Úrsula Corberó: «Últimamente apenas uso las redes sociales. Me siento una farsante»

<p><strong>Úrsula Corberó</strong> (San Pedro de Vilamajor, 1989) está mutando. Y no lo decimos nosotros. Lo dice ella y como prueba presenta la película recién estrenada en Venecia y que atiende al nombre de <i><strong>El Jockey</strong></i>, de Luis Ortega. En ella, la actriz da la réplica al personaje de Nahuel Pérez Biscayart. Los dos son jinetes, los dos sufren una transformación radical y los dos ofrecen lo mejor de sí mismo en <strong>la cinta más inclasificable, libre y hasta mutante que ha pasado por el Lido</strong>. Tras el ruido de las ruedas de prensa, las alfombras rojas y los spritzs a destiempo, la que fuera Tokio en <i>La casa de papel</i> está ya cada vez más cerca de ser otra. En mutación.</p>

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 La actriz se estrena en el Festival de Venecia para presentar ‘El Jockey’ de la mano del director argentino Luis Ortega  

Úrsula Corberó (San Pedro de Vilamajor, 1989) está mutando. Y no lo decimos nosotros. Lo dice ella y como prueba presenta la película recién estrenada en Venecia y que atiende al nombre de El Jockey, de Luis Ortega. En ella, la actriz da la réplica al personaje de Nahuel Pérez Biscayart. Los dos son jinetes, los dos sufren una transformación radical y los dos ofrecen lo mejor de sí mismo en la cinta más inclasificable, libre y hasta mutante que ha pasado por el Lido. Tras el ruido de las ruedas de prensa, las alfombras rojas y los spritzs a destiempo, la que fuera Tokio en La casa de papel está ya cada vez más cerca de ser otra. En mutación.

¿Venecia es otra alfombra roja más o es diferente?Es completamente distinta. Tengo la impresión de saltarme pantallas de un golpe. Que mi primer festival con una película sea precisamente el de Venecia, me hace que tenga una sensación constante de nueces en el estómago. Justo antes de la rueda de prensa, tenía el estómago completamente bloqueado. Y habla alguien que se pasa el día comiendo. Todo lo nuevo se vive de forma distinta y está siendo increíble. También es un proyecto distinto por muchas razones. Por su naturaleza y porque hasta ahora había trabajado en Estados Unidos y España solamente…Llevo años insistiéndole a Luis [Ortega] para que me llame. Estoy obsesionada con hacer otro tipo de cine menos convencional o más experimental, como se quiera. La prioridad es ésa. Que me llaman desde Argentina para hacerlo, pues ahí que me voy. Estoy dispuesta a ir a cualquier lado.Se diría por lo que dice que huye de la imagen más evidente de Úrsula Corberó que podamos tener todos. ¿Es así?Prefiero pensar que El Jockey ha sido la respuesta a una necesidad personal que tiene que ver con una sensación de liberación. Quería dejarme ir, soltarme… Luis, aparte de ser un autor increíble, es una persona muy sensible, talentosa, loca. Bueno, loca no, está como una puta cabra. Y eso me encanta. Me llama mucho la atención trabajar con gente que es tan diferente a mí.¿Se considera una personal cabal y muy cuerda?Yo también estoy un poco loca, pero las mías son locuras distintas.Cuando habla de liberarse, ¿se refiere a olvidarse del personaje de Tokio de La casa de papel que le ha dado a conocer en el mundo?Siempre que hablo de La casa de papel intento escoger mis palabras con mucho cuidado. Lo que no quisiera nunca es pasar por una desagradecida. Ahora que ha pasado tiempo, echo la vista atrás y me doy cuenta de que aquello fue muy intenso, para lo bueno y para lo malo. Fueron muchísimas cosas y todas completamente desconocidas. Y luego, la enorme repercusión. Aunque tengo claro que el éxito no dependió de los que trabajamos ahí de forma individual, sino de todo el conjunto. Fue una especie de fiebre colectiva.¿Es de eso de lo quiere alejarse ahora? Ahora siento que necesito experimentar de una forma, por así decirlo, un poco más artística. No digo que la serie no requiriera un trabajo interpretativo, pero la acción era más importante. Me apetece indagar, experimentar y descubrir cosas nuevas.Pongámonos en el día que recibió el guion de El Jockey. ¿Qué es el primero que se le pasó por la cabeza?Lo primero que pensé es que no entendí nada. Esa fue mi primera reacción.¿?Sí, y me encantó no entender nada. Soy una actriz de cine comercial y estas cosas no me pasan a menudo. Me pareció fascinante y me lo tomé como una aventura. Estaba convencida de que ya lo iría entendiendo a medida que avanzara el rodaje. Y así fue. Fue un trabajo de descubrimiento. Iba todos los días al rodaje y entre lo que me imaginaba que iba a pasar y lo que finalmente ocurría había una distancia enorme. Trabajar con Luis, decía, no tiene nada que ver con nada. Es como una experiencia religiosa.

