La quiniela de los Oscar: nuestra apuesta de todos los ganadores

<p>Lo que antes era la temporada de premios, ahora se llama campaña de los <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/premios-oscar.html»><strong>premios Oscar</strong></a>. Lo que en el pasado consistía en dos galas, un almuerzo y tres <i>photocalls</i> graciosos ha acabado por transformarse en una auténtica guerra de trincheras con publicistas con cara de francotiradores, espeleólogos capaces de sumergirse en lo más profundo de los <i>tuitlines </i>ajenos, periodistas expertos en leer los posos de los cafés matutinos de los 10.500 votantes y auténticos ejércitos de relaciones públicas cuya única virtud conocida es saber manejar un Excel (del Word no les hables).</p>

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 Definitivamente, los Oscar son cosa de dos: Anora, de Sean Baker, o Cónclave, Edward Berger  

Lo que antes era la temporada de premios, ahora se llama campaña de los premios Oscar. Lo que en el pasado consistía en dos galas, un almuerzo y tres photocalls graciosos ha acabado por transformarse en una auténtica guerra de trincheras con publicistas con cara de francotiradores, espeleólogos capaces de sumergirse en lo más profundo de los tuitlines ajenos, periodistas expertos en leer los posos de los cafés matutinos de los 10.500 votantes y auténticos ejércitos de relaciones públicas cuya única virtud conocida es saber manejar un Excel (del Word no les hables).

Así las cosas, todo se ha embarrado lo suficiente para que a apenas unas horas de la gala número 97 de los Premios Oscar, el resultado se antoje más incierto que nunca. Ganadores seguros hace apenas unas semanas como The Brutalist son ahora un exquisito cadáver y películas que fueron saludadas en calidad de auténticas revelaciones con el récord de 13 nominaciones como Emilia Pérez han quedado convertidas en ceniza, ceniza que quema. Los que mandan ahora son un Papa y una meretriz. Entre Anora y Cónclave anda el juego.

Si hacemos caso a las estadísticas, solo hay una ganadora posible: Anora, de Sean Baker. Desde 1989, únicamente una decena de películas no ha ganado el Oscar mayor tras haber triunfado en los premios de los productores (PGA). Y solo una producción en la historia, Brokeback Mountain, ha perdido el mayor honor tras obtener la triple corona (PGA, DGA y WGA, es decir, productores, directores y guionistas). Ahora mismo es la comedia trágica de la prostituta que ganó la Palma de Oro en Cannes la que cabalga la ola. Le llegaron los premios en pleno proceso de votación y el voto preferencial (recuérdese, al votarse por lista de preferidos tan importante es gustar como no desagradar) no parece perjudicar a un director santo y seña del cine independiente al que todo el mundo adora. ¿Quién podría arrebatarle tan alto honor a la meretriz? Pues el Papa. Descartados todos los demás, solo Cónclave, de Edward Berger, parece en disposición de dar la sorpresa. La película vaticana triunfó entres los actores (SGA) y ninguna como ella para representar a ese cine de prestigio y bien hecho que tanto gusta a los votantes conservadores, blancos y señoros (con o) que, pese a todo, pueblan el censo. Por lo demás, el que el director no figure entre los nominados juega en contra. Aunque, y ahí está Argo para rebatirlo, todo puede pasar. Conclusión: Anora.

Dos contendientes son los que más opciones presentan: Sean Baker de nuevo y Brady Corbet por su monumental The Brutalist. El segundo, por empezar por el posible e injusto perdedor, triunfó en los Bafta y en los Globos de Oro, pero… todo lo demás es del responsable de Anora. De las 76 ediciones de los DGA, en 66 el sindicato de directores ha anticipado el Oscar. Conclusión: Sean Baker.

Los favoritos son dos: uno canta sin voz y el otro hace edificios brutalistas. Timothée Chalamet contra Adrien Brody. A Complete Unknown vs. The Brutalist. Si solo votasen estadounidenses, no haría falta ni anunciar el premio: la encarnación de Bob Dylan que hace el joven Chalamet tiene al imperio sojuzgado, Y con razón, por cierto. Suyo ha sido el premio SAGde los actores, que son mayoría, y parece que suyo es el año tras haber protagonizado también Dune 2. Veremos si los europeos (que son el 25% del censo) cambian el destino y hacen justicia. Conclusión: Timothée Chalamet.

