Los fallos técnicos que llevaron al sumergible Titan al desastre: de una estructura dudosa a un excel hecho a mano

La tercera expedición a los restos del Titanic, organizada por OceanGate, no tuvo el destino esperado. A más de 3,2 kilómetros de profundidad y después de una hora y 45 minutos de inmersión, el submarino que llevaba a cinco pasajeros perdió su comunicación y la Guardia Costera de Estados Unidos afirmó, tras más de 96 horas desde que desapareciera el Titan en aguas del Atlántico, que los pasajeros fallecieron.

El hallazgo tuvo lugar una hora después de que la Guardia Costera estadounidense anunciara que se había encontrado un campo de escombros en la zona donde había naufragado el Titanic, además, los operativos de rescate encontraron una cubierta trasera del sumergible porque las piezas fueron descubiertas a 500 metros de la proa del trasatlántico hundido en 1912. Pero, ¿qué pasó exactamente con el sumergible Titan?

Durante estas última semanas ha tenido lugar una macroinvestigación frente a la audiencia de la Junta de Investigación Marina de la Guardia Costera de Estados Unidos para saber lo ocurrido, teniendo en cuenta que diez testimonios sacaron a la luz todas las negligencias sobre cómo operaba OceanGate, desde escribir hojas de Excel a mano para localizar submarinos, anotar datos de coordenadas en un cuaderno, dibujar mapas rastreadores, controlar al sumergible con un mando de videojuegos de 40 euros, tener un sistema de navegación «complicado y estúpido» hasta fabricar un casco de fibra de carbono inservible.

Todos estos inconvenientes siguen bajo lupa en un proceso legal, por lo que podría dar como resultado nuevas regulaciones para las futuras inmersiones o penas criminales para OceanGate.

Todas las declaraciones sobre lo ocurrido

Patrick Lahey, CEO de Triton Submarines, testificó en la audiencia que no le parecía que hubiera sido «particularmente bien pensado o ejecutado» el submarino Titan por la falta de certificación: «Vi evidencia de que estaban prensando cables para sujetar pesos, simplemente parecía una ejecución amateur». Además, afirmó que el fallecido Stockton Rush, fundador y CEO de OceanGate, no evaluó el sumergible objetivamente y tampoco buscó opiniones externas para garantizar su seguridad, ya que consideraba que el proceso de certificación «era una pérdida de tiempo» y «un impedimento para la innovación».

Por otro lado, Fred Hagen, especialista de misión de OceanGate, confirmó durante su testimonio que el Titán «nunca se suponía que fuera seguro»: «Cualquiera que se sintiera seguro al descender a profundidades del Titán estaba engañado o delirante, era una nave experimental, estaba claro que era peligrosa. No lo haces porque sea seguro, lo haces por la descarga de adrenalina».

Al hilo de las afirmaciones de Hagen, Antonella Wilby, excontratista de ingeniería de OceanGate, también expresó repetidamente sus preocupaciones sobre la avería: «Ningún aspecto de la operación me parecía seguro. Esta es una forma idiota de hacer una navegación».

Además, David Lochridge, exdirector de exploración marina de OceanGate, dijo durante su testimonio que la tragedia del Titán podría haberse prevenido si las autoridades de seguridad de Estados Unidos hubiesen investigado sus quejas, haciendo hincapié en que la cultura empresarial de OceanGate estaba centrada en «ganar dinero» y ofrecer «muy poco en términos de ciencia».

 Una investigación frente a la audiencia de la Junta de Investigación Marina de la Guardia Costera de Estados Unidos ha tenido durante estas dos últimas semanas para saber lo ocurrido.  

La tercera expedición a los restos del Titanic, organizada por OceanGate, no tuvo el destino esperado. A más de 3,2 kilómetros de profundidad y después de una hora y 45 minutos de inmersión, el submarino que llevaba a cinco pasajeros perdió su comunicación y la Guardia Costera de Estados Unidos afirmó, tras más de 96 horas desde que desapareciera el Titan en aguas del Atlántico, que los pasajeros fallecieron.

El hallazgo tuvo lugar una hora después de que la Guardia Costera estadounidense anunciara que se había encontrado un campo de escombros en la zona donde había naufragado el Titanic, además, los operativos de rescate encontraron una cubierta trasera del sumergible porque las piezas fueron descubiertas a 500 metros de la proa del trasatlántico hundido en 1912. Pero, ¿qué pasó exactamente con el sumergible Titan?

Durante estas última semanas ha tenido lugar una macroinvestigación frente a la audiencia de la Junta de Investigación Marina de la Guardia Costera de Estados Unidos para saber lo ocurrido, teniendo en cuenta que diez testimonios sacaron a la luz todas las negligencias sobre cómo operaba OceanGate, desde escribir hojas de Excel a mano para localizar submarinos, anotar datos de coordenadas en un cuaderno, dibujar mapas rastreadores, controlar al sumergible con un mando de videojuegos de 40 euros, tener un sistema de navegación «complicado y estúpido» hasta fabricar un casco de fibra de carbono inservible.

Todos estos inconvenientes siguen bajo lupa en un proceso legal, por lo que podría dar como resultado nuevas regulaciones para las futuras inmersiones o penas criminales para OceanGate.

Patrick Lahey, CEO de Triton Submarines, testificó en la audiencia que no le parecía que hubiera sido «particularmente bien pensado o ejecutado» el submarino Titan por la falta de certificación: «Vi evidencia de que estaban prensando cables para sujetar pesos, simplemente parecía una ejecución amateur». Además, afirmó que el fallecido Stockton Rush, fundador y CEO de OceanGate, no evaluó el sumergible objetivamente y tampoco buscó opiniones externas para garantizar su seguridad, ya que consideraba que el proceso de certificación «era una pérdida de tiempo» y «un impedimento para la innovación».

Por otro lado, Fred Hagen, especialista de misión de OceanGate, confirmó durante su testimonio que el Titán «nunca se suponía que fuera seguro»: «Cualquiera que se sintiera seguro al descender a profundidades del Titán estaba engañado o delirante, era una nave experimental, estaba claro que era peligrosa. No lo haces porque sea seguro, lo haces por la descarga de adrenalina».

Al hilo de las afirmaciones de Hagen, Antonella Wilby, excontratista de ingeniería de OceanGate, también expresó repetidamente sus preocupaciones sobre la avería: «Ningún aspecto de la operación me parecía seguro. Esta es una forma idiota de hacer una navegación».

Además, David Lochridge, exdirector de exploración marina de OceanGate, dijo durante su testimonio que la tragedia del Titán podría haberse prevenido si las autoridades de seguridad de Estados Unidos hubiesen investigado sus quejas, haciendo hincapié en que la cultura empresarial de OceanGate estaba centrada en «ganar dinero» y ofrecer «muy poco en términos de ciencia».

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