Kendrick Lamar y SZA en Barcelona: himnos para la rebelión y el amor de dos estrellas en la cumbre

<p>Kendrick Lamar y SZA han acabado este miércoles su apoteósico doble concierto en el Estadio Olímpico de Barcelona con cuatro de sus canciones más recientes. En vez de empezar por el último disco y terminar con una celebración de su mejor legado, como hace la mayoría de artistas con una trayectoria de más de una década, <strong>el mejor rapero del siglo y la nueva estrella del R&amp;B han dejado para el final cuatro piezas publicadas el año pasado,</strong> acogidas como himnos de nuestro tiempo por los 48.000 asistentes que prácticamente han llenado el estadio. En vez de acabar con viejos clásicos, acabar con futuros clásicos. No hay mejor manera de explicar que un artista está en la cima. Y<strong> no hay nada comparable con ver a los grandes músicos cuando están en su mejor momento </strong>artístico y de popularidad.</p>

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 El mejor rapero del siglo y la nueva estrella del R&B ofrecen un fabuloso doble concierto en Barcelona. El prodigio de Los Ángeles celebró su legado, pero sobre todo presumió de sus nuevos éxitos  

Kendrick Lamar y SZA han acabado este miércoles su apoteósico doble concierto en el Estadio Olímpico de Barcelona con cuatro de sus canciones más recientes. En vez de empezar por el último disco y terminar con una celebración de su mejor legado, como hace la mayoría de artistas con una trayectoria de más de una década, el mejor rapero del siglo y la nueva estrella del R&B han dejado para el final cuatro piezas publicadas el año pasado, acogidas como himnos de nuestro tiempo por los 48.000 asistentes que prácticamente han llenado el estadio. En vez de acabar con viejos clásicos, acabar con futuros clásicos. No hay mejor manera de explicar que un artista está en la cima. Y no hay nada comparable con ver a los grandes músicos cuando están en su mejor momento artístico y de popularidad.

Su despedida también puede servir como resumen del concierto que han ofrecido ambos talentos estadounidenses y que se ha extendido durante más de dos horas y media. Sobradísimo de ‘flow’, dueño del escenario, Kendrick Lamar ha detonado ‘TV Off’ y ‘Not Like Us’ como las explosiones nucleares que son, canciones turbulentas y agresivas de rap pesado con ‘barras’ coreadas a gritos que han puesto a saltar a todo el público, formado mayoritariamente por veinteañeros. La primera es una de las canciones estrella de su sexto álbum, ‘GNX’, de sonido similar a ‘Not Like Us’, su ataque masivo a Drake, que esta noche era la canción más esperada y que se ha jaleado con sádica furia en uno de los momentos cumbre del concierto (la actuación ha tenido varias referencias a la trifulca con Drake con vídeos referentes a la demanda del canadiense y otras canciones críticas como las enfurecidas ‘Euphoria’ y ‘Like That’).

Tras estas dos violentas sacudidas (sonido alto, nítido y duro, los graves retumbando), se ha unido SZA y juntos han deslizado dos sofisticadas baladas de R&B, el megaéxito ‘Luther’ y ‘Gloria’, cantadas como duetos románticos de sutil tejido aterciopelado.

Porque esta no es una gira, sino dos en una. La estrella es Kendrick Lamar, ganador de 22 premios Grammy y del Pulitzer de música en una decisión inédita. El rapero actual más versátil, el más agudo, el más influyente: el más completo. Pero este artista superlativo no ha venido con SZA como telonera, sino que ambos comparten el protagonismo (y el amor del público) en este Grand National Tour, alternándose sobre el escenario con tres bloques de canciones cada uno (sin banda, con cuerpo de baile). Además, han cantado juntos en el ecuador de la actuación tres canciones (‘Doves in the Wind’, ‘Love’ y su célebre dueto de la banda sonora de ‘Black Panther’, el tema ‘All the Stars’) y en el mencionado gran final.

En total han sido más de 50 canciones, unas pocas más de él que de ella, en un gran espectáculo que responde a una corriente en auge en la música en directo: la mejor gira actual es la que ofrece una experiencia única. Con este formato novedoso de compartir protagonismo ya es la gira conjunta que más ha recaudado en la historia, superando la de Beyoncé y Jay-Z en 2018. Según la estimación de ‘Billboard’, solo con sus 23 conciertos en estadios de EEUU, entre abril y junio, ya superaba los 215 millones de euros de ingresos.

En su repertorio, Kendrick Lamar ha mostrado la multitud de temas que aborda, de personajes que adopta, de tonos y de tipos de canción que hace, desde la euforia al bajonazo. Dependiendo de la canción, puede mostrarse reflexivo, amenazante, desafiante, nostálgico, enfadado, moralista, intimista, macarra, celebratorio, payasete, siniestro, acusador, vacilón… Incluso durante una misma canción puede mostrar varios tonos y atravesar diferentes fases, como en ‘Hey Now’.

Explorador infatigable, algunas canciones de sus anteriores discos han sonado esta noche con sensibles diferencias de producción. ‘King Kunta’ ha tenido una nueva línea de bajo más densa, menos festiva. El inicio de ‘Element’ lo ha lanzado ‘a capella’, mostrando que es un intérprete vertiginoso al que no le gusta mucho improvisar, pero que desde el control absoluto luego puede desbarrar relajado, a gusto solo sobre un escenario gigante. También ha interpretado sin música ‘Swimming Pools (Drank)’ en una versión irreconocible donde el rap se ha sucedido como un recitado rápido y monocorde, y ha dado la vuelta por completo a ‘m.A.A.d city’, con el tempo acelerado, solo un piano y unas coristas que le daban un aspecto de número de Broadway.

Momentos destacados de su inapelable actuación, han sido dos agitados golpes de adrenalina: ‘Alright’, el tema adoptado como símbolo en las protestas del Black Lives Matter (la pista entera dando botes), y ‘DNA’. Y, desde luego, el trío de himnos de sus inicios que encadenó en una sucesión fabulosa: ‘Bitch, Don’t Kill My Vibe’, ‘Money Trees’ y ‘Poetic Justice’. Son clásicos de la música actual en los que encontramos una de las cualidades más valiosas del prodigio de Los Ángeles, su conexión con los grandes temas de nuestro tiempo: en sus discos cinemáticos, que se escuchan como películas, resuenan algunos de los temas de debate global más importantes de la última década, como la moral, la salud mental, la justicia, la discriminación y la identidad.

SZA no tiene el estatus artístico ya legendario de Kendrick, pero es una estupenda intérprete de R&B con canciones chispeantes que se despliegan como las flores que han inundado las pantallas y el escenario en sus tramos de actuación. Aparte de sus momentos junto al rapero (alucinante ‘All the Stars’), ha concentrado lo mejor de su repertorio en su tercer bloque de canciones, cuando se han sucedido, exuberantes y resplandecientes, ‘Kill Bill’, ‘Snooze’, ‘Open Arms’, ‘Nobody Gets Me’ (sobrevolando el escenario con alas de mariposa) y ‘Good Days’. Todas ellas están incluidas en su magistral segundo álbum, ‘SOS’, con el que ya fue cabeza de cartel en el Primavera Sound del año pasado.

Kendrick Lamar y SZA, canciones para la rebelión y para el amor, juntos en una gira única: la suerte de ver en su cénit a dos artistas que están definiendo la música de hoy.

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