Todo indica que será Demi Moore por La sustancia, de Coralie Fargeat, y por ser quien es. No en balde lo ha ganado casi todo hasta aquí, SAG incluido. Pero atentos a Mikey Madison (Anora) y, y sobre todo, a la imparable Fernanda Torres por su medida y magistral lección en Aún estoy aquí (suyo fue el otro Globo de Oro). Y una cosa más, polémica de los tuits al margen, Karla Sofía Gascón ya ganó con la nominación. En verdad, nunca tuvo opciones reales. Conclusión: Demi Moore.

Éste ofrece pocas dudas: Kieran Culkin por su trabajo tan disruptivo como genial en A Real Pain. Lejana sorpresa: Yura Borisov por Anora. Pero no. Conclusión: Kieran Culkin.

También este casillero parece seguro. Zoe Saldaña es la opción que ha elegido la Academia para que la gran favorita por número de nominaciones (13), Emilia Pérez, no se vaya casi de vacío y Netflix no repita el absoluto ridículo de todos los años. Los SAG así lo rubricaron. Conclusión: Zoe Saldaña.

Hasta hace nada, apenas unas semanas, todos teníamos este apartado muy lejos, y por tanto apartado, de dudas. Era Emilia Pérez, de Jacques Audiard, la más que segura ganadora. Detentar récord de ser la película internacional con más nominaciones de la historia la mantenía a salvo. Pero llegó Twitter y todo parece haberse dado la vuelta. Aún estoy aquí, de Walter Salles, impulsada por las mal disimuladas ganas de los académicos de votar contra el ascenso de la extrema derecha negacionista, crece sin encontrar freno posible. Conclusión: Aún estoy aquí.

La opción evidente es, de nuevo, Anora y la improbable es el guion de Jesse Eisenberg por A Real Pain, que sorprendió en los Bafta. Pero el efecto dominó (se vota al libreto de la película ganadora de manera mayoritaria) parece que se impone. Conclusión: Sean Baker por Anora.

Aquí no hay modo de equivocarse. Puede que gane Peter Straughan por Cónclave o puede que lo haga Peter Straughan por Cónclave. Conclusión: Peter Straughan por Cónclave.

De nuevo, la cosa está entre dos de manera exclusiva. Si solo votaran los animadores y los europeos, el ganador sería sin lugar a dudas Flow, del letón Gints Zilbalodis. La historia del gato contra una inundación planetaria ha cautivado sin reservas al mundo de la animación independiente. Pero vota más gente y más gente que tampoco va tanto al cine y menos a ver dibujos. Y aquí es donde se impone Robot salvaje, de Chris Sanders, que, por cierto, es una maravilla tanto de ingenio como técnica. Conclusión: Robot salvaje.

Duro y complicado dilema en el que la Academia se puede retratar con todas sus miserias. Este año solo hay un documental digno del Oscar y de todo. No Other Land, de Yuval Abraham y Basel Adra, no solo es una película admirable también es el más crudo y veraz testimonio de la injusticia criminal con la que el Estado de Israel se aplica en Cisjordania. Y aquí el problema. La cinta palestino-israelí fue la piedra del escándalo en el Festival de Berlín por denunciar lo obvio y no está claro que Hollywood y sus muchos prejuicios sobre el asunto se rindan a la evidencia. Si no vence No Other Land da lo mismo quien lo haga. Será una vergüenza. Conclusión: No Other Land.

De nuevo, este es el momento de ver hasta donde puede llegar la crueldad de la Academia con uno de los logros del año. Lo justo, lo sensato y hasta lo evidente es que el impresionante trabajo de Lol Crawley en The Brutalist con el recuperado sistema VistaVision venza. Pero, también justo es reconocerlo, no menos riguroso es el virtuosismo mostrado por Edward Lachman en María Callas, de Pablo Larraín, en la mezcla de texturas y formatos. Conclusión: Lol Crawley por The Brutalist.

En esta categoría no hay referencia del sindicato de editores porque sus premios vendrán después (muy a favor). A falta de indicios, y por aquello de que aquí muchos repiten el voto que harán luego en la categoría principal, el asunto queda entre Anora y Cónclave. Y bien es cierto que la labor de montaje juega un papel fundamental en un thriller que no tanto en una comedia. Irá, creemos, para el brillante ritmo que Nick Emerson impone a la curia cardenalicia. Conclusión: Nick Emerson por Cónclave.

¿Puede ganar esta categoría una película no musical cuando hay dos nominadas que sí lo son? Respuesta corta: sí. Y así será. Ni John Powell y Stephen Schwartz por Wicked ni Clément Ducol y Camille por Emilia Pérez. Este año toca premiar a la arriesgadísima, brillante y siempre disruptiva creación de Daniel Blumberg en The Brutalist. Bien es cierto que no anda mal de opciones (se vuelve a dar el efecto arrastre o dominó) el rigor y clasicismo de Volker Bertelmann en Cónclave, que es exactamente lo opuesto a lo que se escucha en la película de Brady Corbet. Conclusión: Daniel Blumberg por The Brutalist.

