<p>»Soy una <i>bocachancla</i>. Lo sé», dice. La confesión llega al final, cuando ya todo queda dicho, y no es tanto una advertencia como una medalla. <strong>Najwa Nimri (Pamplona, 1972)</strong> se muestra orgullosa de quién es, de qué dice y de cómo es y de cómo dice lo que dice. Su manera de responder preguntas es genuina. No siempre la respuesta tiene que ver con la pregunta, pero siempre e indefectiblemente tiene que ver con ella. En San Sebastián presenta <i>La virgen roja</i>, la película de Paula Ortiz que retrata la vida de Aurora Rodríguez Carballeira, la mujer que decidió convertir su maternidad en un proyecto utópico para toda la humanidad. Su hija Hildegart no solo fue una de las mentes más brillantes de la España de los años 30, sino que se convirtió en referente de los estudios de sexualidad en Europa. Y así hasta que un día abjuró del proyecto materno y ese acto de renuncia, que en verdad fue de liberación, le costó la vida. La madre asesinó a la hija. La madre es Nimri en un papel que la devuelve al cine después de <i>Quién te cantará</i>, la penúltima cinta de Carlos Vermut. «He llegado hace tres horas. Me ha dado tiempo a saludar a la gente y luego he ido a cortar un jamón», dice.</p>
La actriz encarna a la madre parricida que acabó con su hija Hildegart en ‘La virgen roja’, la película de Paula Ortiz presentada en el Festival de San Sebastián
«Soy una bocachancla. Lo sé», dice. La confesión llega al final, cuando ya todo queda dicho, y no es tanto una advertencia como una medalla. Najwa Nimri (Pamplona, 1972) se muestra orgullosa de quién es, de qué dice y de cómo es y de cómo dice lo que dice. Su manera de responder preguntas es genuina. No siempre la respuesta tiene que ver con la pregunta, pero siempre e indefectiblemente tiene que ver con ella. En San Sebastián presenta La virgen roja, la película de Paula Ortiz que retrata la vida de Aurora Rodríguez Carballeira, la mujer que decidió convertir su maternidad en un proyecto utópico para toda la humanidad. Su hija Hildegart no solo fue una de las mentes más brillantes de la España de los años 30, sino que se convirtió en referente de los estudios de sexualidad en Europa. Y así hasta que un día abjuró del proyecto materno y ese acto de renuncia, que en verdad fue de liberación, le costó la vida. La madre asesinó a la hija. La madre es Nimri en un papel que la devuelve al cine después de Quién te cantará, la penúltima cinta de Carlos Vermut. «He llegado hace tres horas. Me ha dado tiempo a saludar a la gente y luego he ido a cortar un jamón», dice.
¿Conocía el papel de Amparo Soler Leal, que es el suyo, en la película de 1977 Mi hija Hildegart, de Fernando Fernández Gómez ?No, no conocía ni la historia. No sabía nada. Me enteré de todo por el guion. No es la primera vez que me ofrecen un parricidio, pero hasta que mi hijo no ha crecido no me he atrevido a aceptar.¿Por qué? ¿Temía acabar imitando en la realidad lo que pasa en la ficción?Los actores jugamos con el imaginario de una manera muy activa. Y siempre creo que mezclar determinadas emociones con tu vida da muy mal fario. No me apetece mezclar a mi familia en nada oscuro. Digamos que si decidí hacer esta película es porque ahora tenía las armas para enfrentarme a todo esto sin sentir culpa.Y más allá del parricidio, ¿qué le atrajo de la historia?Es complicado contestar porque un parricidio lo borra todo. Lo que temí es que la película no dispusiera del tiempo suficiente para adentrarse en el personaje y que no se contara bien, como debe, el daño que padecía.También era una persona con unas preocupaciones sociales completamente adelantadas a su tiempo…En cualquier caso, lo que hizo no me parece comprensible. El ejercicio que hice no fue ni de comprenderla ni de juzgarla. Nunca llegué a compartir nada con ella. Hay casos de parricidios de mujeres que acaban con sus hijos porque creen que les están salvando de algo. Son parricidios que atienden a una especie de compasión. «El mundo es tan terrible que te voy a salvar de él y luego me quite la vida también», es el razonamiento. No es el caso en esta historia. Esto es responsabilidad de los ideales políticos exclusivamente. Ninguna ideología vale la muerte de un hijo ni de nadie.Dice que cuando le ofrecieron el proyecto no sabía nada de los logros de Hildegart. Y, hecho, se conoce el crimen, pero no la obra. De alguna manera, eso ya es un síntoma de algo, de nuestra falta de memoria, cuanto menos. O del machismo.Sin duda, si no hubiera sido un crimen tan atroz no se conocería nada en absoluto. Eso sí que nos deja en mal lugar.