<p>Un ramillete de margaritas, claveles y dos rosas secas adornan la tumba de <strong>Paco de Lucía</strong> en el cementerio viejo de <strong>Algeciras</strong>, la ciudad gaditana en la que nació hace 76 años el músico y compositor, considerado el <strong>mejor guitarrista flamenco</strong> de la historia y el más virtuoso con el instrumento a nivel mundial. Así lo atestiguan el reguero de galardones que recibió a lo largo de su trayectoria -el <strong>Príncipe de Asturias</strong>, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz y por el Berklee College of Music, dos premios <strong>Grammy </strong>latino…- y las maravillas que contaban de él los más grandes del flamenco y la guitarra. El guitarrista de The Rolling Stones, <strong>Keith Richards</strong>, dijo del gran Paco de Lucía: «Si creen que yo toco bien la guitarra es porque no le han escuchado a él». Tan grande es para <strong>Tomatito </strong>que lleva en una foto de él, junto a Camarón, en la funda de su guitarra.</p>
Tras varios aplazamientos, el Ayuntamiento todavía no sabe cuándo abrirá sus puertas el museo dedicado al artista, considerado el mejor guitarrista de flamenco de la historia
Un ramillete de margaritas, claveles y dos rosas secas adornan la tumba de Paco de Lucía en el cementerio viejo de Algeciras, la ciudad gaditana en la que nació hace 76 años el músico y compositor, considerado el mejor guitarrista flamenco de la historia y el más virtuoso con el instrumento a nivel mundial. Así lo atestiguan el reguero de galardones que recibió a lo largo de su trayectoria -el Príncipe de Asturias, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz y por el Berklee College of Music, dos premios Grammy latino…- y las maravillas que contaban de él los más grandes del flamenco y la guitarra. El guitarrista de The Rolling Stones, Keith Richards, dijo del gran Paco de Lucía: «Si creen que yo toco bien la guitarra es porque no le han escuchado a él». Tan grande es para Tomatito que lleva en una foto de él, junto a Camarón, en la funda de su guitarra.
El sepulcro, presidido por la cabeza, las manos y la guitarra del artista, obra del escultor Nacho Falgueras, se ha convertido en lugar de peregrinación. Desde el Ayuntamiento de Algeciras cuentan que suele haber un goteo constante de visitas al cementerio viejo. No sólo de aficionados al flamenco de España. También acuden seguidores de Paco de Lucía procedentes de Brasil, Rusia, Japón, Canadá, Alemania…
El museo de Paco de Lucía en Algeciras, que todavía no ha sido inaugurado.CATA ZAMBRANO
A todos ellos les falta un museo, un centro de interpretación que exponga su vida y su obra. El proyecto se está fraguando desde poco después de su muerte, hace ya una década, en Playa del Carmen (México) el 25 de febrero de 2014, cuando murió de un infarto mientras jugaba con sus hijos pequeños.
Años atrás, el Ayuntamiento de Algeciras anunció que el espacio cultural dedicado a Paco de Lucía abriría sus puertas el 31 de diciembre de 2022, pero nunca se cumplió aquella promesa. En los últimos años, se han producido nuevos retrasos y el Centro de Interpretación sigue cerrado, mientras la empresa adjudicataria ultima el contenido del museo. Desde el consistorio no se atreven a dar una fecha concreta para la inauguración, pero afirman que «siempre se habla de antes de que acabe el año». Porque este 2024 se ha cumplido una década de la muerte del artista, una fecha redonda en la que los homenajes de Paco de Lucía se han sucedido a lo largo del ancho mundo: en Nueva York los pasados febrero y marzo, el próximo septiembre en la Bienal de Flamenco de Sevilla y en cada peña flamenca a lo largo de todo el año.
El espacio público dedicado a Paco de Lucía contaba con un presupuesto inicial de 1,2 millones de euros de los cuales un 20% están financiados a cargo de la Junta de Andalucía y el resto corre a cargo del Consistorio y la fundación Paco de Lucía. Finalmente, su coste será de 1,7 millones de euros.
