Karla Sofía Gascón: «Trump y Bolsonaro son una mezcla de caciques de pueblo y fascistas de última generación»

<p>Poco más de un mes separa a Karla García Gascón de la felicidad absoluta. De momento, la alegría es inmensa, pero no completa. Ser la segunda actriz de Alcobendas tras Penélope Cruz en estar nominada al Oscar la señala ahora mismo como una de las cinco mujeres dedicadas a eso del cine y la interpretación más contentas sobre el planeta Tierra. Pero lo suyo sería, un paso más allá, que la candidatura dejara de serlo para ser lo otro. «Obviamente», arranca decidida y en línea recta,<strong> «no me voy a sentir feliz si gana a otra persona que no sea yo». </strong>Y sigue: «Me hizo mucha gracia un comentario que escuché que decía: ‘Desde luego las nominaciones y los premios que te dan no es por lo modesta que eres’. Me pareció muy divertido. Y la verdad es que mi actuación es algo increíble». Y se ríe. Se ríe de puro satisfecha. Pero falta algo. Falta, en efecto, el Oscar.</p>

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 La actriz nominada al Oscar por ‘Emilia Pérez’ se declara harta del acoso («una campaña perfectamente organizada») contra ella a la vez que se muestra optimista y llena de energía para la gala del próximo 2 de marzo. «No podrán conmigo», dice  

Poco más de un mes separa a Karla García Gascón de la felicidad absoluta. De momento, la alegría es inmensa, pero no completa. Ser la segunda actriz de Alcobendas tras Penélope Cruz en estar nominada al Oscar la señala ahora mismo como una de las cinco mujeres dedicadas a eso del cine y la interpretación más contentas sobre el planeta Tierra. Pero lo suyo sería, un paso más allá, que la candidatura dejara de serlo para ser lo otro. «Obviamente», arranca decidida y en línea recta, «no me voy a sentir feliz si gana a otra persona que no sea yo». Y sigue: «Me hizo mucha gracia un comentario que escuché que decía: ‘Desde luego las nominaciones y los premios que te dan no es por lo modesta que eres’. Me pareció muy divertido. Y la verdad es que mi actuación es algo increíble». Y se ríe. Se ríe de puro satisfecha. Pero falta algo. Falta, en efecto, el Oscar.

Karla Sofía Gascón habla desde el otro lado del zoom con un grupo de periodistas españoles. Lo hace, comenta, desde Uruguay. Imaginamos que desde Montevideo. Hasta ahí ha llegado desde Brasil para presentar la película, su película, Emilia Pérez, «en la playa». Para eso y para hablar con le director Armando Bó con el que hará su siguiente proyecto. Le esperan, dice, Londres, Berlín, Santa Barbara, Los Ángeles… «y no sé qué rollos». Y así hasta el 2 de marzo que, no le queda otra, pisará al alfombra roja de la gala más esperada y célebre de todas las galas esperadas y célebres. «Tengo claro que mi éxito de ahora mismo es mi fracaso anterior. Y esto lo explico porque ahora mismo tengo claro que soy yo misma y hago lo que tengo que hacer, que es lo que yo quiero hacer. Y ya no me dejó manipular por nadie, que ha sido mi fracaso de antes». Pausa. «Entonces», resume, «mi éxito de ahora no lo voy a dejar para intentar agradar a nadie. Si me quieren, me quieren como soy. Y diré lo que tengo que decir». Pocos trabalenguas tan explícitos y hasta combativos.

Recuérdese, Karla Sofía Gascón llega aquí mismo con 52 años cumplidos después de mucho. Hasta 2018, Karla era Carlos. Fue por entonces cuando publicó la novela de aire cercanamente autobiográfico Karsia. Una historia extraordinaria y cuya firma corre a cuenta del que era. «Fue mi modo de despedirme de él», reconoció tiempo atrás. Antes, empezó a actuar en los años 80 y no es difícil rastrear su nombre en series tan populares como Isabel y El súper, donde estuvo entre 1996 y 1999. Posteriormente emigró a México y, tras participar en varias telenovelas, el reconocimiento le llegaría con Nosotros los nobles (2013), una de las películas más taquilleras del país. Fue en ese instante, y gracias a la estabilidad lograda, cuando se decidió a «hacer lo que siempre había soñado desde niña». Y, acto seguido, Emilia Pérez de la mano de Jacques Audiard, la historia cantada, bailada y todo lo contrario de un narcotraficante que, como Karla, un buen día decidió ser por fin lo que siempre fue. En la película Karla es él y Karla es ella. Y fuera de ella, que claro, Karla es Karla.

