<p><a href=»https://amzn.to/40RVatl» target=»_blank»><i><strong>Holocausto, una historia inacabada</strong></i></a>, de <strong>Dan Stone </strong>(editado por <strong>La Esfera de los Libros</strong> en el 80º aniversario de la liberación de Auschwitz), es un libro dirigido a abrir preguntas más que a fijar respuestas. ¿Qué hacer con la memoria de la guerra de exterminio contra los judíos de Europa ahora que el nacionalismo populista conquista poder en varios países del continente? ¿Ha caducado la cultura del consenso y del respeto a los derechos humanos que impuso el trauma de las cámaras de gas en la política internacional? <strong>¿En qué consistirán los estudios sobre el Holocausto que vengan en los próximos años?</strong></p>
El historiador Dan Stone apunta en su última obra que hay una zona de sombra en la comprensión de la Shoah que tiene que ver con la historia de la ideas
Holocausto, una historia inacabada, de Dan Stone (editado por La Esfera de los Libros en el 80º aniversario de la liberación de Auschwitz), es un libro dirigido a abrir preguntas más que a fijar respuestas. ¿Qué hacer con la memoria de la guerra de exterminio contra los judíos de Europa ahora que el nacionalismo populista conquista poder en varios países del continente? ¿Ha caducado la cultura del consenso y del respeto a los derechos humanos que impuso el trauma de las cámaras de gas en la política internacional? ¿En qué consistirán los estudios sobre el Holocausto que vengan en los próximos años?
Stone, catedrático de Historia en la Universidad de Londres, sí que se atreve con esa pregunta. En su opinión, hay una zona de sombra en la comprensión del periodo 1933-1945 que tiene que ver con la historia de las ideas y que es urgente iluminar: ¿qué hizo que el viejo antisemitismo cristiano, periódico pero puntual y de alcance limitado, se convirtiera en una embriaguez colectiva e institucional? Stone utiliza varias veces tres palabras que explican la oferta del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán a sus ciudadanos, la promesa que los conquistó: «Sentido de pertenencia».
- «Sentido de pertenencia» son tres palabras que aparecieron en una campaña del equipo de fútbol de mi ciudad para captar abonados, me llamaron la atención cuando las leí en un anuncio.
- Está claro que a mucha gente le gusta el fútbol por el sentimiento tribal que ofrece. Es natural, a ninguno de nosotros nos gusta vivir solos. A veces, ese sentimiento tribal vinculado al fútbol se descontrola, como pasó este año en un partido en Ámsterdam de un equipo israelí, pero la mayoría de la gente lo mantiene bajo control. No hay una relación causa efecto que lleve de «me gusta sentirme hincha de mi equipo» a la violencia. Lo excepcional del periodo de entreguerras es que se construyó una imagen extrema del «nosotros» y de «el otro», y que esa imagen contó con el impulso obsesivo del Estado. De varios estados, en realidad. En Londres también hubo actos de antisemitismo pero se acababan en sí mismos. Lo que ocurrió en muchos países no fue la consecuencia inevitable del antisemitismo que siempre existió, sino un cambio cualitativo, El antisemitismo no es la idea que explica todo en el Holocausto.
Holocausto, una historia inacabada, Stone sintetiza el amplísimo conocimiento sobre el genocidio para intentar explicar ese momento de big bang homicida. Por ejemplo: ¿qué significaba ser judío en Europa en 1920? «En Europa del Este, en los territorios que después se convirtieron en la frontera occidental de la URSS, ser judío era simplemente lo contrario de ser ortodoxo», cuenta Stone. Existía un prejuicio religioso tradicional, el que había llevado a los pogromos a lo largo de la historia. En Europa occidental, en cambio, el nacionalismo del siglo XIX había llegado al poder tras la derrota del Imperio Austrohúngaro y había impulsado la idea de los estados-nación étnicamente homogéneos. «Y ahí, los judíos se convertían en otra cosa, en una presencia acechante que iba contra la pureza del nosotros. Los nazis hicieron de esa percepción una idea metafísica».
