Rubén Amón: «Voy a acabar votando a Pedro Sánchez por pura fascinación ante un depredador. Ante el vampiro, me rindo y ofrezco la yugular»

<p><strong>Rubén Amón</strong> (Madrid, 1969) acaba de publicar un nuevo libro y lo ha titulado <strong>’Tenemos que hablar'</strong>. Teniendo en cuenta que se le puede escuchar casi todos los días en Onda Cero (‘Más que uno y ‘La Cultureta’) y en Antena 3 (‘Espejo Público’ y ‘El Hormiguero’) y que también escribe en ‘El Confidencial’ (aunque allí, siendo estrictos, no habla), la primera pregunta es obligada.</p>

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 Reivindica la conversación serena y el consenso en su nuevo libro y niega haberse escorado: «Los de centro no nos hemos ido a la derecha, es que la izquierda ha perdido el norte»  

Rubén Amón (Madrid, 1969) acaba de publicar un nuevo libro y lo ha titulado ‘Tenemos que hablar’. Teniendo en cuenta que se le puede escuchar casi todos los días en Onda Cero (‘Más que uno y ‘La Cultureta’) y en Antena 3 (‘Espejo Público’ y ‘El Hormiguero’) y que también escribe en ‘El Confidencial’ (aunque allí, siendo estrictos, no habla), la primera pregunta es obligada.

¿De verdad quieres hablar aún más?
Hablo mucho, pero hablar no es conversar y yo reivindico la conversación como un fenómeno en desuso y muy amenazado por la tecnología. La tecnología, que se proyectaba como un avance para comunicarnos más y mejor, lo que ha hecho es incomunicarnos y por eso reivindico la palabra y la conversación serena, sin presiones ni intimidaciones, porque creo que la tecnología nos intimida.
Tal vez deberías retitular el libro como ‘Tenemos que escuchar’.
Hablamos demasiado, pero hay que diferenciar hablar para decir algo de decir algo para hablar y hablar de conversar. Con la polarización de la sociedad tendemos a hablar mucho y escuchar poco y de eso se deriva una secuencia de monólogos encadenados en los que nunca se presta atención al criterio del otro.
Acabas de definir la mayoría de tertulias de radio y tele.
Es verdad que la tertulia es fatídica cuando se hace previsible y cuando el tertuliano dice exactamente lo que esperas que diga. Por eso yo soy partidario de los tertulianos imprevisibles, los que desconciertan porque escuchan y están dispuestos a cambiar de opinión. Eso sucede muy poco porque el tertuliano se hace fuerte en su dogmatismo y muchas veces, en realidad, lo que hace es seguir consignas políticas a las que se acomoda. Eso intoxica mucho el régimen de la tertulia. Y después hay otra intoxicación en las tertulias y es que más que perfiles ideológicos se buscan perfiles psiquiátricos y colisionan las personalidades más que las ideas, por eso la tertulia suele resultar muy radical y muy hooligan demasiadas veces.
¿Tú no caes en eso? ¿Todo lo que dices es lo que piensas y no lo que se espera que pienses?
Espero que sí. Yo divido al tertuliano en tres categorías: el que sigue la consigna de un partido porque tiene una relación orgánica, el corporativo porque está colocado por un amigo y, por último, el que tiene una posición íntegra y honesta ante las cosas. No digo que este último acierte siempre, pero su punto de vista no está condicionado por una consigna. Creo que estamos obligados a tener un espíritu crítico hacia todas las direcciones.
¿Por qué todos los de centro habéis roto a la derecha?
Bueno, yo no lo veo así. Lo que creo es que la que ha perdido el norte ha sido la izquierda. Ver a Pedro Sánchez desde una posición ideológica es no darse cuenta de que en su naturaleza política la ideología es lo de menos y las alianzas estratégicas son lo de más. No podemos decir que Junts sea un partido con el que aliarte si tienes principios progresistas ni que el nacionalismo del PNV sea una fuente de progreso, pero Sánchez se maneja con tanta naturalidad en un ambiente ideológico contrario al socialismo ahora como lo hizo antes con Albert Rivera, cuando pactaron juntos 130 puntos de programa en una investidura fallida.
