Verdades y mentiras de ‘Cónclave’: «Es una ocurrencia de la época woke»

<p class=»ue-c-article__paragraph»>Como en una paradoja tremendamente cinematográfica, y sin ánimo de hacer demasiado <i>spoiler</i>, la historia sobre la victoria del gran tapado en un cónclave para elegir Papa podría ser, a su vez, la gran tapada en el cónclave que corona a la mejor película del año. Las posibilidades de <i><strong>Cónclave</strong></i>, la película, se han disparado en las quinielas las últimas semanas tras hacerse con el máximo galardón en los Bafta, primero, y en los SAG el pasado fin de semana, dos termómetros clásicos para medir la temperatura de cara a la noche de los <strong>Oscar</strong>.</p>

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 La película de Edward Berger ha ido escalando en las quinielas en las últimas semanas. Tres vaticanistas analizan si la el desarrollo de la historia es realista o pura licencia cinematográfica  

Como en una paradoja tremendamente cinematográfica, y sin ánimo de hacer demasiado spoiler, la historia sobre la victoria del gran tapado en un cónclave para elegir Papa podría ser, a su vez, la gran tapada en el cónclave que corona a la mejor película del año. Las posibilidades de Cónclave, la película, se han disparado en las quinielas las últimas semanas tras hacerse con el máximo galardón en los Bafta, primero, y en los SAG el pasado fin de semana, dos termómetros clásicos para medir la temperatura de cara a la noche de los Oscar.

Como en una paradoja tremendamente cinematográfica, el cónclave que Ralph Fiennes dirige en la ficción podría ser la antesala de la elección real de un nuevo Papa, dado que Francisco permanece en estado crítico desde hace días. Es más, dicen los que saben que lo que describe Edward Berger en su thriller vaticano tiene mucho que ver con lo que sucederá en la sucesión de Bergoglio, intencionadamente o no.

Cónclave arranca con la muerte repentina de un Papa, continúa con la organización de la consiguiente elección y termina… No diremos cómo termina, pero sorprende. Por el camino aparece un nuevo cardenal nombrado en secreto por el fallecido, una monja africana se enfrenta a un prelado por algo sucedido décadas atrás, uno de los principales candidatos queda desclasificado por comprar votos y se producen varias explosiones, literales y figuradas.

¿Podría ocurrir en realidad lo que vemos en Cónclave? ¿Está bien documentado el filme o se toma demasiadas licencias? ¿Qué pensaría un experto en cónclaves tras ver Cónclave?

Dicho y hecho, preguntemos a tres.

«Es una película estupenda, un noir con un guion muy sólido, una fotografía y una dirección de actores magníficas y Ralph Fiennes en, probablemente, el mejor papel de su carrera». Arranca entusiasmado su crítica Juan Orellana, profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad CEU San Pablo, crítico de cine y director de la revista Pantalla 90. «Está muy bien documentada, los ritos están bien contados, ahí no hay ninguna pega», sigue. Y aquí llega el pero: «No veo nada creíbles a los cardenales».

Coinciden los tres expertos consultados por este periódico en loar la ambientación. Sí reconocen, en cambio, situaciones que serían imposibles en un cónclave real. «Algunas cosas están un poco forzadas, no es normal para nada que las monjas entren y salgan, tampoco son creíbles esos contactos personales en las habitaciones o en el jardín. Dudo que durante un cónclave nadie salga a tomar el aire. Y el decano entrando en la cocina para hablar con una monja… Para empezar, es imposible que ella hubiera podido llegar hasta allí», explica Jesús Bastante, redactor jefe de Religión Digital.

«Los cardenales son caricaturescos, una mezcla ‘woke’ llena de clichés»

Una de las discusiones que ha generado la película en redes sociales es si podría darse la situación de un cardenal desconocido, nombrado en secreto, apareciendo en un cónclave con derecho a voto. La situación, de hecho, se dio al morir Juan Pablo II: el cardenalato de un prelado nombrado in pectore expiró tras el fallecimiento del pontífice al no haber hecho público el nombramiento, ni siquiera en su testamento. La película no aclara cómo, pero insinúa que el Papa sí dejó constancia de una decisión que será clave para el devenir de la trama.

Para Bastante, la cosa empieza bien, «prácticamente fiel al procedimiento estipulado ante la muerte de un Papa», continúa «con algún fallo» y va perdiendo credibilidad hasta «un final esperpéntico, una suerte de deseo de rizar el rizo que no tiene pies ni cabeza». Para un vaticanista español, que prefiere no ser nombrado, Cónclave es, de principio a fin, «una ocurrencia de la época woke». Y aquí volvemos a los personajes: «Los cardenales son caricaturescos, una mezcla de clichés con muy mala leche. Hay conservadores en la Iglesia, pero la línea es tan fina que es prácticamente inapreciable», asegura.

Discrepa Jesús Bastante: «Esa finezza ha desaparecido en los últimos 12 años», dice, y avanza la que es, para él, la gran baza del filme de Berger: «El 80% de los cardenales actuales los ha nombrado Francisco y se ha ido a las periferias, son más diversos que nunca y no se conocen. No sé si ha sido intencionado, pero Cónclave refleja muy bien cómo será la elección del próximo Papa».

Cuenta la diseñadora de vestuario de Cónclave, la oscarizada Lisy Christl, en una entrevista con Variety que cuando vio le enseñaron la túnica que utilizan los cardenales durante el proceso de cónclave fue a ver al director y le advirtió de que tras dos horas de metraje viendo aquello algún espectador podría requerir una visita al oftalmólogo.

Había que oscurecer el púrpura para la pantalla. «Son matices que sólo aprecia alguien muy familiarizado con el tema, en el 90% de las películas te das cuenta de que los colores de los cardenales y los obispos se los han sacado de la manga», concede el profesor de cine de la Universidad CEU San Pablo Juan Orellana.

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