<p><strong>Todd Phillips</strong> regresa a la escena del crimen en el más amplio y radical de los sentidos. <i><strong>Joker: Folie à Deux</strong></i> no solo es <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/cine/2024/09/04/66d87e74e9cf4aa07a8b4597.html»>la secuela más esperada</a> de los últimos tiempos, también es la más desconcertante, la más controvertida, y, por tanto, la más digna de un personaje tan desconcertante y controvertido como el propio payaso amante del caos. La primera entrega de 2019 mereció <a href=»https://www.elmundo.es/cultura/cine/2019/09/07/5d73f7d321efa0635a8b45b6.html»>el León de Oro en el Festival de Venecia</a>, coronó a su protagonista<a href=»https://www.elmundo.es/cultura/premios-oscar/2020/02/10/5e40d615fdddffed4a8b457f.html»> Joaquin Phoenix con el Oscar</a> y alcanzó el estatus de icono para lo bueno y para lo muy malo. </p>
El director se muestra esperanzado con el futuro de su país y se desmarca de todos aquellos que desde la extrema derecha se apropiaron del icono encarnado por Joaquin Phoenix
Todd Phillips regresa a la escena del crimen en el más amplio y radical de los sentidos. Joker: Folie à Deux no solo es la secuela más esperada de los últimos tiempos, también es la más desconcertante, la más controvertida, y, por tanto, la más digna de un personaje tan desconcertante y controvertido como el propio payaso amante del caos. La primera entrega de 2019 mereció el León de Oro en el Festival de Venecia, coronó a su protagonista Joaquin Phoenix con el Oscar y alcanzó el estatus de icono para lo bueno y para lo muy malo.
La segunda, que tuvo su presentación mundial también en la Serenissima, llega ahora a los cines con Lady Gaga en el papel de Harley Quinn, en formato musical y dispuesta a rebatir punto por punto cada uno de los malentendidos a los que quizá dio lugar su predecesora. Su director se desmarca de los que convirtieron a su Joker en bandera reaccionaria y reclama para su personaje y su película la virtud de la reconciliación y hasta de la esperanza.
¿Volver a Venecia es algo así como convocar a los buenos espíritus que acompañaron a la película de 2019? Nuestra experiencia aquí fue mágica. Y, sobre todo, sentimos que el modo como el público internacional entendió la película distaba de cómo lo hizo la audiencia estadounidense. Digamos que no sentimos como una obligación volver a Venecia, pero sí como la opción más apropiada.En su momento se habló de lo raro que resultaba que una película de superhéroes, por muy peculiar que fuera, estuviera en la programación de un festival… Sí, eso, la verdad, fue bastante divertido. Su primera película, el documental de 1993 ‘Hated: GG Allin & the Murder Junkies’, se ocupa de un cantante punk que hasta en el aspecto recuerda al Joker. ¿Por qué esa fijación por el caos?Desde niño me ha fascinado. Me atrae cuando las cosas están desordenadas y cuesta darles una explicación. No me refiero al desorden de la habitación, sino a lo imprevisto. Cuando las cosas no salen según lo planeado, lejos de sentir frustración, me resulta excitante. La película que menciona era el caos a un nivel estratosférico. Pero incluso en mis comedias como Resacón en Las Vegas, lo que cuenta es lo imprevisible. El caos tiene una energía que tiene que ver con la propia vida. Y en el cine lo que más me gusta es cuando te sientas a ver una película y piensas: ‘¿Qué narices? Puede pasar cualquier cosa’. Me atrae el que no haya reglas de ningún tipo y que resulte imposible saber hacia dónde se dirige la historia. Me preguntaba si, además de ser una elección personal, se podría leer como el signo de los tiempos que vivimos. ¿Es el caos lo que mejor nos define ahora?El mundo es caótico, sí, pero, si lo pensamos un poco, siempre lo ha sido. Es más, creemos que vivimos un momento especialmente caótico porque con las redes sociales y las nuevas tecnologías estamos constantemente diciéndonos a nosotros mismos que vivimos en el caos. Pero no es cierto. En ciertos aspectos, todo es mucho más predecible que antes. ¿Qué siente un director de cine cuando ve que el personaje que ha creado aparece como referencia en las protestas que se producen en Hong Kong, en Beirut, en Washington o, ya que estamos, en España? Recuerdo que en el Asalto al Capitolio, algunos de los asaltantes iban con el rostro pintado como el Joker….No puedes controlar quién usa lo que tú has creado. Me recuerda a lo que le pasó a Donald Trump con la música de Neil Young. En esa ocasión, el músico pudo decir claro: «No puedes tocar mi música. No está hecha para ti». Cuando ves que se usa lo que has hecho de manera incorrecta, o lejos del sentido que quisiste dar, resulta desconcertante.
Todd Phillips, director de ‘Joker: Folie à deux’, en la premier en Los ÁngelesAFP
«Los políticos se han convertido en las nuevas estrellas de cine. Si ahora todo es entretenimiento, ¿qué estamos haciendo los que nos dedicamos a hacer películas?»
