<p>Definitivamente, el tiempo es relativo. Y la prueba es Richard Gere. Casi 45 años después de que él y su traje de Armani se convirtieran en mito en American Gigolo, ahí sigue. Perfectamente idéntico a sí mismo. Se diría que inmutable. Ahora regresa de la mano de, precisamente, Paul Schrader, el mismo director de aquel tótem de principios de los 80 que hizo de él la estrella planetaria que es. Oh Canadá es el título de la película basada en la última novela de Russell Banks en la que el intérprete de 75 años da vida a un director de cine al final de su vida. Gere habla bajito, pero claro; salpimienta la conversación con palabras en español, y no duda en declararse fan de la tierra de su mujer en la que ahora mismo reside. «De España me gusta todo».</p>
Casi medio siglo después de ‘American Gigolo’, el actor, que vive en España, se vuelve a poner a las órdenes de Paul Schrader para exhibirse al borde la muerte en ‘Oh Canadá’
Definitivamente, el tiempo es relativo. Y la prueba es Richard Gere. Casi 45 años después de que él y su traje de Armani se convirtieran en mito en American Gigolo, ahí sigue. Perfectamente idéntico a sí mismo. Se diría que inmutable. Ahora regresa de la mano de, precisamente, Paul Schrader, el mismo director de aquel tótem de principios de los 80 que hizo de él la estrella planetaria que es. Oh Canadá es el título de la película basada en la última novela de Russell Banks en la que el intérprete de 75 años da vida a un director de cine al final de su vida. Gere habla bajito, pero claro; salpimienta la conversación con palabras en español, y no duda en declararse fan de la tierra de su mujer en la que ahora mismo reside. «De España me gusta todo».
- ¿Cómo fue el reencuentro con Schrader después de tantos años?
- Paul y yo hemos seguido siendo amigos todo este tiempo. Es uno de esos tipos que vive y respira cine. No hay nada fingido en él. Sabe lo que tiene que hacer en cada momento con un guion, un actor y un presupuesto. Y yo me considero igual: un animal de cine. Rodamos la película en 17 días.
- American gigolo le convirtió en la estrella que es ahora mismo. ¿Siente que se han cumplido todas sus expectativas en esta profesión?
- Nunca he planificado algo así como una carrera. No sé qué es eso. Lo único que tengo claro es que me gusta hacer películas. Mantengo un entusiasmo infantil por mi profesión. Y con eso me basta. Siempre confías en trabajar con buenos directores, con buenos actores, con buenos guionistas… Pero, en verdad, lo más importante es dar simplemente con buenas personas. Y eso se ha cumplido.
- ¿Se arrepiente de algo?
- No. Siempre que he podido cometer un error, en realidad ha sido otro camino que se ha abierto.
- En algún momento declaró que para su papel en la película se inspiró en la muerte de su padre…
- Sí. Mi padre murió antes de que empezáramos a rodar. Le faltaba un mes para cumplir 101 años. Utilicé mucho su imagen y mi relación con él para componer el personaje. Tener a tu padre en silla de ruedas y lidiar con el baño diario, con la desorientación… Fue un proceso catártico. En cualquier caso, mi padre era un tipo cariñoso, amable y muy sociable. Muy, muy diferente a Leonard, mi personaje, que es un egocéntrico narcisista y muy consciente de sí mismo como artista que es.
- ¿Hay algo de ese narcisismo de artista en usted?
- Sí, sin duda. No es algo que me tome demasiado en serio, pero es algo innato en cualquiera que se dedique al cine. Confío en que con suerte no acabe por ser maligno.
- ¿Qué relación guarda con sus recuerdos, con lo que podríamos llamar su legado?
- Están ahí y procuro no juzgar el pasado en absoluto. Además, con el tiempo aprendes a desconfiar de la memoria. Hace no tanto veía con mi hijo, que tiene 24 años, una película de Kurosawa. Yo trabajé con él en una de sus últimas películas en 1991 [Rapsodia en agosto]. Mi hijo me preguntó como era él y mi recuerdo es que era algo así como un gigante. Me refiero físicamente. Luego, en una mudanza, me tropecé con una foto en la que estábamos juntos. Medía lo mismo que yo, pero en mi memoria era enorme.
- La película habla de un momento muy determinado de la historia de Estados Unidos en el que un hombre es capaz de desertar del ejército por sus ideales. Se diría que las cosas han cambiado mucho y quizá a peor…
- La película se sitúa en 1967. No me es ajeno lo que sucede porque entonces yo tenía 18 años. Entonces, se realizó el primer reclutamiento obligatorio desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos como yo podíamos pedir un aplazamiento por la Universidad. Y así lo hicimos. En cualquier caso, era impensable para mí la posibilidad de tener que matar a alguien. ¿Disparar contra alguien que es un completo extraño? ¡Pero qué locura es esa! Por eso la posibilidad de huir a Canadá siempre estaba ahí.
- En realidad, le preguntaba por la ola conservadora de su país tras las elecciones ganadas por Donald Trump. Una ola que se extiende por toda Europa…
- Lo curioso es que la mayoría de estos idiotas que gobiernan el mundo ahora son de mi generación. Trump puede ser un poco mayor. Pero él o este otro Orban provienen de un tiempo en el que creímos que era posible entre todos hacer un mundo mejor y un planeta mucho más habitable. Pero imagino que para llegar a esta conclusión hace falta un núcleo profundo de sabiduría, de compresión mínima de la realidad, de la que esta gente carece. Así que tienes a todos estos cretinos poderosos al frente con una carencia completa de empatía hacia los demás.
- Vive en España, está casado con una española, ¿qué es lo que menos le gusta de este país?
- Sinceramente, me gusta todo de España. Soy incapaz de decir algo que me disguste.
- No le creo.
- Mi esposa y yo llevamos juntos 11 años. Recuerdo que al principio de nuestra relación ella estaba encantada de venir conmigo a Estados Unidos. Estaba convencida de que era el mejor país del mundo. Así nos lo dicen constantemente. Todo iba bien hasta que empezó a darse cuenta de algunas cosas muy oscuras de mi país. ¿Cómo es posible que no haya una sanidad pública si te declaras líder del mundo? No puedes. Ella se lo preguntaba constantemente. «¿Pero no hay una atención médica si no la pagas?». Y le tuve que explicar que cada vez que se intenta algo parecido, los republicanos lo bloquean. «¿Y las armas?», me preguntaba. Y lo mismo. Puede haber todo tipo de tiroteos en las escuelas y no se hace nada por evitarlo. Lógicamente, si tienes hijos y puedes permitirte trasladarte a otro sitio, no quieres vivir con esa angustia.
- Y sin embargo, la tendencia es imitar el modelo estadounidense…
- Es terrible que unos pocos, que son minoría, infecten con ideas erróneas y falsas a los demás. Eso es lo que está ocurriendo.
- Me viene a la mente el asesinato reciente de Brian Thompson, director ejecutivo de UnitedHealthcare, en las calles de Nueva York…
- Hay algo oscuro en el fondo de Estados Unidos que quizá tiene que ver con su fundación. Quizá tiene que ver con el hecho de que las primeras personas que llegaron a Estados Unidos fueron los que no encajaban en Europa. En la raíz de todo hay una concepción muy individualista de la vida. Somos individuos que nunca han tenido una idea muy clara de la vida en sociedad. Sí, fuimos capaces de grandes logros como la Declaración de Independencia y la propia Constitución, pero nuestra sociedad se levanta sobre la esclavitud y aún no hemos sido capaces de poner en orden en nuestras conciencias.
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