<p>En octubre de 1944, llegó a España un monje franciscano húngaro llamado Lorenzo Koracs, que posteriormente se instaló en Valencia con otro nombre: Vicente Pérez García. Aunque <strong>en realidad no era sacerdote, ni húngaro, ni se llamaba Koracs o Pérez</strong>. Su auténtico nombre era Vjekoslav <i>Maks </i>Luburi -también conocido como <i>Maks el Carnicero</i>-, y fue el <strong>responsable de los campos de exterminio instalados en Croacia</strong> durante el dominio nazi. Era un genocida, uno de los criminales de guerra más buscados, sin embargo logró eludir a la justicia y refugiarse en España. Para conseguirlo necesitó ayuda, y la obtuvo de quien menos podía esperarse: el Vaticano. O al menos parte de él.</p>
El escritor César Mallorquí recuerda en su nueva novela la fuga de importantes mandos nazis tras la Segunda Guerra Mundial, un secreto guardado en muchos casos durante décadas
En octubre de 1944, llegó a España un monje franciscano húngaro llamado Lorenzo Koracs, que posteriormente se instaló en Valencia con otro nombre: Vicente Pérez García. Aunque en realidad no era sacerdote, ni húngaro, ni se llamaba Koracs o Pérez. Su auténtico nombre era Vjekoslav Maks Luburi -también conocido como Maks el Carnicero-, y fue el responsable de los campos de exterminio instalados en Croacia durante el dominio nazi. Era un genocida,
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