Pablo Alborán: «He descubierto que nos preparan para la enfermedad y la pérdida, pero no para la curación»

<p><strong>Pablo Alborán</strong> (Málaga, 1989) publica nuevo disco, <strong>‘KM 0’</strong>, el 7 de noviembre, lo acompañará de una gira mundial y se le ve especialmente feliz porque no es un álbum cualquiera. Es la coda de una experiencia traumática con final feliz, la gravísima enfermedad de una niña de su familia, que le ha dado la vuelta como un calcetín. «Estuve destrozado y, de repente, se curó y me di cuenta de lo salvajemente bonita que es la vida. Todo el rato nos estamos diciendo lo fea que es por las cosas tan terribles que pasan, pero no podemos dejar que esa oscuridad nos venza», reflexiona.<br></p>

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 «Un año muy jodido» ha dado lugar a un disco tan nuevo como clásico. «Se me sacudió el suelo y ahora vuelvo a cantar como la primera vez», explica  

Pablo Alborán (Málaga, 1989) publica nuevo disco, ‘KM 0’, el 7 de noviembre, lo acompañará de una gira mundial y se le ve especialmente feliz porque no es un álbum cualquiera. Es la coda de una experiencia traumática con final feliz, la gravísima enfermedad de una niña de su familia, que le ha dado la vuelta como un calcetín. «Estuve destrozado y, de repente, se curó y me di cuenta de lo salvajemente bonita que es la vida. Todo el rato nos estamos diciendo lo fea que es por las cosas tan terribles que pasan, pero no podemos dejar que esa oscuridad nos venza», reflexiona.