¿Cómo cree que esta historia nos habla a nosotros?No sé. Lo que sí sé es que el asesinato lo comete una mujer; una mujer que le da alas a su hija y luego se las corta. Si queremos hablar del feminismo, por ejemplo, tendremos que hablar del feminismo desde ahí.Así planteado, es un lugar que no deja muy bien al feminismo…No lo sé. Esto es la historia de una madre que quita la vida a una hija por ideales políticos. Si lo que preguntas es si el hecho de que no se conozca nada de Hildegart atiende al machismo, pues no lo sé tampoco. Las mujeres han firmado con seudónimo hasta antes de ayer y el machismo, hasta hace pocos años, estaba en todos los ámbitos. Creo que más que del feminismo tendríamos que hablar de la consecuencia funesta de la radicalización de las ideas, de cualquier idea por muy utópica que sea. Si se deja de escuchar, el resultado puede ser el que refleja la película.Vivimos un momento particular de irrupción de la mujer en el cine español. Lleva en el cine desde los 90. ¿Cree que estamos en mitad de un cambio, una revolución o lo que sea?¿Qué puedo decir? El poder es el poder y he visto hacer mal uso de él a hombres y mujeres. En mi experiencia, el abuso lo he sentido por ambos sitios y el apoyo de los hombres también lo he tenido de manera muy constante. Entiendo que es un momento en el que es necesario que la gente se posicione. Y yo tengo una especie de impulso innato que no tiene que ver con salvarse. De hecho, nunca me salvo. Ese impulso tiene que ver con una especie de rebeldía absurda. Cuando me piden que me posicione no puedo evitar no posicionarme. Siempre se nos pide que nos posicionemos sobre Gaza o sobre feminismo. Y no lo entiendo porque estoy promocionando una película que no tiene que ver con eso.Esta película habla de feminismo…El caso de Aurora supera con creces cualquier ejercicio de imaginación. Ella se consideraba a sí misma un ser celeste. Pero, por volver a lo de antes, sí creo que vivimos un cambio que no creo que sea coyuntural. Es un cambio necesario. Estoy convencida de que las mujeres tenemos que hacernos con los mandos, ser más técnicas, y ser capaces de rodar, de producir, de llevar la máquina… Y también estoy convencida de que el trabajo habla por sí solo y no posicionarse, como decía antes, protege. Por otro lado, hay algo que une al cine hecho por mujeres. Es un vuelo más suave. Pero pueden ser mucho más crudas también. La crudeza femenina puede ser más despiadada que la del hombre. Y eso es así por lo que te toca vivir, porque pares.Tras el éxito en el mundo de las series que ha protagonizado, ¿qué lugar ocupa el cine en su vida?Del cine es muy complicado vivir. Lo que sí tengo claro es que elijo los proyectos que no me apetece hacer.¿Perdón?Sí, cuando leo algo que digo: «Buff. Esto no me apetece». Eso quiere decir que hay algo. Elijo el cine cuando veo claramente que es un reto. Imagino que con el tiempo haré algo que sea más divertido. Las dos últimas películas que he hecho, la de Vermut y ésta son personajes muy complicados.¿Es eso masoquismo?No, simplemente creo que artísticamente si estás muy cómoda empieza a ir mal. Masoquismo es que te guste sufrir y eso no me gusta en absoluto.Ha mencionado a Vermut. Carlos Vermut acaba de publicar un comunicado denunciando a los que le denunciaron por abusos. ¿Qué opinión le merece todo lo que ha pasado con el director con el que trabajó?Qué puedo decir. Él me parece uno de los creadores más importantes de este país. No juzgo lo que pudo hacer. No tengo absolutamente nada que decir. Solo espero que la gente sea lo suficientemente responsable. Cultura