¿Cómo juzga que todo llegue a la vez que llega Trump?
Lo primero es dejar claro que nada de lo que está pasando tiene que ver ni con mi sexualidad ni con mi color de pelo. Me han nominado en infinidad de premios antes de llegar aquí. Creo que el mío es un trabajo histórico por muchos factores que nada tienen que ver con la política. Pero, la verdad, me alegro de la coincidencia. Aunque, en realidad, me alegraría más si este señor no estuviera donde está. Pero como digo, me alegro que haya coincidido porque puede ser un revulsivo. Como ya dije es la lucha del bien contra los malos… Ahora mismo hay una lucha del bien contra las personas retrógradas y con poca capacidad mental, que están en contra de la libertad, del respeto, del cariño, del amor y de una sociedad justa e igualitaria. Y sé de lo que hablo porque he recibido la nominación entre insultos, amenazas de todo tipo y vejaciones. La verdad, me da un poco de lástima, porque al final Estados Unidos es un poco un referente para todos nosotros en el mundo. Me entristece que haya personas como Trump o como Bolsonaro, que son una mezcla entre caciques de pueblo y y fascistas de última generación. Solo venden odio que otros les compran con una facilidad tremenda, sin entender que al final ese odio a los únicos que va a perjudicar, precisamente, es a los que les votan… Sinceramente, no entiendo cómo podemos seguir cometiendo los mismos errores del pasado.

¿Hemos dicho ya que Karla siempre se expresa en línea recta?

Cuenta Karla que ya, después de todo lo vivido desde Cannes, es amiga íntima de su mayor y, también, más íntima rival. Demi Moore y ella —con permiso de Cynthia Erivo quizá— se han repartido uno a uno los premios grandes esta temporada. El de Cannes fue para ella, el Globo de Oro para la protagonista de La sustancia. Y así. «Sinceramente, me parece una de las personas más amables y cariñosas que me he encontrado en Hollywood», dice. Se intercambian mensajes, se desean suerte y… hasta ahí. Y acto seguido recuerda que la propia Erivo le envió unas flores. «Le dije que lo único que esperaba es que no fueran de esas que las hueles y te pones verdes… Ahora hay que tener mucho cuidado no sean que los regalos lleguen envenenados», añade, vuelve a reírse y cambia el gesto. «Todo va bien, salvo una cosa. Si soy sincera, lo único que me tiene un poco harta son las redes sociales o los community manager que no hacen más que engancharse a otros grupos de odiadores en una especie de ataque continuo contra mí», dice algo misteriosa para, acto seguido, aclarar, o algo parecido, lo apenas dicho: «Cuando para destacar tienes que menospreciar el trabajo de otras personas, tu trabajo no es muy válido y no habla muy bien de lo que has hecho». Y ahí lo deja. ¿Acusa a alguien? «Lo que está claro es que hay una campaña organizada total por un único motivo: que soy yo la protagonista de Emilia Pérez. Está clarísimo, no tiene mucho misterio».

Karla confía es sí, en su trabajo y en la «experiencia» que transporta a cada espectador de Emilia Pérez. «La película es totalmente diferente a todo lo que se ha visto hasta ahora. Por mucho que te cuenten, cuanto te sientas a verla vives algo que te conecta de alma a alma con los personajes que están en la pantalla», afirma en un intento (fuera modestias) de explicar su trabajo. Pero también tiene claro lo demás. «Me siento muy orgullosa, además, de poder utilizar mi palabra como altavoz para que otras personas no sufran lo mismo que he sufrido yo. Eso sí, teniendo claro que no me puedo erigir en representante de nadie, porque nadie me ha elegido democráticamente». Y por eso le molesta que sean otros los que, para criticarla, se alcen ellos como portavoces de, por orden, México, el mundo LGTBIQ+, lo trans, el feminismo, … «Quién les ha dado derecho a tanto», protesta. Y, para terminar una más: «Estamos viviendo en un mundo de fantasía de las redes sociales que no es verdad. Y sobre todo por culpa de esa red llamada X, que tendrá la inmediatez que se quiera pero que está llena de falsedades. Y da asco». Queda claro, en línea recta.

Karla es feliz. Pero no del todo. Karla quiere ser la persona más feliz de todas el 2 de marzo.

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