¿Cuál crees que es su secreto para sobrevivir a todo y a todos?
Es listo, tiene una capacidad de adaptación increíble, ha entendido la clave sociológica de la picaresca y, luego, no tiene principios ni valores ni prejuicios y juega con las cartas que nadie se atreve a utilizar. Por eso nadie le sigue el paso y por eso da tanto miedo, porque no sabes nunca cuál es su verdadera naturaleza más allá de su capacidad de adaptación. Tiene la capacidad de adaptación de una bacteria.
Has dicho que te irías a vivir a Portugal si ganaba Abascal y también si volvía a ganar Sánchez. ¿Sólo te quedas con el PP?
No. Considero que a Portugal hay que irse en líneas generales, pero me estoy rindiendo a Sánchez definitivamente y creo que hay que terminar votándole por fascinación hacia el personaje. Al final le voy a votar como un acto de capitulación: «Me rindo y a partir de ahora le voto». Creo que es hasta sensato hacerlo, ¿no? Votar a Sánchez ni por motivos políticos ni ideológicos ni éticos ni morales sino por fascinación ante un depredador. Ante el vampiro, me rindo y le ofrezco la yugular. ¿Para qué resistirse?
Volvamos al libro, ¿sobre qué tema consideras que es capital que hablemos como sociedad?
Ojalá los debates fueran de ideas y no de posiciones intolerantes. En el caso de los hombres creo que urge hablar más de los sentimientos, que es una especie de tabú que hemos convertido en un territorio casi hostil. Casi nunca hablamos de lo que sentimos ni entre nosotros ni con las mujeres, es una especie de espacio impenetrable. No tenemos que avergonzarnos de ser varones, pero tampoco tenemos que avergonzarnos de decir lo que sentimos y creo que el hombre está todavía sujeto en una cápsula hermética y le cuesta mucho decir lo que siente y lo que padece.
Especialmente entre amigos.
Exacto, nos resulta más fácil hablar de sentimientos con un desconocido. Fíjate, hay tres conversaciones que no me gustan nada: las de las enfermedades, las de dinero y las de las mujeres. No hablamos de lo que tenemos que hablar, ni siquiera existiendo un régimen de confianza y de lealtad bastante asegurado entre amigos varones, y sin embargo siguen dándose esas conversaciones estomagantes de fanfarrones hablando de mujeres. En una tertulia masculina en la que se empieza a fanfarronear de tías yo me levanto y me voy. No puedo con eso. Es una tendencia a la competición que no se ha apagado y que forma parte de las limitaciones del varón en su situación en la sociedad.
Tú la competitividad la purgas jugando al baloncesto
El basket es mi profesión no remunerada y la tapadera es el periodismo. Vivo del periodismo, pero mi verdadera profesión es la otra.
¿Sigues pensando en jubilarte cuanto antes?
Sí, en cuanto pueda me retiro y no es un farol. Me quiero retirar porque me gusta escribir, me gusta hablar y me gusta, aunque menos, salir en televisión, pero sobre todo me gusta no hacer ninguna de las tres cosas. Si me das a elegir entre escribir y no escribir, me corto la mano. Y me corto la lengua también. Hay colegas nuestros que tienen una verdadera vocación y que se realizan escribiendo, pero para mí el periodismo siempre ha sido una forma de satisfacer mi curiosidad. No me siento ni me reconozco periodista, pero es una profesión que te da enormes posibilidades para explorar la curiosidad y es ahí donde uno se siente muy identificado con el trabajo que hace. Aun así, si pudiera no hacerlo, lo preferiría, y si pudiera retirarme, me retiraría. No me queda mucho, de hecho
¿Tienes las cuentas ya hechas?