«Lo primero que pensé cuando recibí el guion de Luis Ortega es que no entendía nada. Y me encantó esa sensación»

Hay varios asuntos que atraviesan la película y uno de ellos es el de la identidad. Tanto el personaje del protagonista como el suyo se transforman y acaban siendo otra persona. ¿Le atrae la idea de ser diferente a quien los demás creen que es? Si soy honesta tengo que reconocer que el asunto de la identidad no lo pillé al principio. Solo a mitad del rodaje comprendí que se trataba de eso. Y poco a poco te das cuenta de que, en verdad, la identidad es un poco una falsedad. Parece que somos y jugamos a ser como nos mostramos, pero el verdadero yo nadie sabe exactamente lo que es. Somos muchas personas a la vez.Se diría que acaba de dar con una refutación de las redes sociales… ¿Cómo ha cambiado la vida de un actor desde que existen?No soy capaz de responder porque en verdad todo cambia constantemente demasiado rápido. Me niego a que la exposición pública acabe con ese misterio que es tan necesario para este oficio. Si lo piensas, te das cuenta de que la gente asume un poco que todo es mentira. La gente no es tonta. Lo que hacemos es enseñar en la red un personaje que has montado. Pero no sólo yo o la gente más o menos famosa, todo el mundo hace lo mismo. Todos somos actores y siempre enseñamos lo mejor. A veces pienso que si fuéramos realmente como aparentamos en el mundo virtual, no habría problemas de ningún tipo. Ahí rozamos la perfección. Por eso, y volviendo a la identidad, está claro que lo que seamos de verdad es lo contrario de lo que queremos que vean los demás de nosotros. Y luego está el asunto ese de la celebración constante de la felicidad…¿A qué se refiere?Nos han vendido un concepto de felicidad y de estar en paz con uno mismo que no existe. Puedes ser feliz un día concreto, pero es imposible serlo todos los días del año y en todo momento hasta que te mueras. Hay que ser consciente de las atrocidades que diariamente pasan en la vida y eso impide estar permanentemente en estado de euforia como se nos vende.

«Desde que era una niña, pensaba en el futuro y me veía exactamente donde estoy ahora»

¿Su desengaño de las redes sociales es cosa de la deriva de la conversación o es real?Es real. De hecho, he dejado de sacar muchas cosas. Últimamente estoy publicando muy poco. Me siento una farsante, lo juro. Me digo: ‘¿A quién quieres engañar?’. Me veo guapa en una foto y me digo: ‘Voy a subirla’. Pero al rato me pregunto: ‘Pero, ¿para qué?’. Por otro lado, lo que tampoco hago es subir una foto en la que esté fea. Así que, por una razón u otra, cada vez me dejo ver menos en redes.El protagonista de El Jockey se despierta de un accidente y renace como mujer. El suyo descubre el amor homosexual en ese mismo proceso de mutación… Lo entiendo como una lectura a todos los cambios radicales, rápidos y constantes que estamos viviendo. Lo que tiene cosas buenas y cosas malas. Vivimos un tiempo acelerado en todos los aspectos. No solo en lo que se refiere al feminismo o al asunto de la transexualidad, sino en todo. Al respecto, lo único que puedo decir es que siento vértigo. Pero, por otro lado, es muy liberador. En poco tiempo se están consiguiendo cosas muy importantes. Son asuntos que han sido tabú durante mucho tiempo, que han estado ocultos, y es bueno que, de golpe, se hable de ellos y estén en la conversación pública. Aunque den vértigo, nos liberan.Si mira hacia atrás, ¿cómo se ve a sí misma? ¿Se imaginaba donde está ahora cuando decidió ser actriz? Sí, siempre. Siempre lo he tenido muy claro.Impresiona la asertividad. Yo, desde que era una niña, pensaba en el futuro y me veía exactamente donde estoy ahora.¿Tenía algún referente en la familia o cercano en el que mirarse?En absoluto. Empecé de muy pequeña haciendo anuncios en Barcelona. No me cogían en los castings, pero yo insistía. Era cosa mía. Mi madre me aconsejaba que lo dejara. Me decía: ‘Basta ya, cariño, vamos a comernos unos churros, te compro una Barbie y pensamos en otra cosa’. Pero yo no quería dejar eso por nada del mundo. Iba a selecciones donde había centenares de niños con sus madres, pero no me desanimaba para nada. Lo tenía claro. Y no sé por qué. Quizá por el programa Lluvia de estrellas. Me obsesioné con él. Recuerdo que mi padre llevaba un dibujo en la cartera que le hice. Era un trípode de una cámara. Hasta ese punto tenía las cosas claras.¿Y lo de los referentes en la familia que le preguntaba?Mi padre era artista porque era ebanista. Sin duda, lo considero una forma de arte. Mi madre, en cambio, siempre ha sido más pragmática, más comerciante. El único referente quizá claro haya sido una hermana de mi madre que era soprano. Pero tampoco es que ella me animara. Salió de mí. Siempre he estado obsesionada con que me vieran. Era acercarme a un escenario y olvidarme de todo.¿Y ya sabe qué tipo de actriz quiere ser de ahora en adelante? Ni idea. Ni idea. Me estoy buscando. Yo lo único que hago y he hecho es dejarme llevar.¿Y le funciona? Sí. A veces me equivoco, pero también funciona equivocarse. ¿Cuál ha sido el mayor error de su carrera?Ha habido proyectos que, profesionalmente hablando, han sido un desastre, que lo he pasado mal, que he sufrido, que me he sentido ninguneada o poco valorada. Pero… ¿Hasta el punto de sufrir abusos?Vamos a decir que no. Prefiero no mojarme. Cultura

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