<p>Hay algo en <strong>Juana de Arco </strong>(1412-1431) que no termina de ser ficción y no acaba de ser realidad. No es sólo que su biografía se parezca tanto a esas historias de santos que ella devocionaba: hazañas increíbles, espiritualidad al extremo y ese irresistible viaje de la gloria a la condena. También ha dejado huella en aproximaciones en la literatura, el cine, las artes plásticas… Como si su relato hubiese sido trasplantado desde los anales hasta los primerísimos primeros planos de la película de Dreyer, las páginas de la novela de Mark Twain o las arias de la ópera de Verdi. Y, por encima de todo, su figura se ha convertido en <strong>referente donde mirarse para la feminidad actual.</strong></p>
La protagonista de ‘Blancanieves’ es una de las siete actrices que participan en el montaje que inaugura la Nave 10 de Matadero Madrid, creado por Marta Pazos a partir de la niña que lideró los ejércitos de Francia.
Hay algo en Juana de Arco (1412-1431) que no termina de ser ficción y no acaba de ser realidad. No es sólo que su biografía se parezca tanto a esas historias de santos que ella devocionaba: hazañas increíbles, espiritualidad al extremo y ese irresistible viaje de la gloria a la condena. También ha dejado huella en aproximaciones en la literatura, el cine, las artes plásticas… Como si su relato hubiese sido trasplantado desde los anales hasta los primerísimos primeros planos de la película de Dreyer, las páginas de la novela de Mark Twain o las arias de la ópera de Verdi. Y, por encima de todo, su figura se ha convertido en referente donde mirarse para la feminidad actual.
La niña que lideró a las tropas francesas en la guerra contra los ingleses y que pasó de heroína a hereje murió quemada en la hoguera, pero los rescoldos de su leyenda no se han apagado en seis siglos. Así, la Nave 10 de Matadero Madrid, la nueva encarnación del proyecto teatral antaño dependiente del Teatro Español, inicia este jueves su andadura con un montaje de Marta Pazos coescrito por Sergio Martínez Vila y protagonizado por un elenco coral de siete mujeres: Georgina Amorós, Katalin Arana, Macarena García, Lucía Juárez, Bea de Paz, Ana Polvorosa y Joana Vilapuig.
García, que a comienzos de año protagonizó en Matadero ‘Nuestros actos ocultos’, junto a Carmen Machi, regresa al espacio con la ilusión de abrir la programación de lo que ella considera «un enorme acto de amor al teatro». Bajo la dirección artística de Luis Luque y con Pazos como directora invitada, la Nave 10 pretende ser un espacio para la creación dramática contemporánea en castellano, la nueva dirección de escena, la formación y el pensamiento.
«En este mundo donde tantas cosas se hacen por el consumismo, sigue habiendo bastantes proyectos, gracias a Dios, que tienen mucho que ver con el amor», asegura García.
La protagonista de ‘Blancanieves’ y ‘La Mesías’ defiende la importancia del misterio en este montaje. «Nos hemos lanzado a la piscina sin tener claro qué íbamos a hacer, confiando mucho en Marta», apunta sin desvelar más detalles sobre la trama o el engranaje sobre el escenario de las siete intérpretes. Tan sólo avanza un punto crucial: «La voz de siete mujeres, que en el fondo somos una».
Más allá de las sorpresas formales, la actriz considera que Juana de Arco posee un fondo que convierte en irresistible la narración. «Es una historia que te deja perplejo, una niña de 13 años que escucha unas voces de ángeles y de santos que le dicen que tiene que liderar las batallas para que un país entero gane una guerra y tome las riendas de su ejército», plantea. También subraya «el poder del misticismo, la espiritualidad tan potente que ella transmite, la fuerza de una niña-mujer que se coloca en este lugar de la historia, todo lo que provocó, y también todo lo que representa». Porque, abunda, el texto «toca muchísimos temas que a día de hoy nos interpelan y que además se ponen en contexto de aquel siglo XV».
De igual manera, «habla de la posición de la mujer en el mundo». Para ello, resulta crucial, según ella, que hayan llegado a nuestros días los documentos reales que cuentan «cómo fueron los juicios por los que fue condenada y cómo tanto la Iglesia como el pueblo condenaron a una chica por el mero hecho de ser mujer».
Desde esta perspectiva, para García resulta muy importante que el montaje sea tan femenino. «No creo que sea algo obligatorio, pero siento que está habiendo un movimiento para que la voz de las mujeres coja la fuerza que no ha tenido nunca, para que el relato también lo contemos nosotras, que somos la mitad de la población», aplaude. «Esto es importantísimo y está comenzando a ocurrir, pero todavía falta mucho». En ese sentido, el empuje de Marta Pazos es fundamental: «Tiene una voz propia y un mundo súper personal, una cosa muy abstracta que se aleja del realismo y que me parece una oportunidad divertidísima para una intérprete».
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