¿Ese ‘KM 0’ representa un nuevo comienzo o un regreso al pasado?
No es retroceder, es volver a cantar como la primera vez y volver a hacer las cosas como al principio. Eso sólo te puede pasar si se te sacude el suelo y a mí se me ha sacudido por completo. El año pasado ha sido muy jodido porque una persona a la que quiero más que a nada estuvo muy enferma. Ahora está sana, pero no era el desenlace que parecía más probable y, mientras vivimos todo ese proceso, en el subconsciente se fueron gestando canciones, sentimientos y cambios que han hecho que, cuando me he vuelto a poner a escribir, todo saliera de un modo impulsivo y diera este disco. No ha sido algo catártico, ha sido algo animal y, curiosamente, cuando acabé el disco me di cuenta de que es salvajemente clásico. Este kilómetro cero es la manera más salvaje que tengo de ser clásico.
¿Clásico en qué sentido?
Las canciones vuelven a tener su forma: sus intros, sus estrofas, sus estribillos, sus puentes, sus solos de guitarra, de violín y de lo que sea. No responden al algoritmo. Hay canciones que duran diez minutos y tengo un poco la sensación que tenía cuando hice mi primer disco: esto es lo que soy y ya veremos qué pasa.
¿Trabajabas pensando en el algoritmo?
En este disco no, pero con los anteriores sí. Es inevitable. No tanto en la escritura como en las decisiones. Por ejemplo, en las colaboraciones con otra gente que eliges, en los arreglos, acortando canciones… Es terrorífico cuando pasa el tiempo, las escuchas y dices: «¿Qué carajo es esto? ¿Por qué lo hice?». Escucho maquetas de cosas antiguas en las que había un solo de guitarra espectacular o una estrofa que funcionaba aunque estaba fuera de estructura y las quité. Las quité pese a que la canción me gustaba más con ellas. Ya no quiero pecar más de eso.
¿Eran decisiones propias o te empujaban?
Mías, mías. He tenido la suerte de que nunca me hayan dicho lo que tenía que hacer. Soy mi peor enemigo también en esto [risas]. Entonces, quería volver a responder al primer impulso instintivo, casi animal, como lo haría un niño. Por eso la gira tiene como imagen una foto mía de pequeño. Me puse a ver vídeos antiguos que tenía por casa y, de repente, veo que con dos o tres años ya estaba tocando la guitarra y haciendo teatro con mi hermano.
Eras un niño que quería ser artista y no lo lograba. Ibas a concursos y perdías.
Perdía siempre. De hecho, por eso nunca volví a presentarme a un concurso cuando fui creciendo. Lo pasaba tan mal…
En realidad fuiste el primero en vencer al sistema. Te convertiste en estrella sin pasar por discográficas ni concursos televisivos sino a base de subir tus canciones a MySpace y YouTube.
Bueno, yo no me considero una estrella, pero es justamente así como me vuelvo a sentir 15 años después. Entonces, como ahora, respondía a un impulso. No pensaba si estaba saltándome alguna etapa ni quién no creía en mí ni si la radio no me quería. La verdad es que me ha pasado de todo. Después, la radio ha apostado por mí siempre, pero al principio no había forma, tuve que pelear mucho para convencer a la gente. Ahora vuelvo a tener esa sensación y me parece precioso porque sentir que no todo está hecho es muy guay. De hecho, el disco lo compuse en mi casa, de noche, casi como terapia.
¿Para superar el dolor?
Ya no estaba con dolor cuando lo compuse porque ella ya se había curado, pero descubrí otra cosa: no nos preparan para la curación. Te preparan siempre para la enfermedad, para la pérdida cuando se muere alguien, tus padres… Pero nunca te preparan para que un día te digan de golpe: «Ya está. Se ha curado, que vuelva mañana al cole». Y tú estás asustadísimo. ¿Cómo va a ser eso? ¿Cómo va a hacer vida normal otra vez si hace dos días estaba a punto de morir? Algo en tu cerebro hace un cortocircuito.
Te da pánico salir de la burbuja.
Claro. Me costó mucho asimilar la buena noticia. Toda la familia llevábamos meses preparándonos para lo peor y, de repente, te dicen que la vida es la leche, que puede tener este tipo de milagros, que la ciencia salva vidas, que la donación de médula funciona y que a vivir otra vez. Por cierto, si empiezo a dar las gracias a gente me falta página para terminar.
¿A los médicos?
Sí, a la sanidad pública de este país. Hay que gritar por ellos cada día porque ellos ya no pueden gritar más alto. Guardias de más de 100 horas, falta de personal, salarios bajos, horarios irregulares, sin vida personal, con muchos problemas de salud mental y física&mldr; y ahí siguen. Y luego llegamos nosotros y queremos que nos curen enseguida porque pagamos nuestros impuestos y nos quejamos y criticamos&mldr; ¡Venga, hombre! Es terrorífico. Lo que hay que hacer es protegerlos y exigir que puedan trabajar en mejores condiciones.
Pablo Alborán posa para la entrevista.
