‘On Falling’, un claro, frío y sorprendente debut sobre las heridas del turbocapitalismo (****)

<p>Que lo personal es político es, según se mire, una frase hecha, una proclama para lanzarse a la calle o, dado el caso, uno de esos hallazgos diminutos que todo lo iluminan. Cuando Carol Hanisch escribió su ensayo con precisamente ese título, de repente, algo se hizo evidente. Y ese algo tiene que ver con <strong>la imposibilidad radical de separar lo que somos de lo que sufrimos.</strong> Así, en general. <i>On falling</i>, de la debutante Laura Carreira, es una de esas películas que, sobre el papel, caben en una esquina de la retina. Toda ella se diría que no es más que un apunte, un proyecto de cine y de vida. Sin embargo, a medida que avanza, crece hasta apropiarse no solo de la mirada completa del espectador sino de algo más que tiene que ver no solo con el alma, que también, sino con su posición en el mundo. Es una película profundamente personal y, sin embargo, de todos. Y por ello, radicalmente política.</p>

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 El Festival de San Sebastián asiste sorprendido al estreno de Laura Carreira en la dirección con un ejercicio despiadado y tierno a la vez de cine desnudo  

Que lo personal es político es, según se mire, una frase hecha, una proclama para lanzarse a la calle o, dado el caso, uno de esos hallazgos diminutos que todo lo iluminan. Cuando Carol Hanisch escribió su ensayo con precisamente ese título, de repente, algo se hizo evidente. Y ese algo tiene que ver con la imposibilidad radical de separar lo que somos de lo que sufrimos. Así, en general. On falling, de la debutante Laura Carreira, es una de esas películas que, sobre el papel, caben en una esquina de la retina. Toda ella se diría que no es más que un apunte, un proyecto de cine y de vida. Sin embargo, a medida que avanza, crece hasta apropiarse no solo de la mirada completa del espectador sino de algo más que tiene que ver no solo con el alma, que también, sino con su posición en el mundo. Es una película profundamente personal y, sin embargo, de todos. Y por ello, radicalmente política.

Se cuenta la historia de una mujer (soberbia Joana Santos) que trabaja en un almacén donde van a parar todas las cosas que nos pedimos por Amazon. Ella es original de Portugal y el depósito en su sentido más amplio (no solo de cosas sino también de vidas) se encuentra en Escocia. Digamos que en la nomenclatura oficial, ella es emigrante. Ella está sola, trabaja sola y vive sola. Los que la rodean no parecen muy diferentes. Charlan, comparten el tiempo del almuerzo y, cuando han acabado, vuelven agotados a sus casas. No hay más.

Toda On falling discurre por la pantalla con la extraña sensación de lo común. La cámara jamás avasalla a los personajes. Les deja hacer, respeta su espacio y, poco a poco, acierta describir con una pulcritud sorprendente el espacio de miedo, silencio y sometimiento que habita entre ellos. Todo el esfuerzo de la directora consiste en alejarse de las proclamas, las frases hechas o las revoluciones impostadas. Lo que es ve es tan profundamente personal que duele. Y duele por ser la perfecta descripción de todos nosotros o, mejor, del modo de vida que nos hemos dado.

Laura Carreira y Joana Santos en la presentación de ‘On falling’.ANDER GILLENEAAFP

On falling (Al caer) hace referencia lejana (no va de eso) a los cuerpos de los suicidas que se precipitan desde un puente no muy lejano. Y aunque esto solo es mencionado una vez, el eco del golpe contra el suelo (producto de la imaginación del espectador únicamente) permanece adherido a la memoria y a la retina todo lo que dura la cinta, una cinta clara, fría, tierna, despiadada y, sobre todo, inolvidable.

La película está producida por Sixteen Films, la productora de Ken Loach. No hace tanto al director se le preguntaba, como siempre que presenta una película, por lo que pasa y a su juicio lo que nos ocurre es esto: «Según el proyecto neoliberal, la mano de obra debe ser vulnerable, porque así aceptará salarios bajos, contratos basura y trabajos temporales. Y para que el trabajador siga siendo vulnerable hay que hacerle creer que tiene lo que merece. Ese es el secreto: recordar a los humillados que la culpa es suya. Porque si la culpa fuera del sistema habría que cambiarlo, y eso, de momento, no interesa».

Esto último de Loach es muy político y Carreira nos demuestra que también es muy personal.

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