Por un momento se diría que esta segunda entrega quisiera corregir esa desviación, digamos, retrógrada…Sí, eso está ahí. Y lo quisimos dejar claro. Arthur Fleck [Joker] acaba por ser una víctima de sus fans y se convierte en un icono equivocado de manera involuntaria. ¿Siente, por lo que dice, algo así como una responsabilidad especial?Es complicado. En parte, es muy abrumador todo lo que está pasando porque sabes que las expectativas sobre esta película son muy elevadas. Lo divertido de la primera es que no importábamos a nadie. La gente pensaba: ‘Otra película de superhéroes, ¿a quién le importa?’. Ahora todas las miradas están sobre nosotros. Incluso antes de que empezara a escribir el guion con Scott Silver. Además, nosotros nos lo pusimos complicado adrede. De una secuela se espera que repitas lo que gustó de la original. Hay unas reglas y te limitas a seguirlas. Pues bien, nosotros decidimos hacer algo completamente diferente. Joaquin Phoenix jamás haría una película al servicio de los fans. Queríamos algo que asustara en la misma medida que lo hizo la primera. Una crítica decía, y no en sentido negativo, que esta era una película que era muy fácil odiar…Lo acepto. La idea no es burlarnos de nadie y menos de los seguidores del Joker. Pero solo estábamos dispuestos a hacer otra película sobre el personaje si veíamos que nos emocionaba y nos desafiaba como creadores. No creo que todas las películas deban ser para todos.Entre el primer y el segundo Joker han pasado una pandemia, varias guerras, unos cuantos cataclismos políticos… ¿Cómo ha afectado todo esto en la película?Y no solo eso. También ha cambiado el negocio del cine. Ahora para convencer a la gente a salir de su casa y acercarse a una sala de cine, el cine tiene que ofrecer algo fuera de norma. Mira lo que hizo Greta Gerwig con Barbie. Parece una película normal, pero, en verdad, es una producción realmente extraña y bella. O lo que consiguió Christopher Nolan con la epopeya de tres horas Oppenheimer. Solo si te arriesgas, vas a convencer a la gente. Y eso es lo que hemos intentado ahora. Lo más extraño y arriesgado es proponer un musical. Aunque en alguna ocasión he leído que se niega a considerarlo un musical…No, se me ha entendido mal. Por supuesto que es un musical. Lo que quería decir, y probablemente tendría que haber dicho más claramente con anterioridad, es que nadie espere encontrar en esta película la sensación con la que sale de un musical. No es una película para salir del cine feliz silbando las canciones. No es una película que te deje feliz como, salvo excepciones, hacen los musicales. Tal vez justo lo contrario…Cierto. No estoy tratando de distanciarme de los musicales, sino que trato de proteger a la audiencia que puede pensar que va a ver una cosa y se encuentra con justo lo contrario. ¿Tiene alguna película musical como referencia o favorita?No sé. Desde joven me gustó mucho Hair, de Milos Forman. Su energía y lo real que se sentía todo me fascinaron.Sea como sea, y pese a lo que comenta de proteger al espectador, tengo la impresión de que la película hace un esfuerzo por colocar en el centro el amor o, desde otro punto de vista menos maximalista, la reconciliación. ¿Valdría esta intención como declaración política en este mundo?Sin duda, al 100%. Era algo así como decirnos a nosotros mismos: ‘Tenemos que curarnos de estos últimos años de maldito caos’. Al mismo tiempo, hay una urgencia por hablar de la corrupción. Se habla de la corrupción del sistema judicial, de la corrupción del sistema penitenciario y, más importante, de la corrupción del entretenimiento. ¿Por qué hoy en día todo es entretenimiento? No sé cómo es en España, pero en Estados Unidos tenemos hasta juicios televisados. Es una locura. Vimos hace nada un juicio como el de Johnny Depp y Amber Heard en la televisión como si fuera un programa más de divertimento. Estamos viviendo debates presidenciales como si se tratara de un ‘show’ más. Los políticos se han convertido en las nuevas estrellas de cine. Si ahora todo es entretenimiento, ¿qué estamos haciendo los que nos dedicamos a hacer películas? A eso me refiero cuando hablo de la corrupción del entretenimiento. Vivimos en la era de la corrupción del entretenimiento.¿Cómo ve lo que ocurre en su país ahora mismo? No quisiera hacer bromas, pero, sinceramente, veo un futuro bastante esperanzador. Si las cosas salen como parece que van a salir, hay motivos para la esperanza. Pero nunca se sabe.¿Se declara optimista pese a, por ejemplo, el auge de la extrema derecha por toda Europa?Ya, pero miremos lo que ha pasado en Francia tras las elecciones. Todo el mundo daba por hecho el desastre y luego no ocurrió. Muchas veces pienso que todo no es más que el resultado que esta confusión creada por los medios para conseguir clics y más visitas en las páginas web. Tal vez no sea todo tan terrible como nos lo quieren pintar. Luego, cuando las decisiones las toman gente real, no todo es tan malo. Cultura