes y después de la muerte de Jones? «Sin duda. Le doy un ejemplo de cosas que pasan a menudo: hay alguien en la banda que toca tan bien como se puede tocar. Pero a menudo desaparece y nadie sabe dónde está. A los 20, sus compañeros lo esperan, a los 21 también, a los 22, a los 23… Luego, a los 28 años, esa forma de desaparecer le toca mucho las pelotas a sus colegas y entonces le dicen que ya está, que se acabó lo de esperad otra hora, otro día… Alguien habrá con quien, aunque no toque tan bien como tú pero con quien podamos contar… ¿Sabe quien empezó tocando la batería? JustinBieber».

Y llegados a este punto, Iggy Pop, dueño de una carrera de 60 años basada en el arte de sorprender, hace eso exactamente: decir algo impredecible: «Me gusta Justin Bieber.Es un tío valiente. Y un buen batería, que lo he visto en YouTube. Bieber es un caso clasico. Fue un niño con talento que cayó en manos de un mánager-mentor. Y el mánager-mentor lo llevó al éxito. Entonces, el chico ha tenido que entender dónde está, ha tenido que aprender a moverse, a comprender que tiene una carrera que no puede quedarse parada, a dosificarse… No puede hacer lo mismo a los 20 años que a los 30, tiene que dar pasos adelante. Algún día tendrá 50 años y tendrá que preguntarse cuántas veces más va a ser capaz de alzarse sobre la náusea, correr a vomitar y seguir adelante.Al final, es una cuestión de supervivencia física, de resistencia, por encima de otras consideraciones morales o estéticas».

Iggy Pop, superviviente de 78 años, bronceado por el sol de Miami, tiene un aspecto óptimo.Se le ve fresco, en forma. «Gracias.Intento no abandonarme, estar bien. No siempre tengo la disciplina suficiente.Nadie es perfecto». Y, entonces, le guiña un ojo a su interlocutor y vuelve a reír con ganas.

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