Muere El Güito, leyenda de los bailaores del siglo XX

<p>Eduardo Serrano Iglesias, el bailaor conocido como El Güito, ha muerto a los 83 años, dejando atrás una carrera de siete décadas que entró en la historia del flamenco. El Güito debutó con 14 años, en la Compañía de Pilar López en la que compartió escenarios con Antonio Gades, Mario Maya, Curro Vélez y Alberto Portillo y giró por Europa. </p>

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 Eduardo Serrano tenía 83 años y llevaba siete décadas de carrera, desde las fiestas de las corralas hasta los grandes teatros de Europa.  

Eduardo Serrano Iglesias, el bailaor conocido como El Güito, ha muerto a los 83 años, dejando atrás una carrera de siete décadas que entró en la historia del flamenco. El Güito debutó con 14 años, en la Compañía de Pilar López en la que compartió escenarios con Antonio Gades, Mario Maya, Curro Vélez y Alberto Portillo y giró por Europa.

El Güityo había nacido en El Rastro, el barrio más flamenco de Madrid. Cuando nació, su hermana Encarna, que era rubia con los ojos azules, dijo «¡Qué negüito es, mamá!» para describir su piel morena. Con Güito se quedó. Su madre era lotera. Salía a vender y el niño se quedaba con las vecinas. Lo sacaban a bailar en las corralas cada vez que había una fiesta. La señora Luisa solía ir a un bar llamado La Perla de Cuba, en Cascorro, a vender boletos. A veces llevaba al niño en la cadera y le decían: ‘¡Que baile ese güito!’. Le subían al mostrador y bailaba. También le llevaba su madre a la taberna La Concha, que tenía cuartos o reservados donde actuaban los artistas. Allí, a hurtadillas, Güito vio bailar por primera vez a Antonio Farruco. fue una revelación.

El Güito explicó así su carrera en una entrevista publicada por EL MUNDO este verano: «Yo empecé a bailar con cuatro años. Como tenía ese ímpetu, mi madre me llevó a un concurso infantil, un programa de la radio que llamaban La Onda Mágica. Salí en varias películas, una con Marujita Díaz, otra con Carmen Sevilla, con Antonio Molina… No tenía ningún control, el baile te sale o no te sale. Fíjate: de mis hijos no baila ninguno. En cambio tengo un nieto que con quince meses le dices ‘baila como el abuelo’, y no veas cómo se menea. Ya con once años entré con Antonio Marín, aprendí muchísimo de él».

La carrera de El Güito dio un salto en 1971, cuando se unió en Trío Madrid a Carmen Mora y Mario Maya. Su éxito lo llevó a actuar como artista invitado en el Ballet Nacional de España, ya consolidado como una figura de época. También como un personaje bohemio, indómito.

«Me habré gastado lo que no tienen los gobiernos. Me hacía los trajes a medida. He ido 12 veces a Japón. A Sudamérica ni me acuerdo», dijo El Güito en su entrevista de EL MUNDO. En esa época, se hablaba de su farruca portentosa, de su caña solemne, de su majestuosa soleá. «Qué bien lo pasábamos cuando Madrid estaba lleno de tablaos. Nos juntábamos un montón de flamencos y ya nos liábamos, nos conocíamos todos. Lo que ganábamos nos lo gastábamos de juerga, por afición, íbamos a ver a unos y a otros. Es que era otra vida. Ahora se hace muy deprisa todo. Parece que les pagan por dar más patás. Se baila de cintura para arriba, con la cabeza. Yo estudiaba muchísimo para que todo saliera perfecto, con los tiempos justos. En eso me parecía a mi amigo Gades. Pero él era otra cosa, era distinto, más bailarín que bailaor, para mí el mayor fenómeno que ha habido. Me inspiraba en los cantaores, les dejaba su espacio, no los pisaba. Me gustaba mucho Chano Lobato, que para cantes de fiesta no tenía comparación. Y eso que no era gitano. Enrique Morente me encantaba, qué personalidad tenía. Tampoco era gitano. Es que el flamenco es de los gitanos, y el baile es de los gitanos. Han salido cuatro o cinco payos, pero esto es nuestro. Tenemos un sentimiento distinto. Como los negros con el blues. Es lo único que tenemos los gitanos. Y ya está, ¿no? Seguí dando clases hasta hace unos años, pero ya no puedo. Se ha acabado. Qué pena».

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