Miles de canciones y de oyentes falsos y 10 millones estafados céntimo a céntimo: la nueva piratería

<p>En otoño de 2023, los miembros de la banda española <strong>Maddening Flames</strong> descubrieron que tenían un doble digital, un impostor que había replicado las canciones de su primer disco (<i>Wanderlust</i>, 1994) con alguna mínima distorsión en el sonido. El doble había firmado los temas con el nombre Ellis Whitehead, había cambiado mínimamente sus títulos (<i>Queen Olive </i>aparecía como <i>Queen</i>; <i>It’s me again </i>es <i>It’s me</i>; <i>I want to sleep </i>es <i>I want sleep</i>) y las había publicado en Spotify, Apple Music y YouTube Music y otras plataformas de escucha. No había empresa editora que se responsabilizara de ese disco fantasma ni manera de rastrear a ningún músico llamado Ellis Whitehead en internet. Cuando supieron casualmente del caso, los músicos de Maddening Flames <strong>descubrieron también que su plagiador tenía más escuchas mensuales </strong>que su <i>Wanderlust </i>original. ¿De dónde había salido aquel disco? ¿Quién lo estaba escuchando? ¿Cuál era el beneficio de esa estafa, si se considera que las liquidaciones de Spotify que había recibido la banda eran anecdóticas?</p>

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 La detención en Estados Unidos del músico Michael Smith, acusado de crear y oyentes con Inteligencia Artificial para cobrar derechos de autor, revela un método hasta ahora impune.  

En otoño de 2023, los miembros de la banda española Maddening Flames descubrieron que tenían un doble digital, un impostor que había replicado las canciones de su primer disco (Wanderlust, 1994) con alguna mínima distorsión en el sonido. El doble había firmado los temas con el nombre Ellis Whitehead, había cambiado mínimamente sus títulos (Queen Olive aparecía como Queen; It’s me again es It’s me; I want to sleep es I want sleep) y las había publicado en Spotify, Apple Music y YouTube Music y otras plataformas de escucha. No había empresa editora que se responsabilizara de ese disco fantasma ni manera de rastrear a ningún músico llamado Ellis Whitehead en internet. Cuando supieron casualmente del caso, los músicos de Maddening Flames descubrieron también que su plagiador tenía más escuchas mensuales que su Wanderlust original. ¿De dónde había salido aquel disco? ¿Quién lo estaba escuchando? ¿Cuál era el beneficio de esa estafa, si se considera que las liquidaciones de Spotify que había recibido la banda eran anecdóticas?

La respuesta se intuye, casi un año después, en una noticia llegada desde Nueva York: Michael Smith, un músico de Carolina del Norte, fue arrestado y acusado la semana pasada por usar inteligencia artificial para crear cientos de miles de canciones y publicarlas en plataformas de reproducción como Spotify y Apple Music. Smith también se valió de la Inteligencia Artificial para generar miles de falsas cuentas de usuarios de esas plataformas cuyo único fin era escuchar las canciones de su creador. Las dos piezas de su engranaje se acoplaron y generaron 661.000 escuchas al día y crearon ingresos de 12 millones de dólares desde 2019, según escribió el músico en un correo empleado por la Fiscalía para incriminarlo. Y todo ese dinero, recaudado céntimo a céntimo.

Smith, tiene 52 años, es músico además de estafador y vive en la ciudad de Cornelius, cerca de Charlotte. Según la Fiscalía federal estadounidense diseñó su estrategia en 2017 y la mantuvo hasta este año. Ahora se enfrenta a cargos penales que pueden llevarlo a una condena a prisión de hasta 60 años. El fiscal Damian Williams dijo que los músicos a los que Smith haya plagiado tienen derecho a reclamarle una parte de sus derechos de autoría. Sin embargo, las principales estafadas son las plataformas de reproducción, que han tenido que pagar por un tráfico irreal.

«No sabemos si esta persona es la responsable de lo que ocurrió con nuestro disco porque tampoco sabemos cuánta gente actúa así. No sabemos si hay un millón de casos así o si sólo hay algunos porque es imposible rastrearlos. La conclusión es que estamos a su merced», explica José María Millán, el baterista del grupo de El Puerto de Santa María. «Nosotros tuvimos que dirigirnos a todas las plataformas de escucha, explicarles la situación y demostrarles que las canciones eran nuestras. En ese punto, el proceso fue rápido. Las canciones de Ellis Whitehead desaparecieron rápido incluso en plataformas a las que no nos habíamos dirigido todavía. Alguien se debió de dar cuenta de que los había pillado».

¿Pedirán indemnizaciones? Para Maddening Flames no hay grandes alicientes. «Lo que no entendemos es que el single que sacamos este año tiene dos mil y pico escuchas en Spotify. ¿Y sabe qué ingresos generó? 86 céntimos. ¿Nos han estafado por 86 céntimos?», se preguntaba Millán el otoño pasado cuando se supo del plagio. Y la respuesta es que sí: la estrategia de piratas como Michael Smith consistía en sacar 86 céntimos de cientos de miles de canciones para no llamar la atención y sumar una foruna considerable por debajo del radar.

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