Oh, Canadá: Paul Schrader se pierde y se reencuentra en un estudio sobre la memoria tan irregular como intenso (***)

<p>Para Bergson, la memoria es duración. Y eso es así porque contiene en sí misma la persistencia del pasado en el presente, volcado a su vez hacia el futuro. Más sucinto, Faulkner mantenía que el pasado no existe, que el pasado es el presente. Y desde este punto de vista, la memoria no es más que la herramienta para construir, en efecto, el futuro. Paul Schrader no solo no les llevaría la contraria, sino que, un paso más allá, se empeña en convertir la reflexión de uno y otro en imagen cinematográfica. En verdad, <i>’Oh, Canadá</i>’, así se llama la nueva película del veterano director, no es tratado de filosofía ni reflexión metaliteraria sino que simplemente adapta la última novela del autor estadounidense Russell Banks, que murió en enero de 2023, apenas unos meses antes de que comenzara el rodaje. Pero sobre la pantalla, es más verso que prosa. <strong>Y eso, pese a las dudas, confusiones y exceso de artificio, es lo que importa: la permanente sensación de riesgo, de experimentación y de duda que preside cada fotograma.</strong></p>

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 El veterano guionista y director adapta el texto autobiográfico de Russell Banks (autor también de ‘Aflicción’) para confeccionar un puzle tan arriesgado como excesivamente artificioso sobre la verdad, la mentira, el perdón y la culpa  

Para Bergson, la memoria es duración. Y eso es así porque contiene en sí misma la persistencia del pasado en el presente, volcado a su vez hacia el futuro. Más sucinto, Faulkner mantenía que el pasado no existe, que el pasado es el presente. Y desde este punto de vista, la memoria no es más que la herramienta para construir, en efecto, el futuro. Paul Schrader no solo no les llevaría la contraria, sino que, un paso más allá, se empeña en convertir la reflexión de uno y otro en imagen cinematográfica. En verdad, ‘Oh, Canadá‘, así se llama la nueva película del veterano director, no es tratado de filosofía ni reflexión metaliteraria sino que simplemente adapta la última novela del autor estadounidense Russell Banks, que murió en enero de 2023, apenas unos meses antes de que comenzara el rodaje. Pero sobre la pantalla, es más verso que prosa. Y eso, pese a las dudas, confusiones y exceso de artificio, es lo que importa: la permanente sensación de riesgo, de experimentación y de duda que preside cada fotograma.

El responsable de la trilogía formada por ‘El reverendo’, ‘El contador de cartas’ y ‘El maestro jardinero’, todas ellas sobre hombres que buscan la redención atrapados en un pasado que les hizo villanos, cambia ligeramente de argumento para, después de una larga vuelta, volver al punto de partida. También aquí, se trata de un individuo, antiguo y venerado documentalista, que a las puertas de muerte debido a un cáncer que le devora decide convertir el relato de su vida en una película ante la cámara de un antiguo alumno. Todo por ser redimido. Y en la narración en duermevela entre los efectos de las medicinas, que son drogas, y los vapores del resentimiento que buscan perdón, Schrader se las arregla para diseñar un laberinto de miedos, engaños y confesiones. «Ese montón de espejos rotos», que diría el mismo poema de Borges.

Richard Gere da vida al protagonista que se desdobla en Jacob Elordi de joven. Y en frente, una Uma Thurman que vuelve a la pantalla grande después de tanto tiempo. El personaje de Gere cuenta todo lo que amó, que fue mucho y en muchos cuerpos; cuenta que un día huyó (se fue a Canadá para no ser alistado en la Guerra de Vietnam); cuenta que el propio cuento que cuenta es verdad y mentira a la vez. La película se desdobla a medida que avanza. Por momentos, es descripción fracturada de una memoria por fuerza rota; a ratos es reflexión sobre el límite que separa la ficción de la realidad; en un instante se diría incluso que es autorretrato del propio Schrader; y siempre es un trabajo que interpela al espectador de manera directa y muy emotiva.

Bien es cierto que la complejidad del experimento no siempre resulta lograda por artificiosa, por demasiado cerebral o por simplemente confusa. Pero rodada como fue en 17 días, da en todo momento la medida perfecta de un cineasta gigante. Somos nuestra memoria.

Dirección: Paul Schrader. Intérpretes: Richard Gere, Uma Thurman, Jacob Elordi, Michael Imperioli, Kristine Froseth. Duración: 95 minutos. Nacionalidad: Estados Unidos.

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