Muere Alejandro Reyes, el ‘presi’ de la buena música

<p>La noticia llega escueta a las 21.29 h, pero duele infinito. <strong>»Ha fallecido Alejandro Reyes»</strong> (Almería, 1944-2025). ¿Cómo?. Le doy toda la credibilidad a mi fuente, David Calzado, ex sanjuanero conocido por su desempeño en gabinetes de prensa para el Ministerio de Cultura o La Casa Encendida. Aún así me resisto al desgarro y busco en Internet. Nada. No veo nada. Ufffff… el vértigo me da una tregua y un respiro, que dura apenas unos minutos; enseguida entran otros WhatsApps anunciando la noticia y entonces el desgarro se hace completo, profundo, insoportable.</p>

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 Alejandro Reyes fue fundador y alma del Club de Música y Jazz San Juan Evangelista de Madrid y una de las grandes personalidades del jazz y el flamenco en España  

La noticia llega escueta a las 21.29 h, pero duele infinito. «Ha fallecido Alejandro Reyes» (Almería, 1944-2025). ¿Cómo?. Le doy toda la credibilidad a mi fuente, David Calzado, ex sanjuanero conocido por su desempeño en gabinetes de prensa para el Ministerio de Cultura o La Casa Encendida. Aún así me resisto al desgarro y busco en Internet. Nada. No veo nada. Ufffff… el vértigo me da una tregua y un respiro, que dura apenas unos minutos; enseguida entran otros WhatsApps anunciando la noticia y entonces el desgarro se hace completo, profundo, insoportable.

A pesar de todo me sigo resistiendo y necesito una confirmación oficial. Busco en mi teléfono los números de su hermana o su sobrino, pero los he perdido. No puede ser. Pero lo es: a David le llega la confirmación desde dentro de la familia, quien manifiesta el deseo de Alejandro de irse sin hacer ruido, sin velatorio ni funeral, ni misa ni ceremonia alguna; sólo los familiares más cercanos. «Muy Alejandro», dicen todos sus amigos, pero sería grandioso ver a una marching band por las calles de Almería despidiéndole. O una buena patá flamenca, dos de los géneros musicales que nadie como él encumbró en nuestro país, al frente de ese club de la buena música que fue el Club de Música y Jazz San Juan Evangelista de Madrid.

Entre los renglones se agolpan infinidad de recuerdos y no consigo ordenarlos ni diferenciarlos. La mente se nubla y la pena se amontona. El San Juan fue una de sus grandes pasiones y -por su trágico desenlace- y grandes calvarios. Luego amaba a su Almería, en especial al Cabo de Gata. Ya avanzado el tiempo hizo suya la pintura moderna, y, de siempre, la buena comida, sus salmonetes. Si algo le gustaba lo hacía sin ponerle límites, como tampoco le ponía freno a aquello que no le gustaba. Otra de sus mayores satisfacciones fue transitar a la democracia delante de los grises y luchando por la libertad entre las facultades de la Universidad Complutense, o trabajar en la concejalía de cultura para Tierno Galván, algo por lo que sentía verdadero orgullo. Pero lo del San Juan fue algo especial, único.

Alejandro nació como Reyes a secas, el Alejandro llegó después; uno quiere creer que lo de Reyes le parecía demasiado monárquico y que, en realidad, merecía un nombre magno. Llegó a Madrid para estudiar ingeniería industrial, pero no lo acabó por un par de asignaturas. Años más tarde un rector le ofreció «aprobárselas» simbólicamente, pero él se negó; tenía un gran sentido de la justicia y por eso a nadie le sorprenderá saber que cuando sus compañeros le nombraron presidente del Club de Música, él sólo lo aceptó si se le consideraba como el «Presi-Uno-Más».

También tuvo una relación especial con el azar y quizás por algo de aquello se le metió el veneno de la única música verdaderamente construida desde la libertad y la improvisación: el jazz. El flamenco… lo llevaba en las venas. Y por el folk o, fin, las buenas músicas, dejando de lado la que para él fue una etapa decepcionante, cuando puntualmente se dejó querer por la llamada música new age.

Muchos fueron los hitos profesionales de Alejandro al frente del San Juan, desde la consecución de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes españolas en 2010 hasta el último concierto de Camarón. Pero fue su instinto y conocimiento por la buena música y la defensa de los grandes valores de la cultura lo que le llevó a ser una de sus mayores personalidades. Hizo historia en otras instituciones como el Instituto de la Juventud, e impulsó festivales eternos como el de Jazz, Flamenco o el de Góspel de Madrid, ya desde la promotora de conciertos que montó, CultyArt.

En estos años se dolía de una salud frágil, pero nadie de los suyos pudo presagiar tan repentino y trágico final, aquellos con los que compartía noticias y felicitaba cumpleaños personalizados en un reducido grupo de WhatsApp. También últimamente le había dado por coquetear con las redes sociales, o volver a la acción política de izquierdas ya desde su Almería natal, donde recibió varios homenajes, de sus amigos de la peña El Taranto o -este verano- de la Fundación de excolegiales del San Juan Evangelista. Y donde vio cómo la cineasta y productora Andrea Barrionuevo le hacía un documental, Club de Reyes(2016).

Escribo esta despedida sin saber qué le ha pasado, ni me importa. Ni me espero, pues mañana no sé si podré enfrentarme al teclado: la tristeza y la desolación serán plenas. Estoy seguro de que, además, después de sonrojarse, me echaría la bronca. «Pablo, recuerda, Presi-Uno-Más, nadie es imprescindible», aunque para quien esto escribe lo es; así, en presente. Se fue siendo del Barça, lo único malo que tuvo, en el decir jocoso de un pionero del periodismo jazzístico, el también añorado José Ramón Rubio. Sí me reconforta saber que allá donde esté, estará junto a su gran amigo Merayo, otro sanjuanero de ley, y al lado de Miles Davis o Sarah Vaughan, dos artistas que siempre dijo le dejó a deber al San Juan. Nosotros nos quedamos en deuda contigo, Alejandro.

Pablo Sanz formó parte del Club de Música y Jazz San Juan Evangelista y fue vocal de su junta directiva hasta que desapareció.

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