Pablo Alborán posa para la entrevista.Sergio Enríquez-Nistal
Volviendo al disco, todo inicio de viaje es para llegar a algún sitio o para escapar de algo. ¿Cuál es tu caso?
No escapo, pero sí me despido de alguna cosa. He aprendido que hay despedidas que no tienen por qué ser amargas y este disco también habla de historias de amor y desamor en las que se celebra la despedida: «Vámonos de aquí, se acabó el amor, lo hemos dado todo, qué bien que lo hayamos intentado los dos a la vez y con la misma intensidad y qué bien que hayamos sentido el desamor también a la vez. Vamos a celebrarlo». Eso está en este disco, pero no es una huida. Al revés, es una confrontación cara a cara conmigo mismo y un homenaje a la vida y al amor.
La letra de la canción que da título al álbum me pone muy fácil un par de preguntas. «Mis heridas se han curado mal con tanto movimiento». ¿Cuáles?
Las he sanado casi todas, pero me ha costado más de lo debido porque, cuando me sucede todo esto de la enfermedad, me voy de gira por Estados Unidos. Yo no quería y lo iba a cancelar todo, pero el propio médico me llamó y me dijo: «No sirve de nada que te quedes porque el trasplante no ha llegado todavía. Vete». Decidí hacer la gira y donarlo todo a la investigación y al Hospital La Fe de Valencia. Necesitas romperte del todo para sanar. No te curas, si no tocas fondo. Te rompes por completo y luego te recompones lo mejor que puedes con los trozos que quedan. En eso estoy.
Otra línea de ‘KM 0’: «Preguntándole al espejo quién era Pablo». ¿Te ha respondido?
No, creo que no me voy a responder nunca y que eso es lo que me salva. Preguntarnos todos los días quién somos nos salva de convertirnos en un robot. El robot sabe perfectamente lo que hace, lo que no hace, hasta dónde llega y hasta dónde no. La IA lo tiene todo clarísimo y no tenerlo claro es lo que nos humaniza. Poder cambiar de opinión nos humaniza, poder cometer errores nos humaniza. Es sano no tener toda la información sobre ti mismo. Lo que sí sé es lo que no quiero. Hay formas de trabajo , de presión, de angustia, de ansiedad que ya no acepto. No quiero no disfrutar. En otros momentos he tenido que parar y desaparecer y he tenido la suerte de poder hacerlo. Eso es un privilegio que no todo el mundo puede permitirse.
Antes de empezar, hemos hablado de una entrevista que te hice en 2018. A los periodistas nos encanta creernos psicólogos con gente que vemos una hora cada tres años, así que diré que se te ve muchísimo más cómodo en tu piel que entonces.
Muchas gracias [risas]. Para empezar, éramos mucho más jóvenes y eso influye. También me he dado cuenta que me ponía muy tenso con las entrevistas porque, al principio del todo, me desnudaba en cuerpo y alma y me llevé algún disgusto al ver el resultado, así que durante años tuve demasiado cuidado con lo que mostraba. Ya no. Me he dado cuenta de que tenéis mucho poder, da igual el cuidado que tengas y no voy a dejar de mostrarme como soy.
En octubre se estrena tu debut como actor en la serie ‘Respira’, de Netflix. ¿Qué tal conviven el músico y el actor? ¿Hay celos?
Se llevan muy bien, estoy súper feliz. El actor me ha hecho disfrutar mucho porque es un trabajo muy coral y el compañerismo es fundamental. En la música es todo más solitario y me he sentido como un niño en el recreo del cole. Me he preparado y he estudiado muchísimo, pero no me llegaba la oportunidad y no sabes lo bien que me he sentido. El resultado ya no sé cómo saldrá, no tengo ni idea. Seguro que no me soporto.
Hombre, si fuera un desastre te lo hubieran dicho.
Da igual, si es que no me soporto en general. Los discos rara vez los escucho una vez terminados, las actuaciones ni las veo porque me muero de la vergüenza. Sé que es un poco absurdo ser un artista vergonzoso, pero no puedo evitarlo. Me encantaría que se me quitara, pero ya he asumido que viviré siempre con ella.
¿Y con la fama, que también has tenido tus más y tus menos, cómo vas?
He aprendido que tu fama la dibujan los demás. Estoy bien. Nunca he ocultado nada, he dejado de vivir nada o he hecho algo que no quisiera y ahora no va a ser menos. Otra cosa es que no exponga mi vida privada. Mucha gente piensa que como no digo con quién estoy saliendo es porque quiero ocultarlo y no es así. Lo que no hago es vender mi intimidad, pero quien me quiera encontrar me encuentra fácil porque hago una vida completamente normal. Es curioso porque mucha gente no se lo cree. Joder, es que incluso tengo amigos que me dicen que cómo me las apaño para salir ahora y les tengo que decir: «Pero si la semana pasada estuvimos juntos en Gran Vía, hijoputa. ¿Cómo me dices eso?» [risas]. La gente exagera el foco que se pone sobre los personajes públicos.

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