Sí, no me vais a aguantar mucho más. Formo parte de la aristocracia de la profesión porque nunca he conocido la crisis ni la precariedad y nunca he trabajado con consignas ni con presiones, por eso sé que hablo desde una posición de ventaja. Conozco perfectamente cómo está el periodismo, pero también sé que lo que a mí me ha dado mucho en el ámbito de la curiosidad y, también, una tranquilidad económica grande. Estoy entre los privilegiados y lo sé. Está muy relacionado con haber empezado muy pronto, con 17 años, y haber empezado muy pronto también una vida adulta con presión y responsabilidad tras la muerte de mi padre [el periodista y poeta Santiago amón, fallecido en accidente de helicóptero en 1988]. Tiene sentido que después de tantos años tenga la cosa medio resuelta.
El periodista, con la moto aparcada en el recibidor.
El periodista, con la moto aparcada en el recibidor.JAVIER BARBANCHO
¿Habéis hecho análisis en ‘El Hormiguero’ de si os equivocasteis jaleando la guerra contra ‘La Revuelta’? Fue una gran promoción gratuita.
No nos equivocamos, no se puede silenciar el hecho de que un Gobierno sacrifique 20 minutos de Telediario para concebir un programa en contra de otro programa. Esta es una operación de despacho que ha sido censurada hasta por los consejeros de Televisión Española y que alude a un plan siniestro de Pedro Sánchez contra el programa que más le molesta. Esto se tiene que denunciar y no significa que Broncano no sea un profesional buenísimo, que lo es, ni que su programa tenga éxito merecidamente, significa que es una agresión a las normas de la convivencia y de la competencia. Uno no puede quedarse callado ante algo así. Estoy viendo, además, que las audiencias empiezan a reequilibrarse. No sé si Broncano tiene un proyecto de 19 años por delante, lo que sí sé es que la temporada 19ª de Pablo Motos está con las mejores audiencias que ha tenido nunca y que él ha sido objeto y víctima de una campaña inaceptable.
¿Por qué crees que Motos cae tan mal a tanta gente?
Porque se le ha identificado de forma sesgada como la España regresiva siendo Broncano la España del progreso. Me parece una caricatura injusta que parte de prejuicios políticos e ideológicos y, sobre todo, de los objetivos electorales de este Gobierno. No es normal que a un periodista se le señale como se ha señalado a Pablo Motos, no es sano y no es decente que ministros y aduladores mediáticos formen parte de una gran conspiración contra él.
Estamos en tu loft, que es una mezcla entre la Batcueva y el piso de Tom Hanks en ‘Big’. Subes con la moto desde la calle en un montacargas y la aparcas en el hall, tienes un cine, un gimnasio… ¿Intentas recuperar la juventud perdida?
He vivido totalmente al revés. En la inmadurez he estado siempre, pero ahora he decidido tener más tiempo para disfrutar de lo lúdico del que tuve a los 18 años.
Separando espacios, tienes un burladero, como el taurino empedernido que eres. Como le pasa al rock, la muerte de la tauromaquia se lleva anunciando hace décadas y ahí sigue.
Los toros han recuperado su prestigio, primero, porque hay más jóvenes que nunca y, después, porque se ha agotado y se ha desnudado el movimiento animalista. El animalismo está en total decadencia.
La sensación es que en este resurgimiento han dejado de ser algo transversal y, para bien o para mal, se los ha quedado la derecha.