La única información oficial que traslada el Ayuntamiento de Algeciras es que el museo exhibirá de forma permanente cuatro de las guitarras con las que el autor de Entre dos aguas forjó su leyenda en giras por los mejores teatros del mundo, así como cuadros, trajes, premios y un álbum de fotografías inéditas de sus 66 años de vida.
Para Juan José Téllez, algecireño, amigo del artista y autor de la biografía-joya Paco de Lucía, el hijo de la portuguesa (Planeta, 2015), el museo debería exhibir, desde luego, guitarras. «La primera, que le compró Reyes Benítez, pero no creo que pueda ser. Cualquiera de las de Hermanos Conde, sus guitarreros favoritos. O la de cuerdas de acero, casi a medida. O la que Antonio Morales le preparó en Mallorca», explica a EL MUNDO. Estos instrumentos «simbolizan momentos diferentes y podrían reflejar su hoja de ruta» en su trayectoria artística.
El museo también debería mostrar «algún pasaporte usado» del artista, «quizá el que utilizara para su primera gira con José Greco» en la que recorrió Estados Unidos con tan sólo 14 años. «Nos hablaría de su larga gira vital, desde la adolescencia», aclara Téllez.
Pocos saben que Paco de Lucía era un gran aficionado al fútbol. Por eso, en su museo debería haber un balón de fútbol firmado por sus músicos, con los que compartió pachangas. Es el tercer objeto que incluye Téllez para el futuro museo.
En cuarto lugar, está la serie de fotografías con Camarón en el estudio de José Lamarca, «casi un icono pop», que se puede ver en el museo del cantaor en San Fernando (Cádiz). No podría faltar en el museo del guitarrista una fotografía con sus padres, con Antonio y con Luzía, «sin ellos, sin sus raíces, Paco de Lucía no sería Paco de Lucía». Cuentan que su padre solía decirle: «Si aprendes a tocar la guitarra, siempre tendrás la bolsa de la compra llena».
El propio Paco de Lucía, como cuenta Téllez en su biografía, explicaba: «Ese era el motivo, como también lo es del noventa y tantos por ciento de los artistas flamencos, la subsistencia. Luego, cuando empecé a comer, me di cuenta de que había algo más, de que yo era un músico… Entonces surgieron los problemas espirituales, que son mucho más difíciles de resolver. El estómago se llena fácilmente, pero el espíritu es insaciable».
Otros objetos imprescindibles en el museo son los carteles: «el del Teatro Real de Madrid el 18 de febrero de 1975, el del Festival de Jazz de Berlín con Pedro Iturralde, o con McLaughlin, Dimeola, Coryell, o alguno suyo a solas, quizá el de Yo solo quiero caminar», añade Téllez.
– ¿Por qué es tan grande Paco de Lucía?
– En primer lugar, por su música y por su forma de interpretarla. Estamos ante un autodidacta que es capaz de componer y de crear con un nivel de exigencia supremo, casi enfermizo. Su virtuosismo era formidable, pero también su capacidad para saber apreciar los sonidos del silencio. A una técnica depurada, sumaba su propia intuición, su aprendizaje de otras músicas que llevó hasta el flamenco. Su conexión con el jazz, la herencia de la copla, su revisión de la música clásica desde la perspectiva del flamenco. Supo acompañar al cante, como fue el caso de Fosforito o de Camarón, pero supo cantar él mismo con la guitarra. Concibió la voz del cantaor como un instrumento más, aplicó al flamenco el concepto de improvisación jazzística o, aunque esto resulta hasta cierto punto anecdótico, incorporó al instrumental propio el cajón peruano, a través de Rubén Dantas, una herramienta de trabajo sin la que sería inconcebible el flamenco de los últimos cuarenta años. Hay mucho más, pero no creo que haya espacio.
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