<p>Es curioso cómo la misma tendencia se repite a lo largo de los años, película tras película. Cuanto más a la izquierda se sitúa la línea editorial de un medio, más dura va siendo la crítica a sus filmes.<strong> A los críticos franceses progresistas Jacques Audiard les cuesta</strong>. Les cuesta muchísimo. Y sin embargo, ninguno ha hecho demasiada sangre de sus últimas polémicas pese a que se lo ha dejado en bandeja. <strong>Audiard les cuesta pero es un cineasta francés. Uno de ellos</strong>.</p>
Jacques Audiard nunca ha sido santo de la devoción de los sectores mediáticos más progresistas en Francia, pero las polémicas de Emilia Pérez han provocado un cerrojazo informativo: «Es muy francés, están esperando a ver qué pasa el domingo»
Es curioso cómo la misma tendencia se repite a lo largo de los años, película tras película. Cuanto más a la izquierda se sitúa la línea editorial de un medio, más dura va siendo la crítica a sus filmes. A los críticos franceses progresistas Jacques Audiard les cuesta. Les cuesta muchísimo. Y sin embargo, ninguno ha hecho demasiada sangre de sus últimas polémicas pese a que se lo ha dejado en bandeja. Audiard les cuesta pero es un cineasta francés. Uno de ellos.
Emilia Pérez es la historia universal de una gran contradicción. La película más abiertamente activista en favor de las minorías es la que más críticas ha suscitado… desde las minorías. Recapitulemos lo sucedido en Francia en torno a este filme que pasará inevitablemente a la historia del cine, quizá a su pesar. «Está siendo todo muy francés», avanza nuestro guía por el perfil del director, el crítico de cine Carlos Loureda, miembro de la Academia Europea del Cine y vicepresidente de la Académie des Lumières, organizadora de los premios que otorga cada año la prensa extranjera al cine galo, y que este año han caído (ellos también) rendidos a Emilia Pérez. «Llevo 23 años viviendo en Francia y lo que ha pasado desde el principio es absolutamente típico de esta industria: defienden muy bien su cine aunque no les guste».
Quizá por eso hace semanas que nadie habla de Jacques Audiard en la prensa francesa.
Pero volvamos al principio. El último título del director más ecléctico del otro lado de los Pirineos se estrenó por todo lo alto el pasado mayo en el Festival de Cannes, donde suscitó una ovación en pie de nueve minutos. No se llevó la Palma de Oro sino el Premio del Jurado, pero sí coronó a sus actrices protagonistas. Entre ellas, claro, Karla Sofía Gascón. La gran revelación, la actriz trans de Alcobendas que cambiaría para siempre los palmarés de los grandes festivales.
O no, a día de hoy todas las posibilidades siguen abiertas, para bien o para mal.
Con sendos premios posaban ante las cámaras unos muy felices Audiard y Gascón. Ella le agarraba cariñosamente la cara a él y ambos acercaban los labios simulando un beso, ajenos al giro de guion que separaría sus caminos para siempre.
A los medios franceses Emilia Pérez les gustó sin gran entusiasmo. Le dieron una nota media de 4,1 sobre cinco, más baja que la de sus últimos trabajos pero notablemente mejor que la de Dheepan, su última e inesperada Palma de Oro en 2015. Aquella la denostaron sin ambages: «Salimos de la película con la clara sensación de haber sido engañados».
Decíamos que se repetía un cierto patrón con las películas de Audiard, y el caso de Emilia Pérez no ha sido diferente. La bofetada más sonora a la película con más nominaciones a los Oscar se la da la histórica revista Cahiers du Cinéma, cuyo director, el español Marcos Uzal, le otorga un punto negro. La leyenda reza: «No merece la pena ni molestarse». Incluso una crítica más bien positiva como la de Les Inrockuptibles no se resiste a incluir una pequeña colleja: «En Emilia Pérez, la redención antiviril de Audiard, considerado la firma más machista del cine de autor francés, no suena a cálculo intencionado y desprende una impresión de sinceridad».
«Audiard es el elefante en la habitación, pero esta vez es muy grande»
Carlos Loureda, crítico cinematográfico español residente en Francia
«Para ciertos sectores mediáticos más progresistas Audiard no es de su iglesia. Es muy incómodo porque tiene un carácter muy especial y hace películas con una masculinidad no muy de este siglo, pero le defienden, incluso con la boca pequeña, porque el orgullo nacional lo sobrepasa todo», explica Loureda. En ese no hacer sangre pero tampoco bailar el agua hubo dos grandes medios, Libération y Cahiers du cinéma, que obviaron Emilia Pérez en sus listados de mejores películas de 2024. Sintomático.
Y llegaron las polémicas.
Primero fueron los mexicanos: la película deformaba hasta la caricatura la cultura nacional y convertía en un alegre musical el narcotráfico. Michel Guerrin, redactor jefe de Cultura de Le Monde, trataba de calmar los ánimos con un editorial en el que defendía: «Emilia Pérez no dice nada de México como Emily in Paris no dice nada de París».
Más tarde, Audiard se descolgaba situando el español como un idioma «de países emergentes» y volvía a ponerse en la picota. «Ya sabes cómo es», le decían a Carlos Loureda en petit comité. Públicamente, nadie levantaba la voz.
«Se han quedado en estado de ‘shock’ y eso, en Francia, se resuelve siempre igual: nos callamos y a ver qué pasa»
Y finalmente explotó el gran escándalo Karla Sofía Gascón, una mujer trans que atacaba a las minorías, y Audiard se desentendió del tema en una entrevista que dejaba claro que su actriz fetiche estaba sola. «Jacques Audiard deja caer brutalmente a Karla Sofía Gascón», titulaba Libération, también de la mano de su jefe de Cultura Didier Péron, que se limitaba a exponer los hechos. Mientras el conservador Figaro sí publicaba una opinión que relacionaba abiertamente el caso con «las contradicciones de la wokosfera», nadie en la prensa progresista osaba alzar la voz a favor o en contra del director, de la película o del derecho de ambos a ser reconocidos por la crítica.
«Se han quedado en estado de shock y eso, en Francia, se resuelve siempre igual: nos callamos». Adelanta Loureda que será igualmente complicado que nadie opine nada en privado, y tras una decena de mensajes sin respuesta a otros tantos periodistas culturales, sólo queda darle la razón. «Están esperando a ver qué pasa en los Premios César, el viernes, y sobre todo, en los Oscar del domingo», subraya el español. «El lema es el silencio, una cosa muy francesa: en el país de las libertades, ¿de qué lado te pones? Lo lógico hubiera sido un gran ruido mediático y, en cambio, ha habido un blackout informativo total. Audiard es el elefante en la habitación, y esta vez es muy grande».
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