Sí, porque como ocurre con la religión la derecha ha convertido a los toros en una cuestión identitaria y, por la misma razón, la izquierda se los ha quitado de encima, pero es absurdo valorar los toros como conservadores, tradicionales o rancios. Para mí, los toros son vanguardia, son transgresión y son un espectáculo totalmente radical y subversivo. Los jóvenes puede que vayan a los toros porque lo identifican como lo español y lo patriotero, pero la razón por la que vuelves es otra: es el misterio, el acontecimiento que no vives en ningún sitio, lo cruento, lo estético… Puf, no te voy a decir lo de la danza de Eros y Thanatos porque no quiero parecer un cursi [risas]. Uno va a los toros porque quiere romper moldes, sacudirse censuras y rebelarse incluso ante sus padres, pero vuelve porque lo que sucede allí es extraordinario.
Afirmas que vivimos en tiempos de censura. ¿De verdad hay censura? Tú tienes un altavoz en tres grandes medios distintos, publicas en una editorial enorme…
Mira, creo que la izquierda se ha hecho muy puritana y mojigata y que la derecha se ha echado al monte de forma casi liberticida. Entre esos extremos, la sociedad ha encontrado caminos de evacuación a través de canales que antes no existían. El fenómeno político de Alvise viene de Telegram y de cómo la sociedad para sacudirse la angustia de la censura, que a veces sí se ha producido, o la incomodidad de ciertos debates ha encontrado un mundo subconsciente que es de las redes sociales y el de los grupos de WhatsApp o de Telegram. Allí hay un fango inequívoco desde el que se puede construir una candidatura política con un millón de votos que de forma convencional nunca se hubiera ordenado ni coordinado.
La DANA ha sido un desastre comunicativo. ¿Refrenda la tesis de tu libro?
Me gustaría pensar que la DANA servirá para recordarnos el prestigio del consenso, pero creo que no va a suceder. Entre otras razones porque no es que Mazón se entienda o no con el Gobierno central, es que Mazón no se entiende ni con Núñez Feijóo. Ni siquiera en el seno del Partido Popular están en una posición homogénea desde la que partir para abrir una negociación. El drama histórico de la sociedad española es el cainismo y si al cainismo le añades la polarización resulta este ambiente insalubre e imposible de remontar.
Ha fracasado el periodismo a la hora de controlar las fake news, los bulos y la desinformación? ¿Hemos, incluso, contribuido a ello?
Sí, el periodismo ha sido desbordado por la afluencia de las nuevas tecnologías y de los espacios no homologados y, tras eso, ha sido desbordado por su precariedad. La prensa de papel está en decadencia y la gente no ve la televisión, quizá la radio es el único medio saludable y además la tecnología le es partidaria con el fenómeno del podcast, pero ante el cambio de hábitos informativos, la avalancha de redes sociales y el crecimiento de métodos no homologados, el periodismo se ha quedado sin guía porque, entre otras razones, se ha desprestigiado a sí mismo. La endogamia del periodismo y la naturalidad con la que ha seguido consignas políticas también es responsabilidad nuestra. Con este libro pretendo recordar que la conversación ha sido nuestro mejor recurso evolutivo y que a través de la dialéctica hemos aprendido a cuestionar nuestros dogmas y a escuchar al prójimo. Parezco un cura en este momento.
Un poco.
Sí, pero un cura muy laico porque en Dios no creo. La sociedad ha enmudecido por el peso de la tecnología y no se ha dado cuenta siquiera. Yo sé que en mi móvil están la discoteca universal y la Biblioteca de Alejandría y sólo con esas dos cosas ya tendría que estar contento. El problema es el uso de la tecnología y creo que el móvil ha adulterado por completo las relaciones. Cinco amigos en una mesa cada uno con el móvil y sin escuchar al otro; la repercusión que tiene en la soledad de los mayores, que no tienen forma de participar de este régimen de comunicación… La tecnología nos ha conducido a sociedades aisladas y polarizadas y es una desgracia. El móvil sobre la mesa es un elemento de intimidación, me parece que es lo mismo que una pistola y que igual en el Lejano Oeste no había vaquero que se atreviera a salir a la calle sin su arma, nosotros ya no podemos salir sin el móvil. Eso es una tragedia.

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