Esta sí es la categoría (más allá de Película Internacional) para medir el efecto de la polémica alrededor de Karla Sofía Gascón en la votación final. Hasta ayer mismo, y pese a las campañas vergonzantes de Diane Warren (que está nominada) pidiendo el voto para sí misma, todo indicaba que El mal, firmada por Clément Ducol, Camille y el propio director Jacques Audiard (además de canción emblema de Emilia Pérez), era un fijo en la quiniela. No en balde, el narcomusical figura en esta misma categoría con Mi camino. Veremos hasta dónde llegó la riada. Conclusión: El mal, de Emilia Pérez.

Solo por la locura de plantar miles de tulipanes reales sin recurrir a replicarlos digitalmente, Wicked, de Jon M. Chou, se tiene el cielo ganado. La competencia es dura y, la verdad, tanto la espectacularidad verista de Dune 2 como la feroz exhibición casi artesanal The Brutalist podrían estar ahí. Conclusión: Nathan Crowley y Lee Sandales por Wicked.

La irónica cursilería de época con guiño incorporado a uno de los grandes clásicos de Hollywood parece imbatible. Lo que hace Paul Tazewell en Wicked es un traje a medida a la Academia. Conclusión: Wicked.

Cuanto peor, mejor. Cuanto más repulsivo y más capas de prótesis más lucido. Superar el magnífico y muy grimoso trabajo de Pierre Olivier Persin, Stéphanie Guillon y Marilyne Scarselli en La sustancia no parece a la altura de ninguno de sus contendientes. Quizá Nosferatu le puede hacer algo de sombra (nunca mejor dicho). Conclusión: La sustancia.

Llega el momento de Dune 2, de Denis Villeneuve. Insiste en ello el director siempre que tiene ocasión: más importante incluso que los efectos visuales es el diseño del sonido para sumergir al espectador en un mundo nuevo. Y el trabajo de Ron Bartlett, Doug Hemphill, Gareth John y Richard King le da la razón. Tras el Bafta toca Oscar. Conclusión: Dune 2.

Contra dos películas de monos (El reino del planeta de los simios y el musical Better Man), de nuevo, Dune 2. El hecho de estar nominada a mejor película, despeja el camino. Nadie puede con el despliegue visual de Arrakis. Conclusión: Dune 2.

Entramos en terreno ignoto. Los académicos votan a ciegas, de oído o, directamente, no votan. Dos opciones: El hombre que no pudo permanecer en silencio, de Nebojsa Slijepcevic, y A Lien, de David y Sam Cutler-Kreutz. El primero por ser el mejor y haber ganado la Palma de Oro y el segundo por su oportunidad, puesto que denuncia las política de inmigración de Estados Unidos. Anuja, de Adam J. Graves, también podría colarse por sentimental. Conclusión: El hombre que no pudo permanecer en silencio, de Nebojsa Slijepcevic.

Más incertidumbre. De todos modos, el multipremiado (desde los Annie a la Seminci lo ha ganado todo) prodigio en stop-motion Wander to Wonder, de Nina Gantz, parece incuestionable. Conclusión: Wander to Wonder.

Predecir esta categoría resulta casi imposible. El mejor, de todos modos y para no perderse en hipótesis incontrastables, es Incident, de Bill Morrison. Un auténtico prodigio de investigación y montaje alrededor de un asesinato en Chicago en 2018. Conclusión: Incident.

Llegados a este punto, lo que parece claro es que, como la Lotería, serán los Oscar más repartidos en mucho tiempo. Y más inciertos también. Si hacemos caso a la estadística, que es lo que, más o menos, hemos intentado seguir en las predicciones, Anora, de Sean Baker, sería la ganadora de la noche haciendo buena su última racha y ante el desplome de Emilia Pérez. Se llevaría 3 (película, dirección y guion original) de los cuales el de realizador es el más fiable. Cónclave conseguiría entre 2 o 3, dependiendo de que se alce con el premio mayor. Guion adaptado lo tiene seguro y montaje, altamente probable. Y luego vendría un nutrido grupo de películas con dos Oscar cada una: The Brutalist (que subiría a 3 si Adrian Brody se impone a Thimotée Chalamet), Emilia Pérez (que subiría a 3 si se hace con Película Internacional), La sustancia, Dune 2, Wicked y A Real Pain (si a Kieran Culkin -este seguro- se sumara el guion).

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