<p><a href=»https://www.elmundo.es/la-lectura/2023/04/07/642ebc6dfc6c83e70e8b45bb.html» target=»_blank»>Iñaki Arteta (Bilbao, 1959)</a> no se conforma con el relato oficial de lo ocurrido en el País Vasco desde la aparición criminal de ETA. «<strong>Para mí, </strong><i><strong>reconciliación </strong></i><strong>y </strong><i><strong>convivencia </strong></i><strong>son palabras fetiche para ocultar el olvido</strong> y la amnesia que pretende imponerse. Faltan muchos episodios en esa memoria, y no se trata de estar recordando todo el rato que murió mucha gente. La memoria tiene que ser completa<strong>»</strong>. Y para eso, explica en conversación con EL MUNDO, es necesario saber <strong>cuál es la versión de los perpetradores</strong>. «Ya conocemos la historia de las víctimas y podemos conocer la historia del terrorismo, no sólo a través de nuestra experiencia personal, los que tenemos una cierta edad, sino con todo lo que se ha publicado. Pero aún nos queda poder entender, a partir de sus propias palabras, <strong>por qué ciertas personas hicieron lo que hicieron y cómo lo ven ahora</strong>, pasados los años. Su versión sobre lo acontecido es la pieza que no puede faltar para completar esta historia».</p>
«Los perpetradores», afirma el escritor y director de cine en ‘Bajo el silencio’, su nuevo libro, «no fueron sólo los que empuñaron las pistolas»
Iñaki Arteta (Bilbao, 1959) no se conforma con el relato oficial de lo ocurrido en el País Vasco desde la aparición criminal de ETA. «Para mí, reconciliación y convivencia son palabras fetiche para ocultar el olvido y la amnesia que pretende imponerse. Faltan muchos episodios en esa memoria, y no se trata de estar recordando todo el rato que murió mucha gente. La memoria tiene que ser completa«. Y para eso, explica en conversación con EL MUNDO, es necesario saber cuál es la versión de los perpetradores. «Ya conocemos la historia de las víctimas y podemos conocer la historia del terrorismo, no sólo a través de nuestra experiencia personal, los que tenemos una cierta edad, sino con todo lo que se ha publicado. Pero aún nos queda poder entender, a partir de sus propias palabras, por qué ciertas personas hicieron lo que hicieron y cómo lo ven ahora, pasados los años. Su versión sobre lo acontecido es la pieza que no puede faltar para completar esta historia».
Espasa. 336 páginas. 20,80 euros. Ebook: 9,49 euros. Puedes comprarlo aquí.
Y esto es lo que explica la publicación de Bajo el silencio (Espasa), una colección de entrevistas a través de las cuales se puede entender «la compleja naturaleza del monstruo». Algunos de estos testimonios fueron parcialmente utilizados en la película homónima estrenada hace cuatro años. Otros son inéditos. Pero todos los protagonistas que aparecen en libro forman parte de los perpetradores, que no «fueron sólo los que empuñaron las pistolas. También están sus informadores, los que les ayudaban llevando el coche, o el que transportaba los explosivos y les guardaba las pistolas, el que les alojaba en una casa en Francia o en Portugal… Ese mundo parece que no ha existido, nos lo quieren ocultar. Todo es más complejo socialmente».
Los entrevistados, igual que en la película, se mantienen en el anonimato. No porque ellos lo exigieran, sino por voluntad del propio Arteta. «Cuando hicimos la película», explica, «nos dimos cuenta de que lo de menos es el nombre de cada uno, porque no se trata de personajes especiales con un discurso propio y particular, sino que existe una cultura común en torno a unos argumentos complacientes con el terrorismo en los que se repiten algunos clichés, que si Franco, las torturas y la represión, que si los derechos del pueblo vasco y la prohibición del euskera, la inevitabilidad de la acción armada…». Lo que no hay son terroristas arrepentidos. «A mí me parecía que era necesario que estuvieran, pero hablamos con algunos y no quisieron participar. Por una parte es lógico. El tiempo juega a su favor y tienen una vida fácil en la que se les abren todas las puertas. Aun así, lo que está claro es que todos llevan en la conciencia lo que han hecho, pueden adormecerla pero saben dónde estuvieron y qué hicieron».
«La memoria oficial es ocultar la vinculación del nacionalismo con el terrorismo»
Arteta habla también de una «omertá oportunista». El silencio «les favorece», afirma. «No sienten el compromiso de justificar en público o abiertamente por qué hicieron lo que hicieron y cuál es su perspectiva desde el punto de vista de hoy. Y no sólo los que participaron en asesinatos, también la gente de EH Bildu, cuyos dirigentes dan muy pocas entrevistas, salvo Otegi o Josu Ternera a Évole, en la que parecía una monjita de la caridad. El resto no habla porque no quiere fastidiar el proceso de blanqueamiento que el paso del tiempo les está facilitando, algo a lo que contribuyen también las facilidades que se les están dando a los presos para salir de las cárceles y el silencio de las sociedades vasca y española, que piensan que no hay que insistir, que ya se ha hablado demasiado del asunto y dan a Bildu el marchamo del partido sin pasado, un partido como otro cualquiera, con unas aspiraciones independentistas como hay otros. Y ese silencio es en el que se vive ahora, no tanto por miedo, sino por no molestar».
Las urnas hablan, sin embargo. Y lo cierto es que más del 70% del voto en las últimas elecciones autonómicas fue a parar al PNV y a EH Bildu, dos opciones nacionalistas. «En el caso de los jóvenes, quizá sea por ignorancia o también porque la transmisión familiar, para mí determinante, es muy insistente en el España no y los vascos somos diferentes y si hubo que matar, estaba justificado. Pero en el caso de los adultos son plenamente conscientes de lo que hacen cuando votan al PNV. Porque igual que ETA, ellos eran nacionalistas vascos y ambos vienen de Sabino Arana. También los que miraron para otro lado y toleraron conscientemente la actividad violenta y quienes callaron voluntariamente ante el terrorismo. Es difícil saber por qué la gente vota lo que vota, pero esos resultados dan la medida de una sociología extraña y de alguna manera enferma de ideología fanática. Por eso es necesario que una memoria, que daría para otro memorial [diferente al de Vitoria], estableciese la vinculación entre nacionalismo y terrorismo».
«La Iglesia y el PNV dicen estar con las víctimas, pero no piden perdón por cómo se comportaron ellos, sino por lo que hizo ETA»
De ahí que el resultado del libro sea la descripción de un perpetrador colectivo que tiene como elemento común el nacionalismo, a pesar de estar formado por personas de muy diferente procedencia. Hay un sacerdote y otro que colgó los hábitos y acabó en la cárcel por pertenecer a varios comandos de ETA, directores de ikastolas, profesores, ex etarras, ex dirigentes de Batasuna, bertsolaris, alcaldes, concejales, actrices, escritores, algún periodista…».
E inevitablemente aparece como elemento recurrente la cuestión del perdón. «La Iglesia», sentencia, «no ha reconocido con la profundidad que habría sido necesaria lo que hizo, reivindicando ciertas acciones de ETA a través de las homilías que se hacían en todas las parroquias de Vizcaya y Guipúzcoa. No sólo determinados curas, que hubo muchos, sino también la jerarquía, que vio cómo pasaban uno tras otro los muertos y se negaba a celebrar los funerales, porque a veces daban órdenes de no hacerlo. La Iglesia, pero también el PNV, dicen ahora estar con las víctimas y critican la violencia e incluso piden perdón… por lo que hizo ETA, pero no por cómo se comportaron ellos en aquellos años de terror».
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