El otro gran tema de Holocausto, una historia inacabada tiene que ver con la segunda parte de su título. ¿Está desapareciendo el recuerdo de Auschwitz de la cultura política de los europeos? ¿Se ha institucionalizado, se ha convertido en una parte del paisaje? ¿Con qué consecuencias, si es así? «Tengo hijos entre los 15 y los 20 años. En casa siempre se ha hablado del Holocausto porque es mi trabajo, o sea que no son un caso muy normal, pero hace unos meses fui al colegio del pequeño a dar una charla. Fueron sus amigos, yo pensaba que por cortesía. La realidad es que se interesaron por lo que conté y plantearon buenas preguntas. Es natural que ellos se acerquen al Holocausto de una manera diferente a mi generación. Su ciclo como memoria viva se acaba. Han pasado tres generaciones y la memoria se convierte en Historia. Nosotros también sentíamos la I Guerra Mundial como algo pasado. Hay que asumirlo y dejar que los jóvenes se acerquen a su historia, porque lo natural es que se sientan conmovidos y conectados a ella».
«Pensar en el Holocausto no debería llevarnos a ignorar la devastación de Gaza ni a la inversa»
Dan Stone, historiador
Y, a la vez, Stone recuerda que el Holocausto sigue condicionando nuestro mundo, desde el arte y el cine hasta la política fiscal, desde el gasto militar hasta… ¿cómo evitarlo un minuto más? Hasta la guerra en Gaza. ¿Es relevante el hecho de que existiera una política de exterminio de los judíos para considerar el conflicto árabe-israelí en 2025? «Lo es como razón histórica. Edward Said dijo que los palestinos eran las víctimas de las víctimas de los europeos. Y los fundadores de Israel tenían un sentido muy claro que su causa era la continuación de su pelea por la supervivencia en la década anterior. Hoy, el Holocausto sigue siendo una referencia. Hay líderes árabes que se han referido a los israelís como nazis y ministros israelís que han comparado a los árabes con animales humanos… ¿Qué puedo decir? El Holocausto y Palestina no deberían ser un juego de suma cero. Pensar en el Holocausto no debería llevarnos a ignorar la devastación de Gaza ni a la inversa».
- Me gustaría preguntarle por Alemania. Leí un libro, Tiempo de lobos, sobre la exitosa construcción dela RFA. Venían a contar que un poco de amnesia histórica funcionó bien y creó un país próspero y tolerante. La RDA, en cambio, vivió obsesionada con la historia y, ahora, sus hijos y nietos votan a la ultraderecha nacionalista con entusiasmo.
- Hay un matiz: en la RDA había una obsesión con el antifascismo, no con el Holocausto. Los judíos no salían en sus libros ni en sus películas, más bien eran una presencia incomoda que había que evitar. En la RFA hubo dos planos, uno institucional de expiación que llevó a Konrad Adenauer a visitar Israel y a las indemnizaciones de los Acuerdos de Luxemburgo de 1952, y que ha sido importante hasta el siglo XX. No hubo amnesia en ese plano. Sí la hubo en la reconstrucción de la economía y, es verdad, funcionó. El papel de los grandes capitalistas alemanes está estudiada; se podría investigar lo mismo sobre sus profesionales: los jueces, los abogados, los matemáticos, los físicos, los filólogos… toda la gente que quedó desnazificada a poco que no hubiese sido muy escandalosa y que llevó a la reconstrucción del país. Esa es una tensión que ha tendido a saltar de vez en cuando. ¿Hoy? Los votos de la AfD se concentran en Alemania del Este, pero los líderes son occidentales. Y también hay partidos de ultraderecha nacionalista en Austria y en tantos países en los dos lados de Europa.
- En España, las comunidades judías denuncian, sobre todo, el antisemitismo de algunos políticos de izquierda anticapitalista. Supongo que pasa lo mismo en el Reino Unido. ¿Ocurría algo así en 1925?
- Sí. A eso se le llamó «el socialismo de los tontos» y ya está en Marx, que escribió algunos textos en los que caracterizó a los judíos como los grandes capitalistas de su mundo. La realidad es que la inmensa mayoría de los judíos de esa época eran miserables, muy pobres. Esa tradición ha sobrevivido y ha llevado a , hasta el punto de romantizar a Hamas. Se trata a Hamas como un movimiento emancipador cuando es lo contrario. Pero ojo, porque la confusión también es a la inversa. ¿Quién amenaza de verdad a los judíos? ¿Unos estudiantes de Columbia que denuncian la guerra en Gaza o los señores que se están instalando en la Casa Blanca?
Las palabras de Dan Stone remiten, sin duda, a la imagen de Elon Musk en la toma de posesión de Donald Trump, a la escena en la que hizo un saludo muy parecido al de los nazis ¿en una desafortunada coincidencia? ¿En una broma sin gracia? ¿En un siniestro presagio?
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